Adam Smith inició su famosa obra “Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones” subrayando la importancia de la división del trabajo en el aumento de la productividad y la riqueza de las naciones.En su texto Smith destacaba por igual la división de las tareas al interior de un taller, lo que Marx llamaría división técnica del trabajo, como la división del trabajo para producir bienes distintos, alternativos o sustitutos, que Marx denominó división social.
Smith advertía que cuanto más especializado es el trabajador, más productivo es. Esto significa que en el mismo tiempo y en la mayoría de casos, con menor desperdicio de recursos, se puede producir más unidades de un bien. La super especialización se alcanza sobre todo en la producción industrial continua en la cual se pueden repetir los procesos una y otra vez. Pero aún en actividades como la agricultura marcada por la estacionalidad o en los servicios, en los cuales cada trabajador interactúa con el consumidor, la división de tareas aumenta la productividad y la calidad de los resultados reduciendo las pérdidas o rechazos.
Pero hay otra consecuencia muy importante de la división del trabajo que destaca el propio Smith. La división del trabajo permite que las aptitudes y habilidades de los humanos se puedan repartir de acuerdo a su mejor uso. Y en la medida en que se empleen a los mejores en las tareas más complejas, habrá un espacio que debería ser cubierto por aquellos trabajadores menos especializados.
Smith postulaba que los beneficios que proporciona a la humanidad la división del trabajo no son resultado de la sabiduría humana sino de una propensión en la naturaleza humana a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra. Y todo esto para alcanzar el mayor nivel de bienestar. En la búsqueda de acumular más satisfactores, los humanos cambiamos bienes y servicios y por esa vía vamos diferenciando nuestro trabajo del de otros y de modo natural, se van repartiendo las responsabilidades con respecto a la provisión de los bienes y servicios que necesitan las personas.
Esta es la famosa figura de la mano invisible, el demiurgo detrás del mercado como mecanismo para que los trabajos diferentes se intercambien entre sí. Sin división del trabajo no hay intercambio posible pero si no fuera posible el intercambio, tampoco habría división del trabajo.
En con esta sola idea genial que se puede entender el papel del mercado, pero también se puede comprender que el mercado es un producto de la historia humana. Lo que llevó primero a los humanos a convivir en pequeñas comunidades y compartir los frutos del trabajo, los condujo más adelante, a convivir en grandes conglomerados humanos interconectados, en los cuales las relaciones de intercambio se despersonalizan, el trabajo se especializa aún más, la productividad crece sin pausa y con ella la suma de la riqueza mundial.
Otro tema es como se distribuye y qué efectos tiene esa distribución sobre el propio mercado, la división del trabajo y el intercambio.