La gran aportación de North es que esa diferencia en la maduración de los mercados para acercarse al modelo ideal, depende del desarrollo de la institucionalidad, entendiendo como tales a las reglas. El mercado en sí mismo es una institución que opera con ciertas reglas formales y otras no tan formales. Pero las instituciones que más influyen en los costos de transacción en los mercados no son económicas.
Las reglas que portan las instituciones, generan incentivos y también penalidades para el comportamiento de los individuos y las organizaciones. Pero estas reglas no se establecen por el simple juego de la oferta y demanda sino son el resultado de complejos procesos sociales y políticos.
Si el propósito es reducir los costos de transacción y hacer que los mercados operen más eficientemente, es necesario transformar las instituciones que imponen dichos costos. ¿Cómo ocurre esto? North admite que no hay una respuesta sencilla a este tema. Y esto porque las instituciones se forjan y maduran lentamente, sobre todo aquellas que influyen más en el comportamiento de las personas y que están asociadas a las costumbres y la cultura de un grupo humano.
Si se pudieran cambiar fácilmente las reglas políticas desde el Estado, es posible que los cambios deseados puedan ocurrir pero no tan rápido como se piensa. Y la mejor demostración de esto sería la continuidad de ciertos comportamientos aún en condiciones de revolución y cambio violento. Pero para que haya un cambio radical o al menos la voluntad política de cambio, se requiere de procesos complejos que poco tienen que ver con la forma como las personas expresan o cambian sus preferencias en los mercados.
North sostiene que el cambio institucional que permitiría que un mercado sea más eficiente es el resultado de procesos de aprendizaje social. A esto le llamó un enfoque institucional cognoscitivo para advertirnos de la interacción entre los procesos de aprendizaje de las sociedades y la adecuación de sus instituciones.
De este modo la dinámica económica resulta siendo el resultado de las dinámicas sociales y políticas, en tanto que éstas son influidas por las sacudidas de la economía. Cuando la economía y los mercados realmente existentes, no pueden resolver los problemas cotidianos de los individuos y las organizaciones o cuando las soluciones que proveen son crecientemente insatisfactorias, mayor será la presión para cambiar algunas reglas y las instituciones que las soportan.
De este modo, las sociedades se desenvuelven a trancos y con choques. No todas reaccionan igual, no todas avanzan en la misma dirección ni con la misma velocidad. Por ello es tan importante entender la historia propia de cada colectivo para entender su posición en la sociedad global.