En realidad, las preguntas deberían de plantearse de la siguiente manera: ¿Cuánta de esta irregularidad y desigualdad se tradujo en votos? Es decir, en una competencia limpia e igual ¿estaríamos delante del mismo resultado electoral? Finalmente, ¿tendría el presidente Fujimori el 49% de los votos, sin aquellas condiciones que lo favorecieron? Es imposible saberlo con exactitud. Sólo sabemos que parte del resultado electoral está en función de los acontecimientos de la fase previa a la campaña, la campaña electoral de tres meses, el día de la votación y el escrutinio. En ninguna de esas fases el beneficiado ha sido otro, que no sea el presidente Fujimori.
Esta cuota de beneficios adicionales tuvo su origen en las actividades desarrolladas por personajes vinculados directa o indirectamente con el régimen. Este era el punto de común acuerdo entre los observadores. En resumen, el proceso en su conjunto favoreció –como no debe ocurrir- a uno de los candidatos, al presidente Fujimori.
Por esta razón, desde diferentes sectores demandaron que no se prolonguen esos beneficios en la segunda vuelta. Para garantizar que esto no sucediera se encontraban desde la Defensoría del Pueblo, pasando nuevamente por los observadores nacionales e internacionales, hasta los personeros.
En estas circunstancias, el diálogo establecido por Perú 2000 y Perú Posible no tenía sentido, con mayor razón cuando no se trataba de una relación entre pares. Uno era el gobierno, el que originaba y se beneficiaba de la irregularidad y desigualdad, así como de quién se debería de dudar y quien es sujeto de toda sospecha, pues en él estaba asentada la verdadera perfidia, como le gusta llamar a Francisco Tudela. La otra parte, era la que nada tenía que ver con todos y cada uno de los elementos discutibles del proceso, que era y sería la parte afectada. Por lo que cualquier modificación que beneficiaba al proceso electoral, no debería discutirse sino simplemente aplicarse y de manera inmediata.
Visto de esta manera, el diálogo beneficiaba únicamente a Perú 2000, pues lo mostraba como parte externa a lo sucedido, cuando en realidad se trataba del principal responsable. Por lo demás, se consumían preciados días en una cuenta regresiva con una fecha impostergable. Por ello, el retiro de Perú Posible molestó tanto a Perú 2000 y de manera particular a Tudela, principal gestor del diálogo.
A menos de tres semanas del 28 de mayo, todo parece indicar que la desigualdad en la competencia sufrirá ligeras modificaciones pero que distarán lejos de ser las deseables para dar confianza a la candidatura opositora y al electorado. Esto sería un gran problema para un hipotético triunfo del presidente Fujimori, pues un gobierno elegido en estas circunstancias no se reviste de completa legitimidad y tiende a ser débil. Esa mirada parece estar ausente de quienes ven el poder como fin, cuando puede ser, en realidad, el fin de su poder.
(Canal N, Lunes, 8 de mayo del 2000)