A veces tiene los mismos días del sol mi ligero retazo de luz y lo amo en los seis años de mi exilio, en los seis años que mi mano ciega le ha negado todo lo que escribo.
Lo amo en mi innegable decadencia que muestra la travesía al vacío de este espíritu insípido que me desmenuza y perturba cuando él aparece.
Lo amo sin intentar trabar nuestra relación al borde de los libros y la música.
Lo amo porque en todo este tiempo me he sentido muy animada y yo no debería escribir ni ver estas cosas solo vivirlas con su luz brutal e intensa que opaca la mía, pero es de noche, amor, y el terror se instala…

 

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