UN NUEVO ENFOQUE EN EL CRÉDITO AL CAMPO

Agrobanco ha anunciado un nuevo producto financiero, CREDIFINCA. El foco de atención no es el producto sino el portafolio de cultivos, crianzas y actividades complementarias que explota el pequeño agricultor en su finca, como una estrategia para gestionar sus riesgos y su flujo de ingresos en el mediano plazo.

La finca campesina tradicional, también conocida como chacra, era una unidad de producción diversificada. Era diversificada porque el productor trataba de asegurar una combinación suficiente y equilibrada, de alimentos para su familia. Porque los campesinos sabían que las variaciones climáticas y la presencia de enfermedades y plagas, causaban desiguales estragos según qué cultivos o crianza se tratara, reduciéndose el riesgo cuanto más diversificada fuera la actividad de la finca.
La finca campesina tradicional también diversificaba su producción en el tiempo. En el mismo año, no todos los cultivos entraban en el mismo momento sino que seguían una secuencia, y cuando la disponibilidad de agua o el clima lo permitía, el suelo se empleaba para más de una campaña en el año. Asimismo, el productor rotaba los cultivos para aprovechar mejor los nutrientes del suelo y para romper los ciclos vitales de las enfermedades y plagas específicas a algunos cultivos.
La diversificación permitía además, complementar la producción. Algunos cultivos se convertían en insumos de otros cultivos o crianzas porque permitían recuperar los suelos, le proporcionaban nutrientes y energía al suelo y al ganado, mientras que éste devolvía nutrientes al suelo con sus excretas. La finca campesina tradicional era una unidad de producción que dependía poco de los insumos externos lo que la hacía fuertemente sostenible.
La revolución verde
La revolución verde, que aceleró la modificación genética de las plantas y el ganado, permitió multiplicar los rendimientos productivos de modo espectacular, demostrando que la ciencia podía derrotar al fantasma del hambre. A partir de ese momento, la humanidad podía producir los alimentos que necesitaba de modo que las hambrunas se convirtieron en un problema de acceso y no de capacidad productiva. Sin embargo, el adelanto en la genética sólo podía ser soportado por una provisión creciente de nutrientes externos a la finca, a través de la fertilización química lo que convirtió a la producción agropecuaria en una actividad fuertemente dependiente de los hidrocarburos.
Además, para manejar grandes volúmenes, emplear maquinarias y legiones de trabajadores, las fincas se convirtieron en monoproductoras, reproduciendo en versión moderna, las grandes plantaciones tropicales que se establecieron en los siglos XVII y XVIII en los países coloniales. Este uso intensivo del suelo obligaba a una mayor fertilización química al punto que el terreno se convirtió tan solo en un soporte físico de las plantas. Además, la concentración de grandes extensiones de un solo cultivo, fueron una invitación a la difusión de plagas y enfermedades que debieron ser combatidas con la utilización creciente, de productos químicos como insecticidas, fungicidas, plaguicidas o herbicidas.
Si la finca campesina tradicional era una unidad relativamente autosuficiente, la finca moderna monoproductora, era una unidad totalmente dependiente de insumos externos, incluyendo semillas, fertilizantes, insecticidas, fungicidas, plaguicidas, herbicidas, reguladores del crecimiento, entre otros. Esta producción intensiva en insumos externos, es altamente productiva pero es una actividad industrial en el campo que incluso puede regular el clima a través de invernaderos, fitotoldos y otros recursos que generen ambientes artificiales para el desarrollo de las plantas.
La pequeña producción agraria
Esta agricultura intensiva, industrial, es sin duda importante para sostener la demanda de alimentos en el mundo. Sin embargo, mal copiada por la finca campesina ha conducido a su empobrecimiento. Lo que funciona en grandes extensiones y con una inversión de capital descomunal, en cultivos fundamentales como el trigo, cebada, soja, maíz, sorgo, arroz entre otros, que son de consumo masivo, funciona muy mal cuando se traslada a la mediana y sobre todo, a la pequeña producción agropecuaria, más aún cuando ella tiene como escenario los estrechos valles interandinos, las estribaciones andinas, las pendientes o altiplanicies, el bosque tropical o la purma resultante de una ocupación anterior.
Los campesinos tradicionales han conservado en gran medida, sus prácticas de diversificación en las fincas familiares, pero en muchos casos han sido inducidos a especializarse y reducir su portafolio de productos. A esto han contribuido la difusión de semillas mejoradas, la demanda de algunas cadenas agroalimentarias, la promoción de casas agrocomerciales o proyectos públicos y privados, orientados a elevar sus rendimientos y el valor bruto de su producción.
También ha inducido a la reducción de la diversificación en la producción agropecuaria, la diversificación de actividades generadoras de ingresos por la familia campesina. En la medida en que en los ingresos del productor campesino es mayor, la importancia de fuentes no agrarias, menor será su dedicación a la finca y se perderán oportunidades de cultivo o crianzas que podrían ser importantes en la suma de recursos de la familia.
Finalmente, otro factor que ha incidido en la reducción de la diversificación, son las fuentes de financiamiento. Los comerciantes habilitadores están interesados en algunos productos e inducen al monocultivo. Lo mismo ha venido ocurriendo con el crédito formal de las entidades financieras cuyo enfoque de riesgos está centrado en el producto y no en la finca del productor como una unidad de negocios.
Crédito para la finca campesina
Hay al menos cuatro razones en la actualidad, para volver atrás y aprovechar la diversificación en la finca:
1) Un gran número de cultivos permanentes y transitorios, crianzas y forestería, no prosperan en la gran producción, y tienen una creciente importancia en la canasta alimentaria, conforme aumenta el poder adquisitivo de la población.
2) Crece la demanda por productos diferenciados en variedad, textura, color, calidad, atributos nutraceúticos, así como por no tener trazas químicas (orgánicos).
3) Es posible retomar el concepto de fincas autosostenibles en las cuales buscando elevar el valor bruto de producción, se consiga un aprovechamiento eficiente de la energía y el equilibrio de los nutrientes, reduciendo la dependencia y los costos con respecto a insumos externos.
4) El cambio climático se expresa inicialmente en la ampliación del rango de variabilidad y por tanto, una mayor frecuencia de golpes extremos en la temperatura, horas de sol, vientos y humedad. Más adelante, el calentamiento provocará un cambio en la tolerancia de las plantas de acuerdo a la latitud, lo que debe conducir a una tropicalización mayor de nuestro país.
En el enfoque moderno de la finca campesina, la diversificación puede proporcionar alimentos para la familia pero sobre todo, un flujo de productos e ingresos a lo largo del año. Obteniendo ingresos permanentes, el productor campesino se hace más intensivo no en un cultivo o crianza sino en el aprovechamiento de su finca.
¿Cómo puede ayudar el crédito a fortalecer la diversificación productiva? Cambiando el enfoque de crédito de avío o sostenimiento al producto, por el enfoque de financiamiento a la finca. Esto significa que no se pacta un crédito asociado a un cultivo sino una línea de financiamiento que es utilizada para las diversas necesidades de la finca y que se repone con los medios de pago que genera cualquiera de las actividades de la finca. Unas se ayudan a otras, y de este modo, la finca se capitaliza y rentabiliza. Ese es el enfoque que está adoptando Agrobanco con el denominado CREDIFINCA, un producto financiero pensado en el pequeño productor, en las oportunidades que brinda una gestión integrada y sostenible del recurso suelo que es el patrimonio más importante que tienen los campesinos.
Para alcanzar su plena maduración, CREDIFINCA debe complementarse con otros servicios financieros, principalmente la captación de depósitos de los campesinos. De este modo, el producto se convierte en un intercambio continuo entre saldos positivos y negativos de la finca, de modo que el banco se convierte en un administrador del flujo de ingresos y egresos del productor. Esta es la forma de bancarizar a los productores del campo y ayudarlos con una herramienta que fortalezca sus operaciones diarias.

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