Entrevista de Susana Mendoza S. El lunes 6 pasado terminó su gestión al mando de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE). En lo inmediato, planea ordenar su casa, ocupada por muchas cajas producto de su mudanza laboral. Fernando Tuesta Soldevilla es el menor de 7 hermanos, tiene una melliza que también es socióloga, y cumplirá 50 años el 5 de febrero. De su padre heredó la paciencia y de su madre, la perseverancia. En el colegio fue aplicado, pero admite que se juntaba con los peores de la clase. Le apasionan los libros y es un entusiasta del baile, revela.
Iniciaste tu gestión con la frase “por la patria, por Dios y la democracia”. ¿Con cuál terminas?
“Misión cumplida”. Ésa ha sido la frase que salió aquella vez que anunciamos resultados electorales en el 2001. Fue un encargo muy complicado y me voy con satisfacción.
¿Cómo te sientes?
Es una combinación de sentimientos. Por un lado, estoy de verdad muy satisfecho. Han sido cuatro años que parecieron veinte, muy intensos. Prácticamente he vivido acá. Y me siento orgulloso por haber encontrado lo que era la ONPE y ver cómo hay ahora un reconocimiento muy grande… A pesar de lo último, salen declaraciones que muestran la solidaridad de mucha gente. Es una satisfacción que creo que al final de un periodo, un encargo, es algo muy bueno. Pero por otro lado siento frustración porque es obvio que hubo animadversiones.
¿Imaginaste que tu gestión iba a acabar con tu renuncia?
No, la verdad que no. Pero también es cierto que estamos en el Perú, donde cualquier cosa puede pasar.
¿Pero tú no lo veías venir? El Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) te tenía pedido casi al año de tu gestión.
Sí, en realidad sí, pero no se puede hacer más de lo que ya se hizo.
¿Y por qué no la has peleado demostrándoles que se han equivocado?
Sí, les he demostrado que están equivocados. Está demostrado para todos que lo están.
¿Pero la mejor forma de demostrarlo no es cumpliendo tu gestión hasta el final? Sí, hoy día es el final de mi gestión. Yo he renunciado antes de que se cumplan los cuatro años, pero no me aceptaron la renuncia. Interpuse una medida cautelar y no me la resolvieron, pero hoy día se cumplen los cuatro años y ahora sí me puedo ir. Tampoco me voy a quedar, no soy interino; fui elegido por el tiempo que es el mandato ¿Qué más voy a pelear? Lo otro sería volver a postular, pero me parece risible lo que han hecho; y además no puedo hacer algo que en realidad no siento. Creo que es necesario que se aclare. Esta comisión de concurso es la misma que ahora está llevando a cabo el nuevo concurso. Lo que han hecho es una vergüenza, en los próximos días se va a ver con claridad. Yo no voy a estar sometido delante de una comisión de concurso que, para empezar, no conoce nada sobre el tema y segundo, que muestra animadversión.
¿Y cuáles serían las intenciones?
Yo creo que hay claros manejos políticos. Hay intereses del fujimorismo, un sector de la mafia que nosotros sacamos hace cuatro años y que se está moviendo, magistrados. Sectores o personas, no digo que sean necesariamente cuerpos institucionales que no gustaron de la ONPE. Algunos consideran que esto deber ser el reino de la pleitesía, de la subordinación, de la cabeza gacha, del formalismo. Y no es que la ONPE sea irreverente, sino que es más bien dinámica, moderna, es profundamente convencida de su responsabilidad democrática.
¿Cuáles han sido los obstáculos más grandes de tu gestión?
El mayor obstáculo en estos cuatro años ha sido, lamentablemente, el grupo de gente que estuvo a nuestro costado. Por ejemplo, algunas personas, no todas, del Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Creo que si quitamos eso, no hemos tenido mayores obstáculos. En toda función pública existen problemas, pero los que han existido los hemos superado. Lo otro podría ser alguna dificultad presupuestal; este es un órgano que no tiene el amparo normativo y presupuestal que tienen otros órganos parecidos en América Latina. Este local en el que trabajamos es inapropiado, es una casa. Tenemos seis locales, esto va en contra de cualquier intento de mejora en la eficiencia administrativa o de gestión, comunicación, seguridad y todo. Hay un obstáculo que es normativo, y que deviene en el propio diseño de los organismos electorales, y quizá esto esté en la base de todo lo que nos sucedió después.
.¿A qué te refieres?
El diseño de organismos electorales. Se crean órganos distintos, pero no se entregan las facultades administrativas diferenciadas. No están claramente definidas, y eso es lo que originó el conflicto con el JNE.
¿Y cuáles fueron las oportunidades que tuviste en tu gestión?
Creo que los vientos democráticos que soplaron inmediatamente después de la caída de Fujimori.
¿Por qué te interesó el tema electoral?
En realidad es algo que me interesó desde la universidad. Me sentía atraído por la sociología política mientras estudiaba en la Universidad Católica. Trabajé en la Asamblea Constituyente, y me encontré con un libro que presentaba los resultados del año 78. Me puse a revisar las diferentes formas de asentamiento electoral de los partidos y decidí hacer un trabajo que tenía que entregar para un curso de la universidad. Le gustó mucho a mi profesor. Lo mejoré y salió publicado en una separata, mientras aún era estudiante. Se vendió incluso fuera de la universidad, en una librería en Camaná. Cuando salí de la universidad, a los 25 años, fui a trabajar a DESCO y justo Rafael Roncagliolo salía de ahí para aceptar otro puesto en México. Él había publicado también un texto sobre el tema, así que lo reemplacé. Desde ahí, por mí y a pesar mío, sigo en el mismo tema, después de tantos años.
¿Paralelamente ya estabas militando en un partido?
No. En la universidad sí, pero yo dejé todo tipo de militancia política al ingresar a mi vida profesional. Me retiré de la militancia, aún cuando queda muchos puntos en común con mi generación.
¿Y qué explicación tiene tu interés por los procesos electorales?
Quizá la propia competencia por el poder. Para mi generación esto era algo nuevo, nunca habíamos votado antes del 78. El ascenso al poder era por los golpes militares o por elecciones muy fraudulentas. Yo comencé a leer todo lo relacionado sobre las demandas democráticas, políticas, y encontré que eran bastante pobres. Hay que acordar que a fines de la década del setenta, se rebajó la edad mínima para votar de 21 a 18 años. Los analfabetos comienzan a votar. Para todos, esto era algo nuevo. Claro que estoy hablando de la generación del setenta, que es con la que me identifico yo.
¿Pero ya existían las elecciones internas en los partidos, no?
No, eran asambleas básicamente. Sí se elegía, pero las elecciones en los partidos eran equivalentes a las elecciones del siglo XIX, en las que se podía manipular, donde además muchas veces el voto era público. Ahora mismo, hace poco hemos estado ayudando a organizar las elecciones internas de Acción Popular y uno ve que los partidos se acomodan con dificultad a lo que debe ser un estándar mínimo de una elección limpia, igualitaria, transparente. Antes el poder en sí mismo era lo importante, el procedimiento para llegar a él, en este caso el mecanismo electoral, no lo era. El fin justificaba los medios. En mi caso, eso no me interesó. Más bien me inclinaba hacia la sociología electoral, es decir establecimiento de las bases de apoyo de los partidos, la morfología de su votación, geografía electoral. Pero conforme pasó el tiempo -los ochenta-, yo fui metiéndome a otros temas dentro de este campo, que es en realidad muy vasto, aún cuando pueda parecer que en el Perú no es así. Me sumergí en los mecanismos propios de la elección: los sistemas electorales, los organismos electorales. Por eso me fui en el año 1990 a estudiar a Alemania. Así, dejé de lado lo que fueron mis iniciales estudios sobre sociología electoral, para meterme al campo de la ciencia política.
¿Y ahora, 25 años después, qué conservarías a la luz de lo vivido?
Siendo ése mi fuerte interés temático y que lo mantengo, yo luego he trabajado el tema de partidos políticos y de comunicación política que han sido mis dos grandes temas. La comunicación política es algo que siempre me ha interesado. Por eso, miro con guiño y cierta complacencia los escritos de hace veinticinco años. Pero estoy en otra cosa, dentro del mismo campo de la ciencia política. Ahora pienso seguir en el tema electoral –no sé cómo- a partir de mañana lo veré (risas). Por ahora me preocupa cómo terminar de levantar las cosas.
PACIENCIA Y RESPETO
Se dice de ti que eres un hombre muy ordenado y paciente ¿De quién sacaste la paciencia?
De mi padre. Él era bibliotecario de la segunda promoción de la Biblioteca Nacional, formada por Jorge Basadre. Era maestro también, y creo que de ahí me viene esta cualidad.
¿Y qué te enseñó él?
Bueno, mi padre murió hace muchos años. Él es la persona que, entre otras cosas, me enseñó el amor a los libros. Julio Ramón Ribeyro hablaba, en uno de sus artículos, la diferencia entre el amor por los libros y el buen lector. Yo soy un amante de los libros, pues como señala Ribeyro, “no deja que se los envuelvan cuando se los venden. Los huele, les pone su nombre, los forra, es suyo. Hay una relación de posesión, pues al consumirlo posees conocimiento. Pero también es algo físico, porque si tengo uno y le hago anotaciones, lo subrayo, cuando lo pierda y compre otro igual no será lo mismo”. Bueno, mi padre me enseñó mucho de eso, además del respeto a la gente. Es impresionante ver, ya como funcionario público, el poco respeto que se tiene hacia el otro. No estoy hablando nada nuevo, claro está. En el Perú, obviamente, no se respeta al otro. Mucha gente vive de las jerarquías y de las formas. Por ejemplo, en el caso del CNM, somos dos órganos del mismo nivel constitucional. Sin embargo, algunos creen que porque en realidad tienen una función especial, están por encima de los demás. A mi eso, me tiene sin cuidado. A las personas se les respeta porque son tales, no porque tienen un cargo. En esa lógica de entender y pensar las cosas, hay mucha gente que maltrata al resto.
Tú viste eso en tu vida familiar y eso lo incorporaste a tu vida.
Claro, con mi padre éramos muy respetuosos en nuestra relación. Yo soy el menor de siete hermanos.
¿Y en qué momentos has recordado a tu padre?
Lo recordé cuando juramenté el cargo. Lo recordé también cuando mi madre murió, hace un año. Eso fue algo muy duro. Ellos fueron parte de ese tipo de familia donde los padres entregan toda su vida por lo hijos.
¿Qué te hubiera dicho tu padre si te hubiera visto juramentar en el cargo?
Me hubiera felicitado y seguramente se hubiera ido a una esquina a celebrar solo (risas). Cuando yo regresaba a casa con noticias buenas, él siempre me felicitaba, pero pocas veces con un regalo. Me gustaba verlo feliz con las cosas que yo conseguía. Tenía ese orgullo típico de padre. Recuerdo que una vez fuimos a una librería -la de los chinos, en Camaná-, y yo había publicado la separata aquella de la que hablé. El tipo que vendía me conocía porque siempre había ido a ea libería. Me comentó que mi padre había comprado topdos los ejemplares de aquella publicación. Nunca me dijo nada y, obviamente yo tampoco, le dije nada a él.
¿Y qué has heredado de tu madre?
La perseverancia y el respeto. Probablemente lo mismo que saqué de mi padre. Éramos una típica familia tradicional, mi madre era un ama de casa de quien he aprendido la perseverancia y el orden. Cuestioné muchas cosas de ellos. Pero, si algo tengo bueno se los debo a mi padre y a mi madre.
¿Y qué me puedes decir de tus hermanos?
Bueno, todos son mayores, incluso uno de ellos ya murió. Y yo soy mellizo, mi hermana es también socióloga. Con ellos tengo una relación buena, todos nos queremos mucho. Ellos sufrían cada vez que ocurría algo conmigo, en estos años. Mi madre también, cuando estaba viva. Pero yo siempre he tratado de hacerles sentir, que no pasaba nada, como en estas últimas semanas cuando han ocurrido estos últimos eventos desafortunados. En general ha sido un año muy difícil. Mis hermanas se han involucrado mucho, porque son personas extraordinarias. Siempre están al tanto, acompañándome con sus llamadas, su preocupación. Creo que les voy a dar un alivio, ahora que se acaba.
¿Y cómo eras en el colegio? Porque eres “cerebrito”, una persona muy aplicada…
Estudié en un colegio nacional, el Bartolomé Herrera, en la época en que las escuelas estatales eran buenas. Recuerdo que hasta había cuatro profesores de Educación Física, cada uno dedicado a un área en particular. En fin, yo era un alumno que quedaba en los primeros puestos. A veces primero, otras veces segundo. No era porque fuese muy aplicado, creo más bien que el colegio me resultó fácil. Pero siempre me juntaba con los peores de la clase. Teníamos un pequeño grupo que estudiabamos juntos. Además, les gustaba mucho la música y a mí también. Soy inútil, un negado para la música. No canto, no toco nada, aunque sí bailo un poco. Además de que tengo mucha respeto a la vergüenza. Le tengo un terror al ridículo.
¿Imaginaste alguna vez que ibas a asumir un cargo público importante?
Nunca lo pensé, la verdad. Pero antes de entrar a la ONPE, ya era más o menos una persona pública, había escrito y sido invitado en variados programas. Tuve una columna en canal N, una vez por semana, durante año y medio, pero rechazaba la administración pública. En realidad, esta sí era la institución donde se conjugaban los temas de mi interés.
Tienes la experiencia de haber ejercido la política desde la militancia partidaria y ahora a través de la gestión pública. ¿Qué tienen de distintos estos ejercicios?
Varias cosas. Mi experiencia ha sido valiosa. Desde la propia actividad política, pasando por lo que es la parte académica -enseñanza e investigación- y lo que es la propia gestión pública. Yo creo que no hubiera podido dirigir, como creo que lo dirigí, sin los elementos anteriores. Este es un cargo en que se debe tener un conocimiento de la política, el manejo de las relaciones con los partidos, con los líderes. Y luego el conocimiento del tema, uno tiene que saber hacia dónde se conduce la institución, la organización de procesos se basa sobre conocimientos más vastos. Lo otro es la parte operativa, en la que deben estar los profesionales de diferentes disciplinas. Creo que llegué a tiempo a este puesto, fue un momento de maduración, con un poco de azar de la historia.
¿O sea tu gestión pública no fue afectada por tu anterior vida política partidaria?
Es que básicamente mi vida política fue en la época universitaria. Pero mi cercanía al tema político con la investigación, la consultoría y en general del análisis, me mantuvo muy cerca del mundo de la política siempre. Cuando yo ingresé ala ONPE yo no era un desconocido ni desconocía el tema que debía abordar.
¿Qué cambio en ti cuando ingresaste a la ONPE?
Conocí la administración pública, que es una parte importante. Pero como nosotros tuvimos que reconstruir la ONPE fue la parte compensatoria o rica. 95% del personal ha cambiado desde que llegué, y eso lo hicimos de manera muy rápida.
Tú eres un convencido de que los partidos políticos son los encargados de canalizar las expectativas políticas de la población ¿Por qué hay que insistir en esta organización?
Porque no hay otra.
¿Y las organizaciones sociales?
Son dos ámbitos de acción distintos. Los partidos luchan por el poder y la representación política, mas no la representación sindical. Siempre ha habido organizaciones, grupos de presión, etc. Pero son totalmente distintos. Yo creo que se debe combinar la apuesta por un sistema de partidos, dotarles de facilidades, pero ser exigentes con ellos, que tienen la responsabilidad de hacer encaminar la sociedad.
¿Qué les aconsejarías a los dirigentes políticos?
No doy consejos.
¿Y por dónde crees que deberían trabajar las organizaciones partidarias para superar su desprestigio actual?
Es que siempre he sido enemigo de quienes dan consejos en general, hasta en el ámbito de lo privado. Pero los partidos conocen mejor que uno cómo hacer sus cosas. Aunque se habla de una crisis de los partidos hace 25 años. Eso ya no es una crisis, es la naturaleza propia de estos partidos.
¿Y por qué se le dice crisis entonces?
Hablamos de la “crisis de los partidos” como si en otro momento hubiésemos tenido un nivel de fortaleza y de representación alto, y que esto se hubiese venido abajo. Pero creo que no es tan cierto, hubo mejores momentos; eso sí, pero nada más.
¿Qué lecciones has sacado de tu gestión?
Muchas. Pero hay dos muy grandes. La primera, la importancia de mantener valores; sobre todo porque mucha gente en el camino logra ser consumida por la mediocridad. La otra es haber vivido en carne propia la fragilidad de una institución, que debe ser fortalecida. Esto no quiere decir que no hayamos hecho fuerte a la ONPE, sino que creo que ésta requiere ser blindada, porque si no puede recaer en lo que fue antes. Yo creo que al árbitro se le debe fortalecer, no debilitar.
¿Qué planes tienes?
En lo que queda de este mes, terminar de ordenar el laberinto que ha quedado en mi casa con tantas cajas (risas). Terminar un par de papers que tengo que enviar a Costa Rica y a Washington. Pienso publicar un par de cosas todavía el próximo año, porque es lo que me gusta.
¿Te resulta difícil escribir?
He escrito mucho, pero sí me resulta complicado. Siento que cuando uno escribe hay una especie de liberación, porque las ideas comienzan a madurar con tiempo. En estos últimos cuatro años dejé de escribir un poco. Básicamente publiqué algunos artículos en libros y revistas, que ahora necesito cohesionar en algún texto.
¿Postularás al Congreso en el 2006?
(risas) ¿Dirigida por la ONPE en elecciones limpias? No, ni hablar.
DE IDA Y VUELTA
¿Te consideras buen amante?
Que aplaudan.
¿Seductor?
No.
¿Cuál es tu sex appeal?
Ninguno.
¿Qué serías si no fueras especialista en temas electorales?
Un desdichado (risas).
¿Crees que la izquierda salvará al Perú?
No.
¿Qué defectos tienes?
Soy maniático.
¿Qué virtudes?
Soy maniático.
¿Por qué te identificas con el papá de Pinocho?
Quizá porque en algún momento me hizo recordar a mi padre.
¿Qué libro no has escrito todavía?
La historia de las elecciones en el Perú.
¿Qué libro te has arrepentido de leer?
Ninguno. Siempre hay algo.
¿Qué parte de tu cuerpo te gusta más?
La parte posterior del antebrazo.
¿Qué parte te disgusta?
Casi todo, a estas alturas…
¿Cómo quieres que te recuerde tu hijo?
Mis dos pequeños. Que me recuerden como el jefe de la ONPE que hizo elecciones limpias.
¿Quién es el mejor amigo del hombre?
Una mujer.
¿Y de la mujer?
Un hombre.
¿Qué cuento te gustaba de niño?
Sandokan.
¿A qué te gustaba jugar más?
Fútbol, y cuando era más pequeño, “Combate”.
Y lo último ¿Qué le aconsejarías a Waldir?
¿El goleador? Que no se pelee tanto y que tenga una buena despedida al club que le dio mucho.