Reseña presentada en el curso de Seminario de Historia de América Andina
Maestría: Lingüística-Estudios Andinos- Pontificia Universidad Católica del Perú
Docente: Antonio Zapata
Semestre: 2008-II
Alumno: Roger Gonzalo Segura
Autor: Herbert Klein. Historia de Bolivia.
Pie de Imprenta: La Paz : Librería Editorial Juventud, 1993
Descripcion: 328 p.
Este libro aparece con el título original de Bolivia: The evolución of a Multi-Etnic Society. El título nos anticipa la caracterización de una sociedad peculiar donde han coexistido diversos grupos humanos con lenguas y culturas propias y diferentes al mundo castellano occidental. Este último rompió con toda regla de convivencia originaria, negando sistemáticamente toda participación en la toma de decisiones económicas, políticas y haciendo pedazos las organizaciones sociales basadas en los ayllus , lo que se ha acentuado aún más en la república donde el tributo indio siguió siendo la base de la economía durante unos 100 años más de la república boliviana, y la implementación de las haciendas incluyó la explotación sin límites del indio cuya manifestación más detestable fue el odiado pongueaje que tendría fin recién con las incursiones “revolucionarias” del MNR de Paz Estenssoro en los años 50 del s. XX, momento que marcaría la participación campesina, por primera vez, y en las sucesivas elecciones esto sería usado para los intereses de distintos grupos políticos.
La versión traducida titulada Historia de Bolivia, libro organizado en diez capítulos, en sus primeros tres caracteriza la geografía de Bolivia en la que han pasado diversas civilizaciones precolombinas hasta la llegada de los materialistas españoles con hambre de oro y plata. Éstos instauran las bases de una sociedad colonial de por demás abusiva y genocida, cuya economía dependerá de la mina de plata más rica del mundo, Potosí, causando no sólo ganancias a favor de pocos, sino que terminará en una crisis social que se manifestará en su máxima expresión al volverse, Bolivia, ingobernable, luego que España es invadida por los franceses y su rey destronado.
El capítulo IV trata sobre la guerra de la independencia y la creación de un estado nacional (1809-1841). Las incursiones independentistas concluyen en la declaración formal de su independencia en Charcas; de esta manera este hecho se constituye en el primer intento de la independencia americana y curiosamente también Charcas es la última en obtenerla. Esta gesta es aplastada por el ejército realista peruano dirigido por Goyeneche y por el de La Plata al mando del Mariscal Nieto, gesta que termina con el ajusticiamiento de Murillo, en la plaza que lleva su nombre hasta hoy en La Paz, y los oidores que se habían declarado rebeldes en nombre del rey derrocado, Fernando VII. En lo referente a los indios se han visto a muchos de ellos enrolados en ambos lados, permitiendo así la obtención de armas, hecho que incrementa el nivel de violencia y conflicto social de magnitudes muy destructivas de los cuales Bolivia no ha podido recuperarse aun después de su independencia. A pesar de las incursiones independentistas apoyadas por la Argentina libre, hasta 1825 Charcas es oficialmente realista y es controlada por el General Olañeta, quien no se adhiere a la causa de los realistas en el Perú ni quiere saber nada con los independentistas; por lo que hasta ese año, la libertad boliviana llegó a depender de la suerte de factores externos llevados por el ejército de San Martín y el de Bolívar. En enero de 1825, el viejo general Olañeta muere en un combate con sus propias tropas alzadas que dio pase libre a Sucre y el 6 de agosto en una Asamblea se declara la independencia y la creación de un nuevo Estado que lleva el nombre de Bolívar en base a la antigua audiencia de Charcas. Sucre como su primer presidente pone las bases para la naciente república y confisca el patrimonio de la iglesia, la que de esta acción revolucionara no se recuperaría, en palabras del autor, jamás. Entre otros destacados gobernantes que suceden está Andrés de Santa Cruz, de padre español y madre aimara, quien se convierte en el propulsor de uno de los últimos intentos de la unificación de Perú y Bolivia denominando a esto Confederación Perú-Boliviana, de la cual fue su Presidente hasta su derrota “gracias” a la intervención chilena. Así fue que Bolivia nace en un contexto donde sólo el 20% era de habla castellana y éste tendrá en sus manos el poder casi hasta la actualidad.
El capítulo V trata sobre una larga crisis gubernamental que empieza desde 1841 hasta 1880, año en que Bolivia se retira del conflicto del Pacífico y pierde definitivamente su litoral. Su economía ha dependido del tributo indio en su mayor porcentaje, seguido por la explotación de la plata, y a hasta antes de la Guerra del pacífico del guano y el salitre del litoral boliviano que fue prácticamente subastado a precio de regalo por Melgarejo (1864-1870) lo que motivó a los capitalistas chilenos apoyados por los ingleses una ambición sin precedentes que terminó en una injustificada guerra donde el Perú pierde la provincia de Tarapacá por culpa de una inepta clase gobernante que dirigía la nueva república a espaldas de un Perú profundo que no entendía las sinrazones de ese conflicto armado.
En el capítulo VI se habla sobre el auge de la plata y del estaño del cual será el centro de interés de los políticos y el origen de los grandes barones de esos minerales que controlarán la política boliviana desde 1880 hasta el caos empujado por Salamanca en 1932. Entre los personajes de esta etapa se tiene al liberal Pando, al manipulador Ismael Montes y al oportunista Saavedra. En esta etapa nace una nueva orientación política que centraban su atención hacia el problema indio y el nacimiento de los primeros partidos de fachada socialista.
En el capítulo VII se describe la profundización de la ideología con tinte izquierdista que influirá hasta en los militares que se denominarán “socialistas”. Es una etapa donde se ha dado cabida a los más extremistas de la izquierda militar y civil bolivianos que tuvo su origen y respaldo a raíz de la disolución del orden establecido (1932-1952). El más desastroso de los gobiernos ha sido el de Salamanca (1931- 1934), latifundista cochabambino, que empujó al pueblo boliviano a una absurda guerra del Chaco que ocasionó la muerte de más de 65 mil bolivianos y unos 40 mil paraguayos. El fin de la guerra daría término a una larga etapa que había empezado desde la independencia. Entre los gobiernos socialistas militares de la oficialidad del Chaco se tiene a Toro, seguido por Busch (quien se suicidó), Peñaranda (que masacró a los mineros de Catavi), Villarroel (que promovió el primer congreso indígena de 1945 y muere colgado en un farol de la plaza principal de La Paz, julio de 1946, por una movilización civil clase mediera) y este periodo termina con Urriolagoitia quien no reconoce el triunfo desde el exilio de Paz Estenssoro dando el poder a una junta presidida por Ballivián, (1951-1952) quien, a su vez, anula las elecciones. Frente a este hecho, el pueblo armado se enfrenta al ejército en las calles y gana la batalla dejándolo a éste desmantelado e inútil, hecho que marca un nuevo periodo llamado “la revolución nacional” (1952-1964) donde el MNR se mantiene en el poder en base al apoyo de la masa campesina, y los líderes notables son Paz Estenssoro, Hernán Siles bajo la influencia del líder obrero de la izquierda extrema Lechin. La intervención directa de EE.UU. en los asuntos económicos de Bolivia y el ataque frontal de los campesinos contra el sistema latifundista son también hechos que caracterizan esta época. Los campesinos mantienen el control total de sus propios sindicatos y llegan a ser la fuente decisiva de fuerza política boliviana desde 1952 hasta la actualidad poniendo como presidente a un indígena de origen aimara, Evo Morales Ayma.
El capítulo IX trata del interregno militar que duró hasta 1982, y la consecuencia fue el hecho de que no hubo una clase política joven por lo que después del militarismo la política será controlada por los viejos líderes de los 50. El libro se cierra con la vuelta hacia la democracia y la reconstitución del MNR con Siles Suazo y Paz Estenssoro. Del mismo modo, el MIR encabezado por Jaime Paz Zamora y la ADN de un ex dictador Banzer estarán en la escena de una difícil transición de la política boliviana. 1989 es un año donde el contexto es el ideal para las masas aimara-quechua originarias, por lo que el autor cierra su libro con estas palabras: “La evolución social de Bolivia parece moverse también en direcciones originales que pronto podrían hacer del país una sociedad realmente bicultural en la que la élite [sic] blanca ya no pueda imponer una integración dependiente, sino que se vea a encontrar espacio de compromiso. Actualmente ningún partido de izquierda piensa en abandonar a las masas cholas ni en forzar su hispanización; incluso la derecha parece querer aceptar el proceso de cholificación que viene produciéndose. Esto no quiere decir que no reinen en la élite blanca dominante, sino que a medida que los cholos han ido escalando posiciones en la jerarquía social y se han infiltrado en los sectores profesionales en los últimos tiempos aquéllos han enmudecido. Con todo, en esta fase temprana del proceso resulta difícil predecir las demandas de la élite chola de reciente ascenso. Si éstas fueran demasiado extremadas, la aceptación podría transformarse en franca hostilidad. Pero en este momento Bolivia ha alcanzado un tipo de arreglo poco corriente, incluso tomando en consideración las situaciones más tolerantes de las sociedades multirraciales y multiétnicas de América Latina”.