Siempre he tenido la idea de que éramos cercanos, como dos frutos nacidos de una misma rama. El día se eleva en el mismo momento en que te escribo, los truenos retumban suavemente, será una jornada lluviosa. Te imagino incorporándote en tu cama. Esa angustia que sientes, la siento yo igualmente. La noche nos abandona, la luz delimita, de nuevo a las personas, las diminutas personas.
Observo con resignación cómo la luz progresa. Descubro unos cabellos en la moqueta; esos cabellos no son los tuyos. Un insecto solitario escala los tallos de la lana. Mi cabeza cae, se alza de nuevo; siento verdaderos deseos de cerrar los ojos. Hace tres días que no duermo; hace tres meses que no trabajo. Pienso en ti.

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