Hoy en día Afganistán es un Estado multiétnico, uno entre tantos. Aunque quizá uno especialmente complejo debido, al menos en parte, a la enorme amalgama existente aquende sus fronteras. Pero si analizamos esas etnias diversas con un mínimo de atención, pronto nos daremos cuenta de que sus avatares han sido muy diferentes. De entre todas las existentes, la etnia pastún destaca sobremanera por razones de peso. Demográficamente, es un colectivo significativo, con unos 40 millones de personas en total, aunque en la actualidad sólo unos 13 millones residen en suelo afgano (el resto, fundamentalmente en Pakistán). Aún así, son aproximadamente un 40% de la población total de Afganistán y, en algunas etapas de su historia (antes del establecimiento en 1893 de la línea Durand, la frontera vigente con Pakistán), han sido más de la mitad de esa población.
Pero a estas cifras habría que añadirle un análisis cualitativo cuyos lineamientos fundamentales serán expuestos en los siguientes epígrafes. Porque, efectivamente, su protagonismo a lo largo de la historia de Afganistán supera con creces al que hayan podido alcanzar el resto de colectivos. Y esta situación no está llamada a cambiar, a tenor de lo que estamos viendo en nuestros días. No se trata aquí de presumir nada relativo a los hipotéticos derechos de unos y otros; no es ese el objetivo de este análisis. En cambio, sí lo es clarificar el papel de los pastún en la reciente historia de Afganistán y, a partir de ahí, en la actualidad. Todo ello con la mirada puesta en una mejor comprensión de la forma de ser de este colectivo, de sus aspiraciones y de sus relaciones con otros actores.