Pese a la diferencia entre sus resultados, con relación al orden de los candidatos, en realidad, todas se encontraban dentro del margen de error previsible. Sin embargo, los electores, los medios y los propios candidatos exigen del Exit Poll exactitud, por lo que la sanción recayó sobre una de ellas. Pero, lo que no se repara, es que en muchas ocasiones esta exactitud reclamada no se puede ofrecer, así la encuesta esté bien elaborada, porque se trata de eso, de una encuesta. Como todas se basa en una muestra estadística que contiene un margen de error conocido. De otro lado, a la pregunta ¿por quién voto? en mucho casos, el encuestado no responde la verdad, ya sea por temor o por mantener el secreto de su voto. El día de las elecciones complementarias de julio último era suficiente que un par de decenas de respuestas se deslizaran por este camino, para que el resultado del Exit Poll se alejara del resultado final. Absolutamente entendible cuando, además, se está delante de una elección muy competitiva. Pero, quizá lo preocupante sería si en las elecciones presidenciales del próximo año una empresa encuestadora, a través de un canal de televisión, entregue un resultado que favorezca a un candidato y otro canal a otro candidato. Ambos se proclamarían ganadores. El resultado final no haría sino alentar las denuncias de fraude de parte del perdedor. Ingresaríamos a una situación sumamente grave. Por eso, sería el momento de reglamentar la publicación de resultados de este tipo, como lo contemplan otras legislaciones en este lado del continente. Es que es preferible discutirlo ahora, que lamentarnos después.
(El Peruano, 08 de Setiembre de 1999)