A mí no me gustaba la salsa, pero desde que me vine a vivir a Lima todo cambió, luego tuve que ir a Colombia para analizar la obra de Andrés Caicedo y desde ahí nació una relación medio extraña (la odio y la amo), mis amigos dicen que la adoro y debe ser cierto porque siempre regreso a ella con una cerveza y tan llena de recuerdos. Recuerdos de mi limeño hermoso, fiel a mi mal genio, a mis engreimientos, a mi soberbia, a mi mala hierba que detiene sus pasos y agranda su silencio.
Hoy, solo hoy puramente impía le escribo y lo condeno…

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