Por ejemplo, lo frecuente es que la propaganda permita a quien la desarrolle, cuidar las posiciones propias y magnificar la imagen de sus candidatos. Por el contrario, devela las partes vulnerables de los opositores.
Pero, como en toda la propaganda ha debido adecuar la forma cómo se muestra. Es así que la ideología -antiguo soporte de las propaganda políticas más intensa de la historia- ha sido desplazada por la comunicación audiovisual, en donde el cómo y el cuándo de esta última reemplazan al qué y para qué de la primera.
El soporte humano también ha cambiado. Si bien los líderes carismáticos no han desaparecido, los nuevos liderazgos fundan sus bases en el encanto personal. Para ello sirve muy bien la televisión, escenario que exige cuidados especiales de la imagen, que los líderes de ayer no requerían. Por eso suele decirse también que en política, la fotogenia es la medida de la imagen. Esto ha ocurrido en el Perú de manera notoria, por ejemplo, con las candidaturas de Alan García y Javier Alva Orlandini, en 1985 y Mercedes Cabanillas, en 1995.
La imagen, se dice no sin razón, activa la credibilidad del político. Es decir, la imagen es la ley. Esto hizo decir al sociólogo francés Regis Debray que por eso “La mitad del tiempo del gobernante de hoy, es comunicación”.
Lo anterior ha llevado a que los requisitos de los candidatos se eleven en los aspectos de su vida personal y no tanto de su trayectoria política. Es así que se empieza a valorar la edad, la salud, el entorno familiar, el recorrido profesional. Mejor si se agrega honorabilidad y respetabilidad. Y tanto mejor si sabe verbalizar y traducir en palabras sencillas los sentimientos cotidianos de la gente. El candidato habla como el hombre común y no el hombre común trata de hablar como el candidato. Esto hace que el público quiere entrar en la vida privada de los hombres públicos. Sino hay ver el interés y encanto que ha despertado en el mundo, el juicio a Bill Clinton, en Estados Unidos.
Bajo este panorama, Francisco Izquierdo, tiene razón cuando señala que el candidato en el curso de la campaña no puede hacer lo que quiere, si no lo que le conviene más.
(El Peruano, 09 de Febrero de 1999)
CREO Q SE PUEDE EN LA ACTUALIDAD TRABAJAR MAS SOBRE LA IMAGEN PROPIA DEL ASESORADO, PUESTO Q LA VISION DEL ELECTORADO ESTA EN UNA ETAPA DE CAMBIO. DETRAS DE ESO SE PUEDE AFIANZAR MOSTRANDO EN LA PROPAGANDA EL TRABAJO DE BASE DE LA AGRUPACION A LA CUAL REPRESENTA EL CANDIDATO LIDER.