Cada día, el Ejército de Estados Unidos gasta 1.750 millones de dólares (unos 1.300 millones de euros), gran parte de ellos en grandes buques, armas y batallones, que no sólo no son necesarios para ganar las guerras actuales, sino que seguramente serán el instrumento equivocado para librar las futuras. En este año, el noveno del primer gran conflicto entre naciones y redes, las Fuerzas Armadas estadounidenses –como ocurre a menudo con los ejércitos– no han sabido adaptarse como debían a las distintas circunstancias y han descubierto a las malas que sus enemigos, muchas veces, les llevan la delantera. El Ejército de EE UU se debatió como pudo durante años en Irak y luego demostró que era incapaz de comprender, ni en Irak ni en Afganistán, que los viejos refuerzos de tropas terrestres no ofrecen soluciones duraderas para unos conflictos nuevos contra adversarios organizados en redes.
LAS NUEVAS REGLAS DE LA GUERRA
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El visionario que predijo la era de la guerra en red que se avecina alerta de que el Ejército de EE UU está metiéndose en ella de forma equivocada en todas partes. Éste es su plan para hacer los conflictos más baratos, pequeños e inteligentes.