El primero de ellos, en donde gana Fujimori en primera vuelta, con mayoría absoluta en el Congreso. Ese es el objetivo que se ha trazado el presidente Fujimori. Es el escenario más difícil de lograr, pero necesario para la continuidad de un régimen, que se ha articulado sobre la base de la concentración del poder. Es difícil, puesto que Fujimori –como ha ocurrido tanto el 90 como el 95- supera a su lista parlamentaria en cerca de 15 puntos, por lo que el objetivo de lograr una mayoría absoluta en el Congreso, requiere 20 puntos porcentuales adicionales. Es decir, el candidato de Perú 2000 debe ganar con más del 65% y, de esta manera, arrastrar a su lista parlamentaria encima de la mayoría absoluta, con lo que llegaría a los niveles de 1995. Pero, hay que recordar que ese año fue el mejor de Fujimori. Este objetivo requiere un esfuerzo electoral tal, que implicaría asfixiar más a los opositores, descargar medidas espectaculares y populistas, obviamente con recursos públicos y, probablemente, violentar un mayor número de reglas y normas electorales. El problema de este plan, es que el proceso electoral ya está cuestionado, por lo que en las próximas semanas estarán presentes un mayor número de observadores internacionales.
El segundo escenario es aquel en donde Fujimori gana en primera vuelta, pero sin mayoría absoluta en el Congreso. Este resultado crea dos sub escenarios. Uno de ellos se configura si Fujimori logra encontrar aliados en el camino, que podrían ir desde el FREPAP y avanzar con las listas parlamentarias de Salas y Toledo. Ellos han demostrado cierta permisividad política con Fujimori. Otra posibilidad es que parlamentarios opositores se cambien al oficialismo, como ocurrió en varios casos desde 1995. El problema de esto último es que el costo del viraje parlamentario aumentara, puesto que su valor ha subido por la necesidad que tendría el fujimorismo, de sumar. El otro sub escenario es aquel en que Fujimori no logra conseguir una mayoría en el Congreso y, por el contrario, se construya una contraria a él. Esto puede traer consigo un serio problema de conflicto de poderes. La historia ha mostrado que el sistema político presidencialista peruano no soporta el conflicto de poderes, que en vez de gobernabilidad ha generado golpes de Estado como ocurrió en 1948, 1968 y 1992.
Un último escenario es aquel en donde Fujimori gana, pero sin mayoría absoluta, al igual que su lista parlamentaria. En este escenario es el que se están moviendo las preferencias electorales desde mitad del año pasado, siendo el más peligroso para el proyecto político de Fujimori. El resultado se encontraría, más que en los otros escenarios, muy alejado de la mayoría necesaria para ganar el Congreso. Asimismo, si bien tendría gran posibilidad de ganar en 2da. Vuelta, su triunfo sería inseguro por la estrategia de campaña que podría desarrollar la oposición. Esta podría ganar no tanto por un llamado a un voto anti-fujimorista, sino por un llamado a la gobernabilidad. La oposición tendría la posibilidad de organizar una mayoría parlamentaria y controlar el Congreso. Desde esa posición de fuerza podría hacer un llamado al electorado para ganar el ejecutivo y ofrecer una relación fluida y de diálogo entre poderes, situación que no ocurriría con un triunfo de Fujimori. De esta manera, se incrementaría la capacidad de coalición y de chantaje de la oposición abriéndose la posibilidad de su triunfo.
Obviamente los escenarios antes señalados tendrán resultados diversos dependiendo del comportamiento de los competidores. Por lo que el tercer escenario -el único que podría ganar la oposición-, estaría supeditado a quién es el opositor de Fujimori. Es decir, no es lo mismo que en la segunda vuelta se enfrenten Fujimori-Andrade, Fujimori-Castañeda o Fujimori-Toledo. El competidor del presidente-candidato debe tener un perfil claramente opositor, decididamente aglutinador y tener la suficiente capacidad para mantener una alianza sólida a lo largo de un quinquenio. Tarea nada sencilla para un país acostumbrado a la confrontación en desmedro del acuerdo y la coalición. Si lo logran habrían demostrado que no todo estaba dicho para el 9 de abril.
(Canal N, Lunes 28 de febrero del 2000)