La ley electoral es permisible y alienta la irresponsabilidad de los grupos políticos. En nuestro país, se reúne un pequeño grupo, compra planillones, busca firmas, se inscribe y luego organiza su partido. Es decir, al revés de lo normal, por ello las firmas se convierten en lo importante. Pero, como estos grupos no tienen nada -militantes, recursos, locales-, obviamente ante una ley como la que exige cerca de medio millón de firmas, lo primero que hacen es falsificar firmas. Si antes los partidos sufrían para conseguir 100 mil, ahora los grupos políticos presentan millones de firmas, pero de la única manera que pueden: falsificando. Por lo demás, nadie puede verificar adecuadamente esta millonada de firmas en sólo diez días. Pero, además el sistema es perverso: premia al primero que presenta firmas y castiga a los siguientes, por repetidas. Eso explica que grupos de tradición política como el PPC, IU y Frenatraca estén fuera del libro de inscripción de partidos y el falsificador Perú 2000, sí forme parte de él. Gráficamente, el señor Daniel Chuán puede ser candidato y Lourdes Flores, Javier Diez Canseco o Roger Cáceres Velásquez no lo pueden hacer con agrupación propia. Es decir, la ley permite y alienta que se inscriban grupos que no tienen nada y no representan a nadie y, sin embargo, presentan candidatos que serán elegidos alcaldes, concejales y ahora presidente y congresistas. Es decir, tienen la posibilidad de colocar a los hombres que tiene en sus manos el destino del país. Así han pasado decenas de grupos.
Además de castigar a los responsables directos y políticos de la falsificación de firmas, se debe ingresar a una modificación de la legislación electoral. Se debe exigir que las organizaciones políticas al momento de inscribirse, cumplan con requisitos que apunten a demostrar que existen y que tengan el propósito de adquirir una responsabilidad política. Es decir, si un grupo de ciudadanos se reúne porque quieren intervenir en política, tendrán que desarrollar un mensaje de propuesta que convoque a los futuros miembros de la agrupación. Posteriormente deben organizar un evento fundacional en donde aprueben sus principios y elijan su directiva. Ese evento deberá ser supervisado notarialmente. Como organismo político existirá, pero para participar electoralmente requiere, además, inscribirse en el ente electoral respectivo. Para ello deberá presentar información que demuestre que ha sido fundado, que tiene dirigentes democráticamente elegidos, que ha abierto locales en por lo menos las capitales de departamentos y, además, una lista de no más de 5 mil militantes, acompañada de las fichas de inscripción. Cumplido este requisito la organización está inscrita hasta seis meses antes de una elección. Tres meses antes puede presentar candidatos. Se separa así la inscripción como partido de la inscripción de candidatos. En resumen, primero se funda y organiza el partido, después se inscribe y finalmente presenta candidatos. Sólo así encaminaremos el sistema en que se exige a los partidos ser organizaciones para la permanencia y no agrupaciones para la irresponsabilidad.
(Canal N, Lunes 6 de marzo del 2000)