Este intento estaba sostenido por la admiración que causaban las ciencias sociales, el incremento de la libertad política y el nuevo requerimiento de la eficacia política y la administración pública. Existió, sin embargo, una persistente resistencia en la universidad tradicional para aceptar a la Ciencia Política como disciplina académica autónoma, por lo que estos intentos fracasaron.
Es recién, entre 1890 y 1914, que el panorama se modifica en las universidades norteamericanas. El gran impulso inicial queda plasmado en la creación, en 1903, de la American Political Science Association (APSA), que se disociaba de la American Historical Association y de la American Economic Association. A los tres años, empezó a editarse la famosa American Political Science Review, que se convirtió en un espacio de referencia importante para el nacimiento de la joven disciplina en los Estados Unidos. Estos hechos contribuyeron decididamente en la diferenciación académica, facilitado en las universidades norteamericanas, pues a diferencia de las europeas públicas y centralizadas, se encontraban sostenidas por fundaciones privadas, municipales o locales. Su carencia de una larga tradición universitaria, le permitirá mayores innovaciones y flexibilidad. Estas innovaciones estaban fuertemente motivadas por una necesidad de formar el personal político en el manejo de la cosa pública. Fue también en las universidades norteamericanas, que gracias a la oficialización de la Ciencia Política como disciplina autónoma, que se desarrollaran por primera vez de manera sistemática, investigaciones en este nuevo saber académico. No es por ello casual que el desarrollo de la investigación es lo que caracterizará a la Ciencia Política norteamericana, a tal punto que cuando Staney Hoffmann, después de radicarse en Estados Unidos, declaró que la Ciencia Política era una “ciencia americana”.
Inicialmente descriptiva, la Ciencia Política incursionará en campos hasta ese momento poco explorados o inexistentes y mejorará las técnicas de investigación. En ese momento de su desarrollo, la Ciencia Política podía ser considerada como lo señala Albert Batlle, más como el estudio del “arte de la política”, que la “ciencia de la política”. Si bien en Europa el interés de la disciplina se orientaba hacia las instituciones gubernamentales, en Estados Unidos su objeto de estudio se centrará en el estudio de los partidos políticos, las elecciones, los grupos de presión, el poder de los medios, la opinión pública. Ese será el verdadero ingreso de la Ciencia Política a la Universidad.
(El Peruano, 21 de Abril de 1999)