Al nivel de opinión pública él y sólo él ocupa el espacio del oficialismo, en cambio el opositor es un espacio por ocupar y compartido. Hecho fundamental para diseñar estrategias para el año 2000. Es por eso que si durante meses, Andrade representó a la oposición con un envidiable primer lugar en la intensión de voto, la maquinaria de propaganda estatal se encargó de desprestigiarlo, debilitando seriamente su imagen, sin que él tuviera éxito en sus respuestas. Mientras el alcalde-candidato se circunscribía a hacer campaña en los contornos de la ciudad capital, el presidente-candidato lo hacía en todo el territorio nacional. Si Andrade intentaba reordenar y recuperar Lima, bajo el costo de crearse una imagen contraria a los pobres de la ciudad, Fujimori regalaba bienes y prebendas al más puro estilo populista, creándose una imagen de benefactor de los pobres de este país.
El espacio no oficialista se debilitó, creándose las condiciones para la aparición de Castañeda, que ahora lo comparte con Andrade. Pero, ambos reducen ese espacio, facilitando el crecimiento del presidente-candidato. Esta situación se acentuará con la incursión de más candidatos, que legítima pero ingenuamente creerán que pueden derrotar al presidente-candidato Fujimori. El espacio opositor es compartido, pero mientras más compartido sea, más se reducirá, fortaleciendo la imagen de Fujimori. El efecto es que si a inicio de año sólo uno de cada cinco encuestados pensaba que la elección del 2000, sería ganada por el presidente Fujimori, ahora en julio, lo es uno de cada dos. Esto es lo que se denomina clima de opinión favorable y es vital para ganar una elección. A nueve meses de la primera elección del nuevo milenio, el panorama es muy claro para cada uno. De ellos depende aprovecharlo.
(Canal N, Miércoles 21 de julio de 1999)