Arrojé hacia la tierra del jardín un hueso de durazno: que los elementos te sean propicios, y que la naturaleza no pierda su oportunidad. Espero que el todo sea fiel a sus certezas y cada cosa produzca su joven árbol. Y aquí estoy cultivando lo que sucede con mi propia fe. Pero necesito conjunciones favorables, agua y temperatura para encuentros decisivos y convecciones que maduren una fermentación feliz. Cuerpo y palabra es suficiente para querer vivir…

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