Si las campañas políticas electorales tienen como objetivos dirigir mensajes persuasivos a la gran masa electoral para captar su adhesión, ésta ha sido la forma menos feliz. No encontramos precedentes en las seis últimas campañas electorales de propaganda parecida. Pues si de ideas se trata, está lejos de convertirse en una notable.
La interpretación de un Estado grotesco al que la mayoría lo rechaza, deja paso a la idea de quienes interpretan al Estado peruano como el único causante de los males del país, pero un Estado impersonal, no manejado por gobiernos con intereses particulares, sino por "burocracias" en general. Así vistas las cosas, el mono fredemista se orina sobre los de abajo. Hay, sin embargo, una curiosa proyección de la actitud social de muchos de los miembros de dicha agrupación política hacia los de abajo. Actitud ancestral de quienes han sido y son los Dueños del Perú, que hoy se encuentran alrededor del Fredemo. Es justamente quien acuñó este nombre en un famoso libro de la década pre velasquista, Carlos Malpica, quien en su último libro El Poder Económico en el Perú, ha demostrado que los nuevos ricos se han forjado al amparo y la protección de este Estado simiesco. Estado, que por lo demás, no cambiaron los actuales aliados de Vargas Llosa, tanto en el gobierno acciopopulista de 1963 como el de 1980. Por el contrario, los círculos mercantilistas, así llamados por el mismísimo Hernando de Soto, se treparon del árbol estatal y se incrementaron sin parar.
Es curioso, pero es desde las propias filas derechistas y no tanto de las opositores, donde Vargas Llosa se está abriendo muchos frentes en forma simultánea: su llegada a lo gamonal en Cajamarca, como se lo expresó el mismo Belaúnde, sus encuentros con Büchi en Lima y Santiago, las declaraciones y plagios de algunos muchachos de sus divisiones inferiores, incluso su hijo, y esta última monada de propaganda antiestatista no hace sino colocar a las candidaturas del FREDEMO en situaciones incómodas. Si a eso le agregamos, que en el plano municipal, la estrategia fredemista intenta endosar la imagen ganadora de Vargas Llosa al insulso ingeniero Juan Inchaústegui, candidato con escasa experiencia política y pocos recursos para salir airoso rápidamente de situaciones adversas, la propaganda fredemista lo hace más vulnerable y pone en bandeja las oportunidades que las listas opositoras no tardarán en aprovechar.
(La República 26 de Agosto de 1989)