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Olvídense de los BRICS. He aquí siete países que, sin que estuviera previsto, conviene seguir de cerca.

 

AFP/Getty Images

 

El entusiasmo que impulsó el descubrimiento de los “mercados emergentes” en los 80 y el dinero fácil que disparó el crecimiento durante el boom de la primera década de este siglo son cosa del pasado. Los países más elogiados -Brasil, Rusia, India y China- están sufriendo una gran desaceleración, lo cual ha hecho que la tasa media de crecimiento de los países en vías de desarrollo haya vuelto a su antiguo nivel normal entorno al 5%. La economía mundial actual tiene un crecimiento moderado y desigual, y están apareciendo nuevas estrellas, países que hasta ahora no se habían valorado. Olvídense de los BRICS: estos siete países son las verdaderas estrellas ascendentes que conviene seguir de cerca:

 

1. Filipinas: La inmensa riqueza en recursos naturales de este país está todavía en gran parte por explotar, y su renta per cápita, estancada desde hace tiempo, sigue siendo inferior a 3.000 dólares (unos 2.300 euros), pero eso significa que tiene mucho margen para crecer. Desde su elección en 2010, el presidente Benigno “Noynoy” Aquino se ha esforzado en cumplir por fin la promesa hecha por su dinastía de devolver a Filipinas el brillo que tenía hace medio siglo, cuando se le consideraba el siguiente tigre del este asiático. Aquino ha dirigido unas reformas económicas que han hecho que el gasto público sea más transparente y ha presionado para aumentar los ingresos fiscales. Y gracias a su éxito en el sector de la deslocalización, la economía filipina ha visto crecer las rentas y extenderse la nueva riqueza.

 

2. Turquía: Los dos próximos miembros del club formado por las economías de un billón de dólares van a ser unas grandes democracias musulmanas: Indonesia y Turquía. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha aportado a su país ortodoxia económica, al controlar la hiperinflación  que estaba disparada cuando llegó al poder en 2003, y normalidad, al ofrecer oportunidades a musulmanes devotos a los que los regímenes laicos anteriores impedía obtener buenos puestos de trabajo. Con ello, en definitiva, incluyó a la mayoría de la población en la economía establecida, y desde ese momento Turquía no ha dejado de prosperar y de aprovechar el éxito de sus exportaciones de automóviles y el auge en el sector de los servicios financieros.

 

3. Indonesia: Casi todas las economías que han crecido fundamentalmente gracias a la exportación de materias primas -como Brasil y Rusia- han sufrido una brusca desaceleración debido a la crisis económica mundial. Pero Indonesia es una economía impulsada por las materias primas que, sin embargo, ha encontrado el equilibrio: entre su mercado exportador y su saludable economía de consumo, entre el capital nacional y los generadores provinciales de crecimiento, cada vez más dinámicos, y en un líder, Susilo Bambang Yudhoyono, que comprende los principios fundamentales de la reforma económica. Eso hace que el país sea el máximo ejemplo de los tigres del sureste asiático que quedaron neutralizados en la crisis financiera de 1997 pero hoy están volviendo a rugir.

 

4. Tailandia : Como el resto de sus vecinos, el país sufrió durante la crisis financiera del este de Asia a finales de los 90, cuando la devaluación de la moneda china de pronto restó competitividad al sureste asiático. Sin embargo, a medida que el renminbi se ha revalorizado en los últimos años y los salarios chinos han ido en aumento, la región, y en particular la fabricación en Tailandia, ha vuelto a ser competitiva. La incógnita tailandesa es la tensión política aparentemente interminable entre la capital y el campo. Si la primera ministra Yingluck Shinawatra puede contenerla, Tailandia está bien situada para prosperar como principal corredor comercial de la cuenca del Mekong.

 

5. Polonia: Entró en la Unión Europea en 2004 y es un caso de país en el momento dulce, el periodo en el que un Estado miembro se ha incorporado a la UE pero todavía no ha adoptado el euro. Es estable, atrae inversiones y recibe subsidios de la Unión, y ha hecho las reformas necesarias en sus instituciones financieras, además de reducir su déficit para cumplir los requisitos de la UE. Al mismo tiempo, no sufre la misma inestabilidad que implica la incorporación al euro (véase Portugal y España). Sigue creciendo a mucha más velocidad que la media europea y no tiene prisa por adoptar la moneda única. De hecho, Polonia confirmó hace poco su condición de modelo de reformistas con una dura revisión de las pensiones que eleva la edad de jubilación a los 67 años, cuando todavía muchos europeos se jubilan antes de los 60.

 

6. Sri Lanka: Las guerras han desbaratado numerosas economías en pleno crecimiento, pero pocas durante tanto tiempo como en el caso de Sri Lanka, donde la rebelión tamil de los 80 no terminó hasta hace unos cuantos años. Fue un milagro que la economía srilankesa pudiera crecer a un 4-5% durante ese periodo, cuando casi un tercio del territorio y el 15% de la población estaban aislados por los combates. Ahora el país está volviendo a incorporar las provincias que controlaban los rebeldes, y, con su situación estratégica en las rutas navieras entre India y China, y una población muy alfabetizada, debería empezar a crecer a mucha más velocidad.

 

7. Nigeria: En un país plagado durante años de dirigentes corruptos, el presidente Goodluck Jonathan se ha comprometido a hacer reformas y a fomentar las inversiones en agricultura, petróleo y gas natural y, sobre todo, energía eléctrica. De momento, el volumen de electricidad que genera toda Nigeria es tan poco como el de algunas ciudades pequeñas en Inglaterra, y esa falta de suministro eléctrico fiable hace que el país sea uno de los mercados más caros del mundo para las empresas que desean establecerse. Ahora bien, en un lugar así, no hace falta mucho para mejorar porque el nivel inicial es muy bajo, dado que su renta per cápita es de solo 1.500 dólares. El vuelco histórico que ha supuesto pasar de un mal gobierno a uno bueno, dedicado a mejorar las infraestructuras básicas e impulsar las inversiones, quizá baste para que Nigeria sea el que crezca más rápido del mundo durante los próximos cinco años y, en el proceso, se convierta en la mayor economía del continente africano.

 

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