Vargas Llosa es candidato ganador menos votado de nuestra historia

La demora de la entrega de la información oficial contribuyó también a ello. Sin embargo, una cosa es concluyente: todas las estructuras políticas convencionales, cualquiera haya sido su estilo, de derecha a izquierda, quedaron fuertemente dañadas. Si se observa, cuidadosamente las grietas, es posible encontrar alguna información importante.

FREDEMO: Triunfo Pírrico

Todos, desde Vargas Llosa hasta Abimael Guzmán, estaban preparados para un gobierno fredemista. La discusión era si sobrepasaría el famoso 50%. Si se quedaba por puntos, iba a ser por un capricho de la aritmética. Las expectativas eran tan grandes, que el 27% (o el 32.6%, según los votos válidos) alcanzado tiene olor a derrota. Pero hay más: Mario Vargas Llosa batió un récord. Ha logrado el porcentaje más bajo de los candidatos triunfadores que recuerda la historia electoral del Perú. Anteriormente, la marca la tenía el arquitecto Belaúnde, cuando, en 1963, obtuvo el 39.05%. Como derecha política en la década del ochenta, en ocho competencias electorales, sólo supera el 19.1% obtenido por las listas de AP y el CODE, en 1985. Con el agravante que entonces, estos partidos salían muy desacreditados por sus responsabilidades de gobierno. Asimismo, en comparación con las elecciones municipales, el Fredemo no consiguió un punto porcentual más a su favor.

El mapa electoral fredemista muestra, sin embargo, algunos elementos muy significativos. Se trata de una organización cuya ascendencia política se encuentra muy concentrada en Lima. Se puede percibir con claridad que poco menos de la mitad de la votación fredemista se concentra en la capital, sobrepasando largamente el tercio que correspondería a una agrupación de extensión más homogénea. Saliendo de Lima y Callao, tiene sus principales bastiones en el Oriente peruano: Amazonas, Loreto, Ucayali, Madre de Dios, San Martín configuran un espacio geográfico que presumiblemente lo aporta, por su reiterado apoyo electoral, AP. En otros departamentos, tiene importante votación, mas no en aquellas zonas de extrema pobreza y de la llamada trapecio andino. Sus más bajos porcentajes justamente se encuentran en Puno, Apurimac, Cusco, Huancavelica y Ayacucho, quedando relegado, en algunos casos, a un tercer lugar. De lo anterior se puede desprender que, el Fredemo para triunfar en la segunda vuelta, tendría que ganar en el sur, donde Cambio 90 e IU son fuertes, y parte del Norte, donde el Apra lo sigue siendo. Difícil tarea para un grupo que tiene su anclaje básicamente en la capital.

El cambio del 90

Si se mira con cuidado el mapa electoral de apoyo a la candidatura de Fujimori, se observa que éste dibuja la base de los clásicos bastiones izquierdistas, incluso en aquellas zonas en las que IU conquistó, en noviembre del año pasado, un importante número de municipios. De esta manera, gana en Ayacucho, Cusco, Huancavelica, Junín, Pasco, Puno y Tacna. Igualmente, ganó en el Callao. Por lo tanto, es posible suponer que es un voto que, proviniendo de la izquierda, parece ser más anti-fredemista que pro-fujimorista. De otro lado, la candidatura de Cambio 90 no tuvo fuerza en los clásicos bastiones apristas y acciopopulistas. Esto, que podría ser desventajoso en un primer momento, puede ser beneficioso, si la gran masa aprista decide votar por Fujimori. De otro lado, si tomamos en cuenta este elemento y además sabiendo que Fujimori, al igual que Vargas Llosa, concentra gran parte de su votación en Lima, el campo de crecimiento de su candidato lo convierte en gran favorito de la segunda vuelta.

El importante apoyo aprista

Una primera impresión de la votación aprista conduce a señalar que el electorado nacional sepultó al viejo partido de Haya de la Torre. Es cierto que el apoyo a Alva Castro es igual a la peor desempeño aprista de las municipales de 1980. Pero, aquí viene lo importante. No está por debajo de ella, es mucho mayor a lo esperado por simpatizantes y enemigos del partido oficial y está a escasos puntos de los contendores de la segunda vuelta electoral. ¿Cómo es posible que un partido que ha tenido una actividad gubernamental desastrosa, especialmente en su lado económico, haya podido conseguir este resultado? Un elemento a considerar es que el respaldo electoral aprista no es posible explicarlo en los avatares de la coyuntura, sino en lealtades políticas y regionales mucho más firmes. De otro lado, los efectos de desgaste político no son iguales en Lima y en el resto del país. En la capital, donde el Apra concentra sólo el 26% de sus votos (el resto lo obtiene en provincias), consigue un magro 13%. Sin embargo, si comparamos las provincias, es decir, el Perú sin Lima, resulta que el Apra empata en votación con el Fredemo. Parece que a nivel de senadores, obtiene una ventaja sobre el resto. Es por eso que, teniendo en cuenta su poder de convocatoria, se hace evidente que en la segunda vuelta, el Apra se convierta quizá por una vez más en la historia, en el gran elector. El PAP gana cerrado en el sólido norte: Amazonas, Ancash, Cajamarca, La Libertad, Lambayeque y Piura. Estos son además, departamentos de gran densidad electoral y que pueden decidir una votación. Este panorama se contrasta con su baja votación en el sur andino, donde ganó Fujimori y quedó segundo IU.

La baja votación izquierdista

Salvo algunos sueños de grandeza que provenían de las insaciables necesidades de Barrantes, nadie, seriamente, podía pensar en una importante votación izquierdista. El resultado, sin embargo, fue peor que eso. Las izquierdas, IU e IS, sumadas llegan escasamente al 13%. Si bien es cierto que es sólo un punto menos que las presidenciales de 1980 (14%), la magnitud de la actual votación no resiste comparación. La votación de IU es muy baja y su antiguo fiel electorado fue a engrosar las filas de Cambio 90. Su perfil electoral sigue siendo el mismo: más presencia en Lima que en provincias. Relativa mayor votación en el centro y sur andino; baja votación en el norte y en algunos sectores del oriente peruano. Algunas novedades: mejora votación en San Martín y Amazonas. En primer caso, probablemente, como consecuencia de la presencia de izquierdistas en las luchas regionales del oriente en el último año. A nivel senatorial y de diputados mejora su apoyo que le permitirá tener una fracción parlamentaria algo mejor que en el 80, pero pequeña en general. En el caso de IS, la situación de Barrantes es penosa. Candidato con más experiencia entre los competidores, cinco postulaciones, dos presidenciales y tres municipales. Queda rezagado a un quinto lugar con porcentaje que lo borra del registro de inscripción de partidos, por obtener menos de 5%. No gana en ningún distrito electoral y en ninguna parte supera los dos dígitos. Concentra, casi al igual que Fredemo y Cambio 90, su peso electoral más en Lima que en provincias. A los más, una mejor votación en Piura y Tumbes y en el resto nada significativo. A nivel parlamentario tendrá menos de la mitad de los curules de IU, pero su influencia será mínima, si tenemos en cuenta su escasa inserción en el movimiento social y en los gobiernos locales y regionales. Es así que, el mito Barrantes se derrumbó como todos aquellos que se construyen sobre la base de populismos.

(La Republica 19 de mayo de 1990)