HIISTORIA DE BOLIVIA

Reseña presentada en el curso de Seminario de Historia de América Andina
Maestría: Lingüística-Estudios Andinos- Pontificia Universidad Católica del Perú
Docente: Antonio Zapata
Semestre: 2008-II
Alumno: Roger Gonzalo Segura

RESEÑA


Autor: Herbert Klein. Historia de Bolivia.
Pie de Imprenta: La Paz : Librería Editorial Juventud, 1993
Descripcion: 328 p.

Este libro aparece con el título original de Bolivia: The evolución of a Multi-Etnic Society. El título nos anticipa la caracterización de una sociedad peculiar donde han coexistido diversos grupos humanos con lenguas y culturas propias y diferentes al mundo castellano occidental. Este último rompió con toda regla de convivencia originaria, negando sistemáticamente toda participación en la toma de decisiones económicas, políticas y haciendo pedazos las organizaciones sociales basadas en los ayllus , lo que se ha acentuado aún más en la república donde el tributo indio siguió siendo la base de la economía durante unos 100 años más de la república boliviana, y la implementación de las haciendas incluyó la explotación sin límites del indio cuya manifestación más detestable fue el odiado pongueaje que tendría fin recién con las incursiones “revolucionarias” del MNR de Paz Estenssoro en los años 50 del s. XX, momento que marcaría la participación campesina, por primera vez, y en las sucesivas elecciones esto sería usado para los intereses de distintos grupos políticos.
La versión traducida titulada Historia de Bolivia, libro organizado en diez capítulos, en sus primeros tres caracteriza la geografía de Bolivia en la que han pasado diversas civilizaciones precolombinas hasta la llegada de los materialistas españoles con hambre de oro y plata. Éstos instauran las bases de una sociedad colonial de por demás abusiva y genocida, cuya economía dependerá de la mina de plata más rica del mundo, Potosí, causando no sólo ganancias a favor de pocos, sino que terminará en una crisis social que se manifestará en su máxima expresión al volverse, Bolivia, ingobernable, luego que España es invadida por los franceses y su rey destronado.
El capítulo IV trata sobre la guerra de la independencia y la creación de un estado nacional (1809-1841). Las incursiones independentistas concluyen en la declaración formal de su independencia en Charcas; de esta manera este hecho se constituye en el primer intento de la independencia americana y curiosamente también Charcas es la última en obtenerla. Esta gesta es aplastada por el ejército realista peruano dirigido por Goyeneche y por el de La Plata al mando del Mariscal Nieto, gesta que termina con el ajusticiamiento de Murillo, en la plaza que lleva su nombre hasta hoy en La Paz, y los oidores que se habían declarado rebeldes en nombre del rey derrocado, Fernando VII. En lo referente a los indios se han visto a muchos de ellos enrolados en ambos lados, permitiendo así la obtención de armas, hecho que incrementa el nivel de violencia y conflicto social de magnitudes muy destructivas de los cuales Bolivia no ha podido recuperarse aun después de su independencia. A pesar de las incursiones independentistas apoyadas por la Argentina libre, hasta 1825 Charcas es oficialmente realista y es controlada por el General Olañeta, quien no se adhiere a la causa de los realistas en el Perú ni quiere saber nada con los independentistas; por lo que hasta ese año, la libertad boliviana llegó a depender de la suerte de factores externos llevados por el ejército de San Martín y el de Bolívar. En enero de 1825, el viejo general Olañeta muere en un combate con sus propias tropas alzadas que dio pase libre a Sucre y el 6 de agosto en una Asamblea se declara la independencia y la creación de un nuevo Estado que lleva el nombre de Bolívar en base a la antigua audiencia de Charcas. Sucre como su primer presidente pone las bases para la naciente república y confisca el patrimonio de la iglesia, la que de esta acción revolucionara no se recuperaría, en palabras del autor, jamás. Entre otros destacados gobernantes que suceden está Andrés de Santa Cruz, de padre español y madre aimara, quien se convierte en el propulsor de uno de los últimos intentos de la unificación de Perú y Bolivia denominando a esto Confederación Perú-Boliviana, de la cual fue su Presidente hasta su derrota “gracias” a la intervención chilena. Así fue que Bolivia nace en un contexto donde sólo el 20% era de habla castellana y éste tendrá en sus manos el poder casi hasta la actualidad.
El capítulo V trata sobre una larga crisis gubernamental que empieza desde 1841 hasta 1880, año en que Bolivia se retira del conflicto del Pacífico y pierde definitivamente su litoral. Su economía ha dependido del tributo indio en su mayor porcentaje, seguido por la explotación de la plata, y a hasta antes de la Guerra del pacífico del guano y el salitre del litoral boliviano que fue prácticamente subastado a precio de regalo por Melgarejo (1864-1870) lo que motivó a los capitalistas chilenos apoyados por los ingleses una ambición sin precedentes que terminó en una injustificada guerra donde el Perú pierde la provincia de Tarapacá por culpa de una inepta clase gobernante que dirigía la nueva república a espaldas de un Perú profundo que no entendía las sinrazones de ese conflicto armado.
En el capítulo VI se habla sobre el auge de la plata y del estaño del cual será el centro de interés de los políticos y el origen de los grandes barones de esos minerales que controlarán la política boliviana desde 1880 hasta el caos empujado por Salamanca en 1932. Entre los personajes de esta etapa se tiene al liberal Pando, al manipulador Ismael Montes y al oportunista Saavedra. En esta etapa nace una nueva orientación política que centraban su atención hacia el problema indio y el nacimiento de los primeros partidos de fachada socialista.
En el capítulo VII se describe la profundización de la ideología con tinte izquierdista que influirá hasta en los militares que se denominarán “socialistas”. Es una etapa donde se ha dado cabida a los más extremistas de la izquierda militar y civil bolivianos que tuvo su origen y respaldo a raíz de la disolución del orden establecido (1932-1952). El más desastroso de los gobiernos ha sido el de Salamanca (1931- 1934), latifundista cochabambino, que empujó al pueblo boliviano a una absurda guerra del Chaco que ocasionó la muerte de más de 65 mil bolivianos y unos 40 mil paraguayos. El fin de la guerra daría término a una larga etapa que había empezado desde la independencia. Entre los gobiernos socialistas militares de la oficialidad del Chaco se tiene a Toro, seguido por Busch (quien se suicidó), Peñaranda (que masacró a los mineros de Catavi), Villarroel (que promovió el primer congreso indígena de 1945 y muere colgado en un farol de la plaza principal de La Paz, julio de 1946, por una movilización civil clase mediera) y este periodo termina con Urriolagoitia quien no reconoce el triunfo desde el exilio de Paz Estenssoro dando el poder a una junta presidida por Ballivián, (1951-1952) quien, a su vez, anula las elecciones. Frente a este hecho, el pueblo armado se enfrenta al ejército en las calles y gana la batalla dejándolo a éste desmantelado e inútil, hecho que marca un nuevo periodo llamado “la revolución nacional” (1952-1964) donde el MNR se mantiene en el poder en base al apoyo de la masa campesina, y los líderes notables son Paz Estenssoro, Hernán Siles bajo la influencia del líder obrero de la izquierda extrema Lechin. La intervención directa de EE.UU. en los asuntos económicos de Bolivia y el ataque frontal de los campesinos contra el sistema latifundista son también hechos que caracterizan esta época. Los campesinos mantienen el control total de sus propios sindicatos y llegan a ser la fuente decisiva de fuerza política boliviana desde 1952 hasta la actualidad poniendo como presidente a un indígena de origen aimara, Evo Morales Ayma.
El capítulo IX trata del interregno militar que duró hasta 1982, y la consecuencia fue el hecho de que no hubo una clase política joven por lo que después del militarismo la política será controlada por los viejos líderes de los 50. El libro se cierra con la vuelta hacia la democracia y la reconstitución del MNR con Siles Suazo y Paz Estenssoro. Del mismo modo, el MIR encabezado por Jaime Paz Zamora y la ADN de un ex dictador Banzer estarán en la escena de una difícil transición de la política boliviana. 1989 es un año donde el contexto es el ideal para las masas aimara-quechua originarias, por lo que el autor cierra su libro con estas palabras: “La evolución social de Bolivia parece moverse también en direcciones originales que pronto podrían hacer del país una sociedad realmente bicultural en la que la élite [sic] blanca ya no pueda imponer una integración dependiente, sino que se vea a encontrar espacio de compromiso. Actualmente ningún partido de izquierda piensa en abandonar a las masas cholas ni en forzar su hispanización; incluso la derecha parece querer aceptar el proceso de cholificación que viene produciéndose. Esto no quiere decir que no reinen en la élite blanca dominante, sino que a medida que los cholos han ido escalando posiciones en la jerarquía social y se han infiltrado en los sectores profesionales en los últimos tiempos aquéllos han enmudecido. Con todo, en esta fase temprana del proceso resulta difícil predecir las demandas de la élite chola de reciente ascenso. Si éstas fueran demasiado extremadas, la aceptación podría transformarse en franca hostilidad. Pero en este momento Bolivia ha alcanzado un tipo de arreglo poco corriente, incluso tomando en consideración las situaciones más tolerantes de las sociedades multirraciales y multiétnicas de América Latina”.

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ORIGEN Y EXPANSIÓN DEL QUECHUA SEGÚN ALFREDO TORERO


Vestimenta Ichuña – Moquegua (Docentes de Instituto Superior Pedagógico “Alianza Ichuña-Bélgica” de Moquegua
Origen del quechua según Alfredo Torero
(MONOGRAFÍA)
Curso: Seminario de Historia de América Andina, PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
Maestría en Lingüística-Estudios Andinos
Profesor: Dr. GASTÓN ANTONIO ZAPATA VELASCO
Alumno: Roger R. Gonzalo Segura
Lima, 2008
ORIGEN Y EXPANSIÓN DEL QUECHUA SEGÚN ALFREDO TORERO
0. INTRODUCCIÓN
La presente monografía tiene por objeto retratar la forma cómo es explicado el avance del quechua en sus diversas fases de expansión, de acuerdo con la datación que realiza Torero y sus posteriores correcciones y adecuaciones. En el trascurso de la presentación de este trabajo, estaremos constantemente recurriendo a la lectura que realiza Rodolfo Cerrón-Palomino sobre el tema ya referido cuyas opiniones son fundamentales para complementar con la explicación que realiza Torero.
1. GENERALIDADES
Hasta la actualidad nos han llegado diversas hipótesis sobre el origen y expansión de una de las lenguas indígenas más habladas del mundo: el quechua. Cerrón-Palomino (1987: 323-349) menciona las siguientes: a) la hipótesis del origen serrano en la que se atribuye a Cuzco “como su centro inicial, y a las conquistas incaicas como su mecanismo de difusión, sostenida por Rowe (1950) y Riva Agüero ya en 1921, b) la hipótesis de origen costeño postulada en 1911 por Manuel González de la Rosa , retomada por Porras Barrenechea en 1951 y fundamentada con los estudios dialectológicos y de reconstrucción que le dedicaron Parker y Alfredo Torero para el sustento de esta hipótesis concluyendo que los dialectos diferentes al cuzqueño correspondiente a la rama central peruana son más conservados, por tanto, son de mayor antigüedad, c) la hipótesis del origen forestal que asigna como foco de difusión entre Chachapoyas y Macas (ceja de selva) y fue sostenida por William H. Isbell en 1974 basándose en la arqueología y la ecología, y por último, d) la hipótesis del origen ecuatoriano en la opinión de Tschudi, seguida por Middendorf, Brinton y Louisa Stark, hipótesis muy discutible que desde la lingüística no encuentra ningún asidero.
2.
LA POSTURA DE TORERO
Torero es uno de los primeros lingüistas que se dedica al estudio de la dialectología quechua de América del Sur en base a sistemáticos y rigurosos trabajos de campo que le ha permitido incursionar en la reconstrucción del protoquechua y su posterior clasificación, que le han permitido derrumbar con la hipótesis de que Cuzco era el foco de origen y expansión de la lengua quechua y puesto en serio cuestionamiento de otras. Entre otros trabajos que corroboran son los realizados por Cerrón-Palomino quien a partir desde sus estudios onomásticos pone sobre tela de juicio inclusive el origen quechua del nombre “Cuzco”, concluyendo que más bien es de etimología aimara aunque “no debe descartarse la posibilidad de que provenga de otra lengua, de antigua presencia en la región altiplánica: la puquina” (Cerrón-Palomino 2008: 259-290). Es más todo indica que ni los incas eran cuzqueños tal como hace entrever la historiadora María Rostworowski: “No se trata de un grupo mítico como tantos otros pues lo hemos podido rastrear desde los inicios, en la llegada al Cusco [sic] del grupo de Manco Capac […]”. Con esta “llegada al Cusco” los habitantes originarios son desplazados por los “extranjeros” incas, especialmente, los del curacazgo llamado Ayarmaca quienes “sostuvieron prolongadas luchas contra los incas” invasores (Rostworowski 1999: 30-31).
En 1964, Torero desde luego que sostiene que el quechua ha tenido como centro de difusión la costa y la sierra centro-peruanas señalando que “las profundas divergencias entre los grandes grupos de estos dialectos llevan a concluir que la hipótesis más sencilla y natural acerca del centro de la difusión inicial de la lengua es la que lo ubica en la costa y sierra centrales del Perú” argumento que seguiría reforzándose con los trabajos posteriores que entre los que más destaca es el de Cerrón-Palomino (1987; 2000).
Torero, desde 1964, como es sabido, se ocupa fundamentalmente de la reconstrucción del protoquechua (PQ), incidiendo, a la vez, en la evolución, clasificación y zonificación de los dialectos modernos de la familia lingüística quechua. Así, en sus inicios, dedica sus esfuerzos para realizar un trabajo de carácter interno, de corte diacrónico y sincrónico del quechua, abordando, al mismo tiempo, los aspectos “externos” del quechua en las publicaciones que hace en 1970 y 1974 y, con las reformulaciones hechas en 1983 y 1984, respaldando, esta vez, su hipótesis con los datos arqueológicos y etnohistóricos, contextualizando los datos en el marco de los acontecimientos histórico-culturales del desarrollo de las sociedades andinas. Desde el punto de vista histórico interesaba elaborar una glotocronología que dé una visión más precisa sobre la expansión y dialectización del quechua como consecuencia de diversos eventos socioculturales a lo largo del tiempo en determinados espacios.
Para lo anterior, Torero recurre a la glotocronología aplicando el método de la lexicoestadística , en 1970 y ofrece los resultados del cotejo de treintisiete variedades dialectales entre sí, de las cuales veinte corresponden al huáihuash, cinco al yúngay, y las doce restantes al chínchay. El cálculo realizado arroja un tiempo de siete a once siglos de separación, descontados a partir de 1970, para los dialectos huáihuash y yúngay de los de chínchay. Asimismo, las variedades huáihuash y yúngay presentan entre sí unos siete siglos de divergencia máxima. De otro lado, al interior de cada uno de los tres subgrupos, los dialectos muestran siete siglos para el huáihuash y yúngay y más de siete para los del chínchay. El mismo cálculo, parecía confirmarse que los estudios dialectológicos ofrecían resultados que, por una parte, los dialectos de Alis (huáihuash) y Laraos (yúngay), hablados en Yautos, Lima, registran las cifras menos “altas de separación en comparación con el resto de los dialectos; de otro lado, el dialecto de Lamas (San Martín) presenta el mayor índice de separación en relación con el resto de sus congéneres chínchay” (cf. Cerrón-Palomino 1987: 329-330).
Torero (1970: 248-251) cuando realiza los estudios para dar con los datos sobre la separación sociohistórica de los desplazamientos idiomáticos, postula tres fases de expansión del quechua a partir de la costa y sierra centrales del Perú. La primera fase expansiva de la lengua, en este caso, la primera dispersión del protoquechua, habría estado asociada con el surgimiento del Pachacámac alrededor del año 880 de nuestra era, cifra que es arrojada a partir del cotejo realizado entre los dialectos de Ferreñafe (Lambayeque) y Santiago de Estero (Argentina), cubriendo posiblemente los territorios actuales de los departamentos de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín y el norte de Lima, es decir, aproximadamente, el territorio que corresponde a las variedades de QI. La segunda fase expansiva se habría dado alrededor del siglo XIII, en virtud de los desplazamientos en dirección opuesta. La primera onda, correspondería al origen de la variedad yúngay, del litoral norteño-central, que habríase propagado hacia la costa y la sierra norteñas, alcanzando las serranías de la provincia de Ferreñafe (Lambayeque) y llegando posteriormente a Cajamarca. La segunda onda constituye la variedad chínchay, que se habría expandido por la costa y la sierra sur, a partir Chincha (Ica) que se constituye como el epicentro de su difusión. Sobre este último flujo, “Torero admite la posibilidad de que los chancas, ubicados en la cuenca del río Pampas, y que al parecer formaban una confederación de distintas naciones o etnías cada una con su propia lengua, cumpliendo un rol decisivo en la difusión del quechua por la sierra sur” (cf. Cerrón-Palomino 330-331).
Por último, la tercera expansión del quechua habría ocurrido a fines del siglo XV desde la variedad chínchay, que en la actualidad mostraría diferencias poco profundas y es la que se atribuye como hablada y difundida por los incas. Es ésta la variedad que cumple la última fase expansiva se le denomina la “lengua general” tal como aparece en los primeros documentos de la colonia. Las variedades del chínchay se propagaron más allá del actual territorio peruano, y la determinación de la procedencia de sus dialectos similares a la cuzqueña, a las cuales Torero llama “Chínchay Inca”, variedades que habría dado su avance mediante la conquista incaica (dialectos al sur de Lima y Junín, incluyendo el boliviano, el argentino, a los cuales Torero los denomina “huámpuy sureño”).
3. REPLANTEAMIENTO DE TORERO
Cerrón-Palomino (1987: 331), hace una observación a los resultados glotocronológicos logrados por Torero, porque la comparación lexicoestadística arroja tiempos menores de separación que a la vez “no se ajusta a la realidad”, tanto al interior de las variedades de QI como la realizada entre los miembros de éste con los de QII. Por lo que, Torero replantea el cuadro cronológico ofrecido anteriormente formulando reajustes necesarios. Esta reformulación aparece en 1983 y 1984, justificando estas dificultades con dos razones:
a) el carácter compacto, continuo y poco extenso del área cubierta por el QI y
b) el hecho de que las variedades de éste fueran sometidas a una constante presión en épocas diferentes, por parte de hablas pertenecientes al QII.

Como se puede ver, que se diga que la primera bifurcación se haya dado en el año 880 d.C., es una fecha relativamente reciente que no justifica la fragmentación ocurrida en los dialectos centrales (por ejemplo, el Huanca). Torero en 1984 concluye que la primera ruptura del quechua debió producirse “en un período en varios siglos anterior, lo suficientemente largo como para que se generen los rasgos diferenciales (básicamente gramaticales) que separaron al protoidioma en I y II” (Torero 1984: nota 2). Esto quiere decir que la primera bifurcación del protoquechua se habría producido a principios de nuestra era y no en el año 880, cuando las sociedades del valle del Rímac, que tendrían en Cajamarquilla su centro más importante estaban en su pleno desarrollo (entre 400 a 450 de n.e.). La segunda expansión, que corresponde a la división del QII, es cuando el QIIA se va en dirección de la sierra norte y el QIIB-C hacia la costa sierra sur desplazando a los dialectos aimaras, lo que habría tenido lugar tras la decadencia de Cajamarquilla, hecho que se repercute en Viñaque y en Tiahuanaco en el sur; lo que termina en el encumbramiento de Pachacámac en el siglo VIII, como centro del poder económico y religioso. Finalmente, tras la caída de éste (aunque continuaba siendo un poderoso e importante centro religioso hasta la llegada de los españoles y el saqueo y profanación emprendidos por Hernando Pizarro), surge Chincha como poderoso centro mercantil, sea terrestre y fundamentalmente marino, que habría dado como resultado la tercera expansión del quechua, como “lengua de relación”, en este caso como QIIB, por la costa norte hasta el Ecuador, y el QIIC en dirección del este y del sur. De esta manera, como se ve, el cuadro cronológico originario es corregido, por lo que se sabe que el Pachacámac será el impulsor de la segunda dispersión de la lengua y no el responsable de su primera escisión, como se habría sugerido al inicio, en razón a las dataciones proporcionadas por la glotocronología.
De esa manera, Torero llega a conclusiones mucho más realistas y en comentarios de Cerrón-Palomino “el propio sentido común aconsejaba una datación mucho más temprana para la escisión del protoquechua así como para explicar la profunda diversificación interna de QI y su “alejamiento” del QII, sobre todo, en sus puntos extremos” (1987: 331).

4. CONSIDERACIONES FINALES
Ahora bien, las fases expansivas del quechua, como es de suponer, implicaron la eliminación de otras lenguas que ocupaban los territorios cubiertos actualmente por aquél. Si bien no hay evidencias directas respecto de las hablas que preexistían en el área de dispersión del PQ, a excepción de los islotes lingüísticos aimaras formados por el jacaru y el cauqui (Yauyos, Lima), los indicios de la existencia de otros idiomas aumentan a medida que se rastrea la expansión de la lengua en sus dos fases restantes. Sin embargo, siendo relativamente abundantes –aunque no siempre precisas– las referencias a los distintos sustratos lingüísticos sobre los que se asentó el quechua en su última expansión, las correspondientes a las hablas que se distribuían en el área inundada por la segunda fase expansiva resultan más vagas.
Por lo que toca al área cubierta por el quechua central, creemos que hay evidencias indirectas que señalan la presencia previa de un sustrato aimara, hasta por lo menos la zona colindante con el antiguo territorio de culli, en las provincias norteñas de Ancash. Así parecen indicarlo no sólo la toponimia sino también cierto número de lexemas, si bien reducido (aunque faltan aún estudios destinados a la “depuración” del léxico atribuible al quechua), encontrados entre los dialectos de QI (cf. Adelaar 1986, Cerrón-Palomino 1987). De hecho, la subvariedad yaru del huáncay, designada así por Torero por corresponder aproximadamente al área de ocupación de dicha etnia, no acusa mayor influencia aimara que la que muestra el dialecto huanca.
Finalmente, el quechua ha desplazado en su avance hacia el norte a muchas lenguas, y desde el centro hacia el sur lo hace en contra de los dialectos aimaras previamente expandidos (tal como lo atestigua la toponimia) y del mismo puquina cuando éste estaba en proceso de aimarización.
BIBLIOGRAFÍA

ADELAAR, Willem F.H.
1986 “La relación quechua-aru: perspectivas para la separación del léxico”. Revista Andina, 8, pp. 379-399.
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo
1987 Lingüística quechua. Cuzco: C.E.R.A “Bartolomé de Las Casas” / GTZ
2000 Lingüística aimara. Cuzco: Centro Bartolomé de Las Casas, PROEIB-ANDES.
2008 Voces del Ande: Ensayos sobre onomástica andina. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María
2006 Historia del Tahuantinsuyu. 4ta. Reimpresión de la Segunda edición, 1999. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
RIVA AGÜERO, José de la
[1921] 1966 “Encomio del pueblo quechua”. Obras completas. Lima: PUCP, Tomo V, pp. 67-112.
ROWE, John Howland
1950 “Sound patterns in three Inca dialects”. International Journal of American Linguistics. Año 16, número 3, pp. 137-148.
TORERO, Alfredo
1964 “Los dialectos quechuas”. Anales Científicos de la Universidad Agraria. Año 2, número 4, pp. 446-478. La Molina, Lima.
1970 “Lingüística e historia de la sociedad andina”. Anales Científicos de la Universidad Agraria. Año 8, número 3-4, pp. 231-264. La Molina, Lima.
1974 El quechua y la historia social andina. Lima: Universidad Ricardo Palma.
1983 “La familia lingüística quechua”. En: POTTIER, Bernard (ed.). América Latina en sus lenguas indígenas. Caracas: UNESCO y Monte Ávila, pp. 61-92.
1984 “El comercio lejano y la difusión del quechua: el caso del Ecuador”. Revista Andina. Año 2, número 2, pp. 367-402. Cuzco: Centro Bartolomé de Las Casas.

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TOPÓNIMO ‘POMATA’

Mi inquietud por interpretar el topónimo Pomata (nombre del lugar que se encuentra a 104 km al sur este de Puno) nació desde el momento en que inusitadamente escuché en un par de hablantes mujeres a quienes las recuerdo hoy. En ellas, muy humildes, fluía la lengua aimara como el agua de las fuentes andinas, esplendorosa y más viva que nunca.

¿De qué manera se pronunció el nombre del cual quiero ocuparme? Pues como [pumat’a]. La consonante de la última sílaba es /t’/: sonido oclusivo glotalizado sordo. Esta manera de pronunciar el término conserva la posible pronunciación original del topónimo recogido como por el jesuita Ludovico Bertonio, en su monumental e inigualable Vocabvlario ([1612]1984: II, 393, entrada ) (en otro lugar aparece con una sola , (cf. entrada “Marca”). Si observamos la obra de Bertonio de 1612, él representa con para representar ortográficamente palabras como t'ant'a que significa "pan" (por ejemplo: ).

El asunto se complica más cuando hoy está de moda la interpretación semántica que los aficionados la dan hoy como “la casa del puma”, a partir del un falso análisis de que Pomata provendría de /puma + uta/. Así parece sugerir también los datos existentes en la Nueva Corónica del cronista lucaneño, Guamán Poma de Ayala ([1615?]1993: I, 886; III, 105), en cuyo escrito aparece como (en la transcripción presentada en la versión digitalizada por la Bilblioteca Real de Dinamarca aparece como ) de manera que esto condujo a Szemiński para que lo interpreta como “la casa del puma”.

Ahora bien, considero que el segmento “o” o “u” no es más que el resultado de una compensación por la pérdida del carácter glotalizado del oclusivo alveolar /t’/ (aunque habíamos pensado que se trataba en un antinguo verbalizador /-w/ que hoy subyacería en la duración /:/). Por tanto rechazamos que sea la /u/ de uta ‘casa’ toda vez que no satisface las reglas de formación de palabras por composición en el aimara. Véase los siguientes ejemplos concernientes a la designación de otros lugares:

QALA + UYU = QALUUYU (topónimo de la comunidad de Ticaraya) (Caluyo)
YUNKA + UYU = YUNKUUYU (Yunguyo)
PILKU + UYU = PILKUUYU (El Collao, Ilave)
Entonces PUMA+UTA = ¿PUMUUTA? (!)

Entre las dos palabras conformantes de los compuestos aimaras es claro notar que la primera palabra pierde su vocal pero no la cantidad: el timbre de la primera vocal de la segunda palabra es la que impone condiciones en el “alargamiento” vocálico resultante. Entonces según este procedimiento se esperaría un resultado así: PUMA + UTA = PUMUUTA, pero da el caso que el nombre de este pueblo no es PUMUTA sino POMATA. Entonces cabe la pregunta es ¿por qué PUMATA y no PUMUTA? Las lenguas son sistemas y funcionan como tal. Siendo esto así, el hecho de seguir afirmando que POMATA significa CASA DE PUMA, no tiene asidero, por dos razones:
1. Porque en Bertonio (1612) la doble t se usa para representar el sonido oclusivo alveolar glotalizado como en las siguientes palabras: Ttantta para PAN, o Ttakhsa- ‘lavar la ropa’.
2. Porque hay hablantes monolingües que aún la pronuncian así.
3. Porque PUMATA, si provendría de PUMA + UTA, no estaría cumpliendo con las reglas de composición del aimara. De otro modo la forma esperable sería PUMUUTA, pero no es el caso.
¿Entonces qué significa –t’a si no es UTA ‘casa’?

Volviendo a Bertonio, el gramático usa la doble “tt” para representar el sonido oclusivo alveolar globalizado /t’/ lo cual es confirmado por la espontánea pronunciación de nuestras referidas hablante y es rastreable todavía hoy (aunque muchos pomateños no me lo van a creer, pero sería necesario escuchar por curiosidad a los hablantes monolingües más ancianos para que lo emitan espontáneamente).

La errónea interpretación de POMATA como PUMA + UTA no sólo ocurre entre los pomateños sino en el propio Szemiński quien, como ya lo dijimos, se aventura interpretar como “Casa de puma” en el tomo referido al léxico quechua o aimara usado por Guamán Poma (TOMO III).

En conclusión, el significado de PUMA, queda claro: corresponde al nombre del felino andino. ¿Y -t’a? Sin embargo, habría que observar la emisión espontánea de otros topónimos que terminan en t’a o -ta: Tarata (Tacna), T’urata, Q’amata, Ch’uxata (Moquegua), Surata, etc. Sin embargo, sería necesario cotejar todos los topónimos existentes en la zona que terminen en –ta. Teniendo en cuenta su recurrencia, no sería nada raro que la terminación -t’a o -ta signifique “lugar que tiene…” o “Lugar con…” como los sufijos –ni del aimara o el –yuq del quechua. De manera que Tarata significaría ‘lugar donde hay taras’ o Pomata ‘lugar donde hay pumas’, etc. De modo que ahora nos tocaría saber a qué lengua pertenece ese sufijo, o a qué lengua corresponde la formación. La respuesta es casi inmediata: la lengua puquina. Y precisamente es en esta zona donde la toponimia, cuya terminación es -ta, es recurrente.

DATO EXTRA:

Históricamente el lugar es muy importante. Por eso fue también un centro religioso importante antes y después de la llegada de los españoles. Por eso hoy tenemos el templo de San Santiago desde la llegada de los curas dominicos desde los inicios de la colonia.

En 1534, en Pomata quema a más de 600 personas incluido en Curaca de Chucuito, Cari Apaxa, por orden de Hernando Pizarro (Por otro lado, es muy importante que todo pomateño sepa la historia de Fray Francisco de la Cruz, doctrinero de Pomata y Yunguyo en 1562, y por qué fue quemado por la Inquisición ).

(*) Puma- = tanto en los vocabularios de Bertonio y González Holguín para se presenta como una raíz ambivalente (que puede ser nominal o verbal).

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