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Días después de que estallara la violencia en el sur de Kirguizistán, el sitiado Gobierno interino del país no es todavía capaz de controlar la actual lucha entre los grupos kirguizos y uzbekos en las provincias de Osh y Jalalabad. Al menos 187 personas han muerto y miles han resultado heridas durante los disturbios. Según los medios de comunicación rusos, hasta 75.000 refugiados han comenzado a cruzar la frontera uzbeka. Las ONG locales creen que la cifra real podría ser mucho más alta. Escaso de efectivos, equipamiento, combustible y dispositivos fiables de comunicación, el Ejército kirguizo ha estado mal preparado para sofocar la violencia. El nuevo Ejecutivo, que tomó el poder en un violento alzamiento hace sólo tres meses, se ha visto sobrepasado e hizo un llamamiento a Rusia durante el fin de semana para que le proporcionara apoyo militar. No obstante, Moscú ha declinado la petición, declarando la violencia como un problema interno del país vecino.