Mi gato tiene un viejo prejuicio de las cosas;
las araña, las veja, pone su garra al Sol:
vive una vida muelle tras sus pieles lujosas
y sus ojos redondos son dos llamas de alcohol.
En el umbral tendido, decorando las losas,
es un aguafuertista que realiza su rol;
suele cazar a veces sutiles mariposas
y en las noches de orgía sinfoniza en bemol.
Por los tejados altos de las casas vecinas
con pasos acrobáticos, burlando carabinas:
estrupa, rapta, riñe sintiendo amanecer…
La luz de muchos días, cuando a tornar empieza,
lo ve tendido siempre rumiando su pereza
como un poeta huraño que lee a Baudelaire
César Atahualpa Rodríguez
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