En los mercados oligopólicos hay un número reducido de empresas cuyo comportamiento es determinante en el resultado. Estas empresas se dice, tienen una interdependencia estratégica. Es decir, deben adoptar decisiones considerando las decisiones que deben estar adoptando o adoptarían como respuesta las otras empresas. Una herramienta eficaz para modelar el comportamiento estratégico es la teoría de juegos.
Cuando me toca ocuparme de este tema, incluyo un ejemplo extremo de lo que sería el pensamiento estratégico. Se trata de la película Fail Safe que fue estrenada en nuestro país como Punto Límite. La película se basa en la novela homónima de Eugene Burdick y Harvey Wheeler. La película fue filmada en 1964 y fue dirigida por Sidney Lumet. En su reparto incluye a Henry Fonda, Dan O’Herlihy, Walter Matthau y Frank Overton.
En octubre de 1962 se produjo la crisis de los misiles que aproximó al mundo a la guerra mundial. La Unión Soviética había instalado misiles en Cuba que apuntaban a Estados Unidos. En un vuelo de reconocimiento, fueron avistados y el gobierno norteamericano encabezado por John Kennedy decidió establecer un bloqueo naval sobre la isla. Tras trece días al borde de la guerra, el presidente soviético Nikita Jrushchov accedió a desmantelar las bases de misiles a cambio de que Estados Unidos no invadiera Cuba y retirara sus misiles de Turquía.
En ese contexto de guerra fría y de equilibrio del terror es que ocurre la ficción de la película que comentamos. La película ocurre en espacios cerrados como una obra de teatro y lo fundamental son los diálogos. Todos los personajes son hombres lo que refleja el nulo papel que se asignaba a las mujeres en los centros de decisión en aquel entonces.
Sinopsis
Estados Unidos mantiene permanentemente en vuelo, aviones de combate cargados con potentes bombas nucleares para acciones rápidas. Un fallo en el sistema de seguridad (fail safe) envía órdenes incorrectas a los aviones que los conducen a introducirse en el espacio aéreo soviético en el extremo oriente. Los pilotos han sido entrenados para que una vez que se cruza este punto límite, ignoren una contraorden porque esta podría ser una artimaña del enemigo, en este caso los soviéticos. Cada avión tiene una misión escrita en sobre lacrado y en este caso es atacar Moscú.
Cuando el alto mando estratégico aéreo descubre el fallo intentan por todos los medios convencer a los pilotos que es un error. Incluso se les comunica con sus esposas pero los pilotos ignoran estas llamadas y siguen adelante. En esas circunstancias, un personaje encarnado por Walter Matthau sugiere dejar que los aviones hagan su trabajo, destruyan Moscú y prepararse para complementar el ataque y de este modo, destruir totalmente al enemigo de la guerra fría con esta acción sorpresa.
El presidente de Estados Unidos encarnado por un Henry Fonda que parece recordarnos a Kennedy ya fallecido entonces, decide comunicarse con los líderes soviéticos que no aparecen en la película sino cuya voz se escucha a través de un teléfono que es una línea directa que comunica a ambos gobiernos. Les explica la crisis, argumenta que es un fallo de seguridad y autoriza a los soviéticos a destruir los aviones proporcionándoles información sobre su desplazamiento.
Aviones escolta del bombardero principal son derribados por los soviéticos, pero la nave principal supera el acoso y se dirige a Moscú. En ese momento el Presidente norteamericano le informa a su homólogo soviético que en caso de impactar las bombas en Moscú, se arrojarán bombas con igual poder destructivo sobre Nueva York con lo cual el daño será compartido y no habrá razones para represalias posteriores. Es decir, una escalada de ataques que termine destruyendo la civilización.
La película concluye cuando a través del teléfono de la embajada norteamericana ern Moscú nos enteramos que la bomba impactó en esa ciudad y algunas imágenes de Nueva York nos alertan de lo que ocurrirá en esta ciudad. Para darle más dramatismo, se nos hace saber que la esposa e hijo del presidente están en Nueva York. No serán evacuados pues el presidente norteamericano asume la responsabilidad por lo que ocurrirá.
Un relato más bien irónico y ácido del genial Stanley Kubrik aborda el mismo tema en “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb” conocida como Dr. Insólito.
Como se aprecia de este apretado relato, se juegan dos alternativas. Una es convertir el fallo en un ataque sorpresa y destruir totalmente al enemigo, diríamos con alevosía y ventaja pero al mismo tiempo, asumiendo que el costo sería muy elevado pues los soviéticos heridos podrían causar enormes destrozos en su agonía. La idea absurda de una guerra absoluta con enemigos absolutos. La otra opción es reducir o controlar el daño y buscar restablecer el equilibrio. Eso ocurrió en la crisis de Cuba y en la historia que relata magistralmente la película. Vale la pena mirarla.