Pero los amorosos suspiros de una mujer no siempre son fingidos cuando, abrazada al varón, enlaza el miembro con miembro y le chupa los labios húmedos con sus besos. A menudo es sincera y anhela participar en el goce, cuando excita al varón a recorrer la amorosa carrera. De no ser así, las hembras de los animales, salvajes y domésticas, aves y ganados, las yeguas, en fin, no podrían someterse a los machos, si su naturaleza no ardiera también en el calor desbordante y no correspondiera gozosa al deseo de los otros.
¿ No ves a menudo en sus cadenas comunes? Cuántas veces en una encrucijada dos perros desean separarse y tiran en direcciones contrarias con todas sus fuerzas, pero no pueden soltarse de las fuertes cadenas de Venus; lo cual no harían jamás si no conocieran goces recíprocos, capaces de hacerlos caer en la trampa y retenerlos atados. Por tanto, una vez más lo repito, el goce es común…

 

Puntuación: 0 / Votos: 0