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BUKELE EL SHERIFF

El 2010 visité por primera vez El Salvador. El viaje fue en la aerolínea Copa, después de hacer una escala en Panamá. Del aeropuerto me llevaron a un hotel cómodo, pero con pocas habitaciones. Me advirtieron sobre los problemas de seguridad en San Salvador, la capital. Solo podía desplazarme del hotel a un moderno centro comercial situado al frente. El barrio donde se encontraba el hotel era conocido como la zona rosa. Nunca supe por qué. La advertencia puso especial acento sobre el transporte público, omnibuses, combis -como le llamamos en Perú a las camionetas rurales-, o taxis. Todos mis desplazamientos a, o desde, la oficina FAO, se efectuaban en autos oficiales o taxis seguros contratados por la oficina. En el hotel aprendí a usar el Skipe para comunicarme con Lima.

Participé en dos estudios por encargo de FAO. El primero era un proyecto convencional, de asistencia técnica con distribución de insumos a favor de las familias campesina. El segundo, en cambio, refería a una política pública que se venía ejecutando por años y, que consistía en distribuir entre estas mismas familias, de modo gratuito, semillas de maíz y frijol acompañadas de una bolsa de fertilizantes. Se quería saber qué impacto estaba generando esta política. Se aplicó una encuesta con el marco muestral del Censo Agropecuario, que concluyó en que muy pocos de estos insumos eran efectivamente empleados por las familias campesinas y que, por el contrario, se había conformado un mercado informal en el que se transaban estos insumos a precios a veces irrisorios. Como es de imaginar, esta constatación no fue muy del agrado ni de los funcionarios de Agricultura ni de los miembros de la Asamblea Legislativa salvadoreña.

Finalmente, y de manera complementaria, participé en la organización de un evento sobre innovación en el sector agrario; una novedad por esas tierras. Fue mi última actividad en El Salvador. Por entonces Nayib Bukele, un descendiente de palestinos, era solo conocido por haber desempeñado la función de alcalde en Nuevo Cuscatlán, a lo que siguió su entronización en el municipio capital. Ambas funciones fueron asumidas en representación del entonces partido gobernante, el FMMLN. Para acceder a la primera magistratura de la nación dejó de lado el partido oficial, siendo elegido encabezando la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA).

Bukele se enfocó entonces en el tema de seguridad. Tras un intento inicial de acercamiento a las Maras[1], decidió enfrentarlas frontalmente. En febrero de 2020, siguiendo un guion muy conocido en América Latina, dio un autogolpe, y destituyó a los magistrados del tribunal constitucional y al fiscal de la nación. Esta posición la adoptó a partir de la militarización de la Policía Nacional a la que convirtió en su principal aliada en el poder. Con ella conminó a los asambleístas e introdujo cambios en la Constitución, asumiendo las características de un gobierno de mano dura, autoritario.

El 31 de enero de 2023, Bukele presentó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), un recinto carcelario de máxima seguridad ubicado en el municipio de Tecoluca (San Vicente) y que cuenta con una extensión de 1.6 km² y una capacidad para 40 000 reclusos. Para publicitar su imagen presentó a los que serían integrantes de las maras, en paños menores, con el torso desnudo y sometidos a tratos vejatorios. No obstante la extrema violencia con que se han conducido estas pandillas, en este caso se actuó contra el debido proceso y los derechos de las personas. Por el momento esta estrategia le ha funcionado y tiene una altísima aprobación además de los grupos dominantes de Centro América. Recientemente ha sido imitado por la presidenta de Honduras.

Es un claro ejemplo de cómo se puede manejar un país agotado y con miedo, para convertirlo en un dócil peón de un gobernante sin escrúpulos. Este mismo gobernante ha tenido la desfachatez de forzar el uso de los bitcoins en su país, algo que ningún otro gobernante ha considerado siquiera. Como ocurre en estos casos, cuando la borrachera nacionalista y autoritaria se disipe, los salvadoreños se encontrarán con nuevas y más vastas complicaciones.

Seguridad

No hay que llamarse a engaño. El estilo prepotente de Bukele despierta muchas simpatías entre la población asediada por la delincuencia cada vez más violenta y, esto es especialmente fuerte en Centro América. Una manera de enfrentar este tema es la mano dura, construir un Estado policiaco – militar, emplear paramilitares, desconocer los avances en derechos humanos que ha dado la humanidad en su conjunto. Y establecer la arbitrariedad como forma de gobernar.

¿Por qué han proliferado las pandillas en Centroamérica? Porque esas sociedades no son capaces de ocupar a la mayor parte de sus miembros en labores útiles generadoras de ingreso. Porque sus miembros provienen de familias disfuncionales y no han tenido oportunidad de pasar por un sistema educativo medianamente útil para formarlos para la vida. Y porque esos lugares son espacios de transición para el tráfico, principalmente de drogas con destino a Estados Unidos. Nada de lo dicho exonera a estos individuos, considerados cada uno de modo independiente, en su responsabilidad por optar por el crimen.

Hoy mismo en Perú, asistimos a un aumento de la inseguridad y violencia criminal como no hubo nunca. A la delincuencia local que no se diferencia en nada de lo que se ha descrito para Centroamérica, se suma la presencia de criminales aviesos que son la podredumbre que ha creado y expele el chavismo de Venezuela, como el denominado “tren de Aragua” cuya presencia no solo está afectando al Perú, sino que extiende sus acciones entre Colombia, Ecuador y Chile, no solo imponiendo sus métodos, sino reclutando en estos países, a más criminales.

¿Cómo parar esto? No tengo una fórmula, pero hay ciertas ideas que, sugiero, deberían ser consideradas:

  • Mantener al Estado peruano como república democrática, en la esfera de los derechos humanos y sus instituciones internacionales. Esto significa no recurrir a la pena capital, pero sí defenderse con medidas punitivas duras y disuasorias en el frente interno.
  • Entender que esta es una labor policial y solo puede combatirse con más policías preparados con las técnicas modernas, para investigar y perseguir el crimen. Se requiere más presencia policial profesional y una colaboración muy activa con las policías de otros países pues el crimen se ha internacionalizado.
  • Los mandos policiales deben ser respetados en su autonomía, de modo que puedan desarrollar una carrera de méritos que sea debidamente compensada.
  • La judicatura, sea de los encargados de la investigación criminal, los fiscales, como de los jueces, que son los que expiden las sentencias condenatorias o absoluciones, debe ser fortalecida con más miembros de carrera, personal auxiliar, soporte tecnológico y colaboración internacional.
  • Es indispensable construir más centros de reclusión que se distingan por su dureza. Aquellos reincidentes y criminales incorregibles, deben recibir las penas más drásticas, imponerles el aislamiento de modo que lo que resta de su condena sea una oportunidad para que mastiquen su vileza.
  • En cambio, es importante recuperar el sentido de readaptación de los condenados primarios a través de la educación y el trabajo. Estas prisiones no tienen por qué ser espacios para el vejamen, pero tampoco para el aprendizaje delictivo. Las condiciones carcelarias deben ser duras, con aislamiento, pero se pueden combinar adecuadamente con espacios de socialización controlada en actividades deportivas, artísticas, culturales, educativas y de trabajo.
  • Sin duda la idea capital es cómo educamos a la población y a las nuevas generaciones. Los formamos con valores, les damos las condiciones para su desarrollo personal o nos limitamos a aceptar que cada cual siga la ruta que crea más conveniente sometidos a una serie de estímulos que lo conducen a la vida fácil y criminal. Hay que meterse con los hijos de la sociedad y no dejarlos desamparados.

[1] Mara Salvatrucha (MS, Mara, y MS-13) es una organización conformada por varias pandillas criminales de alcance internacional, dedicados al narcotráfico, extorsión, contrabando de armas, secuestro, robo y sicariato.