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En la tragedia, un personaje se enfrenta a un destino trágico y prácticamente ineludible que es consecuencia de sus mismos actos, los cuales, aunque inconscientes, son determinantes en el rumbo siniestro que culmina en su desgracia. A la par del camino trágico, el actor se ve enfrentado por el coro −fuente de consejo, advertencia y opinión− que inútilmente trata de corregir el camino del protagonista. Actualmente, es la civilización humana quien protagoniza la tragedia, cuyo nombre es “calentamiento global”.

El calentamiento global tiene como principal causa la emisión de gases que fungen como reflejantes de la energía solar y terrestre −llamados de “efecto invernadero”−; el principal es el dióxido de carbono. Históricamente, ha habido épocas de calentamiento global ocasionado por procesos naturales como erupciones volcánicas y colisiones de meteoritos. Sin embargo, el problema actual, a diferencia de procesos anteriores, tiene su raíz en la emisión de gases contaminantes por la civilización humana y es de mayor magnitud.

Con el inicio de la Revolución Industrial, el sistema de producción se transformó de uno basado principalmente en energía animal a otro cuya base energética era la combustión de recursos fósiles y madereros. Aquí es donde empieza el problema ambiental actual pues, ignorando las consecuencias futuras, las generaciones anteriores quemaron cuanto necesitaron para su desarrollo económico, estableciendo un sistema de suministro energético basado en la emisión de contaminantes. Muestra de esto es que el Observatorio Mauna Loa registró en 2015 una concentración de 398.17 partes por millón, cuando el máximo recomendable –dejado atrás en 1990− es de 350 partes por millón.

Para entender el problema del calentamiento global es necesario explicar los procesos físicos que influyen en el clima terrestre. En primer lugar, es fundamental aclarar que el término “clima” se refiere a la tendencia general del “tiempo”, entendido como las condiciones atmosféricas en un determinado lugar en un momento particular. En este sentido, mientras que el clima es continuamente fluctuante, el tiempo mantiene cierta orientación.

El proceso que determina la temperatura general de la Tierra es básicamente un equilibrio que se forma entre dos flujos de energía: por un lado, la proveniente del Sol y, por otro, la que emite la Tierra hacia el espacio. Idealmente y naturalmente, cuando hay exceso de energía en el planeta, esta sale de la Tierra. Análogamente, cuando no se recibe suficiente energía del Sol, la cantidad emitida al espacio disminuye. De esta forma el planeta mantiene el equilibrio de energía en él.

EQUILIBRIO ENERGÉTICO TERRESTRE
Teniendo esto en cuenta, debemos pasar a las alteraciones energéticas. Hay tres formas en que la energía terrestre se puede ver alterada. Primero, por un cambio en la intensidad del brillo solar, lo cual implicaría una alteración en la energía que emite. Segundo, por la variación del brillo terrestre, que funciona como un espejo del Sol e implica dos posibles escenarios. Por un lado, sería natural que se registrara un menor brillo y mayor energía recibida por el astro. Sin embargo, puede que un mayor brillo venga acompañado de una disminución en la energía recibida, lo cual es consecuencia de factores reflejantes como la nieve o las nubes. Además, este fenómeno puede ser causado por los gases de efecto invernadero que, al establecer una especie de barrera atmosférica que consume y reduce los flujos de energía, disminuyen la entrada y la salida de energía en el planeta, como se muestra en el siguiente diagrama.

Los gases de efecto invernadero, denominados “no transparentes”, son el dióxido de carbono, el metano, el ozono y el vapor de agua, entre otros. El vapor de agua, en este caso, tiene consecuencias particulares. Por un lado, como se ha dicho, las nubes son reflejantes de la energía solar y contribuyen a disminuir el calor recibido en la Tierra. Por otro, como la cantidad de vapor de agua en la atmósfera depende del clima, este incrementa con la emisión de los otros gases de efecto invernadero, lo cual potencializa y fortalece dicho efecto. En consecuencia, el equilibrio natural de la energía terrestre se altera, aumentando paulatinamente el calor en la Tierra e incrementando la temperatura terrestre, en virtud del almacenamiento excesivo de energía. Por ejemplo, en México, desde la década de 1960, la temperatura promedio ha aumentado 0.6 grados Celsius anualmente, según datos del Banco Mundial.

El aumento de la energía y del calor en el planeta tiene severas consecuencias, principalmente que altera los equilibrios ecológicos de los ecosistemas. De este modo, trae consigo la extinción de especies, el incremento de los niveles del mar, una mayor probabilidad de incendios forestales, efectos nocivos en la producción mundial de alimentos y un preocupante aumento de enfermedades en poblaciones humanas y animales. Por estos motivos es que el efecto invernadero, causante del calentamiento global, es, en pocas palabras, la tragedia de nuestro tiempo.

Según el Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) las consecuencias ecológicas del calentamiento global, en el caso de México, serán múltiples. En primer término, diversas zonas de bosques tropicales y semiáridas se verán alteradas por el incremento de la temperatura y darán paso a sabanas y suelos áridos, respectivamente. Esto traerá consigo en consecuencia la extinción de aproximadamente 14% de las especies que habitan en estos climas. Además, en virtud del cambio climático y del incremento del nivel del mar, los ecosistemas húmedos costeros se verán profundamente afectados, principalmente en la región del golfo de México.

En el mundo se ha tratado de combatir el cambio climático con convenciones como la de Montreal en 1987 −en la que por primera vez se reconocieron el problema y sus consecuencias futuras y se establecieron medidas para la reducción de contaminantes atmosféricos− y el Protocolo de Kioto. El siguiente paso será en la Conferencia de las Partes (COP) que se llevará a cabo en París a finales de 2015. En ella se espera acordar los marcos de acción internacional respecto al calentamiento global para después de 2020.

En marzo de 2015, México se presentó como el primer país en vías de desarrollo que se ha comprometido a reducir de forma notable sus emisiones de gases de efecto invernadero. Sus metas son disminuir en 25% sus emisiones para 2030 y en 50% para 2050. Además, México se ha comprometido a sustituir las fuentes de energía eléctrica actuales por medios no contaminantes −como molinos, paneles solares y fuentes hidráulicas− en 35%, antes de 2024.

En la tragedia griega el final desafortunado nunca es inevitable, pese a que sí es altamente probable. Sin embargo, siempre cabe la posibilidad de que esta se convierta en muestra de las cualidades y virtudes del personaje. En ocasiones, el protagonista logra imponerse frente a al desenlace de calamidades anunciado y llega así a la “sublimación”. Deja su estatus de simple mortal, para convertirse en héroe eterno, tras salvar el destino y demostrar que este nunca es absoluto, sino maleable. ¿Lograremos superar nuestra tragedia del presente, el cambio climático?

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