La negociación aparece de esta manera, como una forma de resolver conflictos. Pero la planteada por la OEA, no es cualquier negociación. Ésta es una, en situación de crisis. A ella arriban, de diversa manera, gobierno y oposición. Públicamente, ambas partes quieren negociar, pero ¿quién no quiere o a quién no le conviene hacerlo? Quizá si observamos los 29 puntos que se agrupan en cinco campos de trabajo propuestas por la OEA, podremos encontrar alguna respuesta. Si bien, ellos no son de por sí suficientes para democratizar el país, su resolución favorable, encaminaría al país a una transición democrática. Obviamente, el gobierno o sectores de él, les incomoda una negociación de esta naturaleza pues estos puntos, ya aceptados, restarían fuerza a su poder e incluso lo cuestionaría. Es decir, el gobierno se ve en la obligación de negociar.
El segundo problema es que no quiere negociar con la oposición y particularmente con Toledo. Pero su ausencia haría que la negociación no se legitime. Por ello, se trata por todos los medios de desacreditarlos, desde los medios amarillos, hasta los tránsfugas y el ministro de defensa. Pero, Gaviria, le ha dado un espaldarazo.
El plazo planteado por el gobierno, de dos años, parece razonable en su conjunto, pero discutible en las prioridades, lo que motiva que esto se perciba como elementos obstaculizadores de la negociación. Y es que los márgenes que tiene el gobierno no son tan amplios como para moverse. Por eso le conviene alargar el tiempo de la negociación, minimizar el papel mediador de la OEA y que la oposición patee el tablero, como respuesta a las provocaciones que desde el sector más autoritario del régimen se generen. Por su lado, la oposición aun duda de los éxitos de la negociación, por la falta de claridad del facilitador -la OEA- y la desconfianza hacia el gobierno.
Así están las cosas a una semana de la llegada del canciller Latorre, con lo que se iniciará realmente la negociación entre gobierno y oposición. Tendremos por lo tanto un nuevo e inédito campo de la lucha política en el Perú, del que dependerá mucho del futuro de la democracia o la permanencia del autoritarismo.
(Canal N, Lunes 14 de agosto 2000)