Por: Roger Gonzalo Segura
Guamán Poma ([1615] 1993: 772-775)
La rabia de Mario Vargas Llosa aparece como una forma de soberbia llena de irracionalidad y venganza de no se sabe por qué, y tiene su ingrata aparición desde cuando se burla satánicamente del suicidio de Arguedas escribiendo que “se disparó un balazo en la sien –frente a un espejo para no errar el tiro- el 28 de noviembre de 1969”. Como se advierte sólo un psicópata tendría esa impresión de por demás inhumana y malintencionada con tal de demostrar a como de lugar que los sueños de Arguedas no eran más que una “utopía arcaica” (cf. Vargas Llosa 1996: 13). Más que rabia diríase que se trata de un tumor maligno que creció en el fondo de su alma y llegó a su punto máximo cuando perdió las elecciones generales de 1990 y escribe El pez en el agua (1993) donde entre otras cosas llora su derrota política en el Perú y “retorna” a su “madre Patria” España convirtiéndose cual hijo pródigo en un súbdito que por no haber llegado a ser Virrey de Perú, tampoco se hizo merecedor de una patada, porque Carlos ya no era ese rey que lo mandó a Toledo a su casa por sus crímenes y, principalmente, por haber cometido un acto de magnicidio al asesinar a Túpac Amaru I (cf. Guamán Poma).
Admirador de los gringos, apapachador de Bush, adulador de los banqueros, amigo de los ricos, enemigo declarado de Fidel Castro y de Chávez, racista puro, autoproclamado conservador y liberal hasta el tuétano, Vargas Llosa está más desesperado que nunca porque la muerte le llegará pronto como a cualquier terrícola y “la utopía arcaica” se moderniza y está tan cerca de concretarse y las aguas inmovilizadas convertidas en lagos de Los Andes volverán a moverse y eso lo aterra. Lo aterra a Alan que fue a quejarse Bush de la existencia de un fundamentalismo andino en el Perú, lo aterra al bisexual confeso de Jaime Bayle, lo vuelve más odioso a Giamprietri, más hiena a Martha Hildebrand. se convirtieran en lagos. La desesperación de este español que quiso ser virrey del Perú es tanta que acusó al Presidente Boliviano Evo Morales “diciendo que está acabando su país” (EFE, 01 de octubre) cuando es Alán quien está conduciendo al Perú hacia la confrontación intercultural, el caos, el racismo, el robo (ejemplo, el regalo de propiedades estatales a los Wong). Bolivia está apostando por el diálogo, sino que existen enfermos como Vargas Llosa que son capaces de todo con tal de no querer compartir lo que por historia pertenece a los quechuas y aimaras. Ahora ¿qué dirá por el pedido que los nativos amazónicos hacen por sus tierras y por la creación de un ministerio de educación indígena?
Vargas Llosa cuando dice que Evo Morales es “un criollo latinoamericano típico, un mestizo hispanohablante, que está acabando con Bolivia, creando problemas monstruosos con la cuestión racial que antes no existían al nivel de ahora” (EFE 01/10/2008), no es más que por pura envidia porque él nunca será presidente y lo sabe muy bien, y lo sabía antes que fracasara en 1990. Por tanto, que siga escribiendo sobre Pichulita Cuellar en el palacio de su majestad el rey, Madrid y los perros, porque en su cabeza no hay más que puro Don Anselmos, Pantaleones, Curas fornicadores, borrachos, visitadoras, soldados, y debe saber que no tendrá más historia que su fracaso y lo mercantil de sus libros que se caracteriza por buena técnica y carente de temas realmente humanos y humanistas. La masiva lectura de las obras de Vargas Llosa no es más que un “boom” casual similar al consumo de la telebasura en el Perú, que no tendrá el lugar que tiene Homero que canta al heroísmo de los griegos por causa de una mujer adúltera y Cervantes en su eterna búsqueda de la terrenalidad de la justicia humana, lo que ni existe como posibilidad remota en la mente de los escritores liberales.
Nunca en Vargas Llosa sea desde cielo o el infierno nacería de su pluma, palabras tan profundas como las de Manuel Scorza: “Lo que pasa es que aquí en el Perú se ha emprendido una sistemática calumnia del pueblo indio, de la nación chola, porque quisieran que desapareciera; por eso se habla de “indigenismo”, pero el indigenismo ¡no existe! ¡Cómo se puede decir la barbaridad, por ejemplo, de que Arguedas es un indigenista! Arguedas es un escritor de talla dostoievskiana o en todo caso un nacionalista de la etnicidad”. Recordemos el aburrimiento que causaba la monotonía de las novelas de caballería tan leídas en Europa y quemadas por los personajes de El Ingenioso Quijote… por “órdenes” de la mente creadora y humana de Cervantes, tal fin tendrían los escritos rimbombantes como Vargas Llosa o el bisexual confeso de Jaime Bayle porque serán juzgados por no tener “energía e iluminación…para justificar la vida” (sus vidas) en las palabras de Arguedas , o en las del cronista aimara Guamán Poma, cuando por la muerte de Túpac Amaru Inca “degollado” por el virrey Toledo (1569-1581) éste es ignorado, sentencia: “Todo esto causa la soberbia de ser licenciado, doctor, presumen de saber mucho…” ([1615] 1993, Tomo II: 774) y, por supuesto, por ser un escritor banal, racista, odioso, egoísta y pesimista. Si Toledo fue “botado a punta pies” del palacio del rey de España en su momento, ahora un virrey como Alan García es condecorado por su majestad Juan Carlos I en la casa del porquerizo Pizarro (27-10-2008) por ser uno de los que combate al “fundamentalismo andino” quechua -aimara al que como buen gallinazo de las guerras mundiales lo bautiza con las palabras de Lope de Vega como El perro del Hortelano cuando lo que ignora intencionalmente es que él está más rodeado de hienas y ratas, que es aprobado, como es lógico, por su escritor, ahora admirador suyo, Mario Vargas Llosa, quien no dudó en visitarlo y abrazarlo cariñosamente e hipócritamente. ¡Los tiempos no han cambiado; son excelentes teatreros sin duda!
En suma, con razón los antepasados quechuas llamaron q’ara a estos especímenes y su descendencia por su perruno comportamiento, su sed insaciable por el oro, con muy claras excepciones que se enmarca en muy nobles figuras que la historia reconoce. Así y con todo, claro está que la inteligencia de Vargas Llosa es mezcla de liberal soberbia que tiene su origen en sus frustraciones primero como comunista desubicado, luego como un político oportunista que apareció con la sonrisa usurpada de las hienas defendiendo a los banqueros, y, por último, como un racista de los más perversos que daba pataletas al no poder realizar sus sueños que no son más que elucubraciones producidas desde las entrañas de las más bajas pasiones insatisfechas que se reflejan en sus escritos y sus gritos como súbdito español, y su mirada de buitre envidioso porque un dictador es presidente en su novela y en la realidad un indio es presidente de un país y él morirá sin serlo ni siquiera en el país sin sentido creado en sus libros.
NOTAS:
1 Para fraseando a Manuel Scorza
2 En términos de Arguedas (citado por Vargas Llosa en La utopía arcaica).
3 Expresión usada por Alan García en una conversación con el alcohólico Busch hijo en USA.