La XXXIX asamblea general de la OEA
El ajetreo diplomático de la última semana se asemeja a una merienda de grillos, es decir, un concierto de propuestas y una brújula huérfana de Norte. Honduras y Nicaragua se han encargado de presentar sendas propuestas para que Cuba regrese a la OEA, pero los Castro han determinado que a la Isla no le interesa volver a formar parte de un organismo “infame” y “basurero”, según lo califica Fidel Castro en sus últimas columnas semanales.
Lo paradójico es que oficialmente se reconoce, desde la OEA, que no existe consenso en la región para que Cuba se reincorpore al organismo, paradójico en el sentido que todos los presidentes latinoamericanos, sin excepción, apostaron por normalizar sus relaciones diplomáticas con La Habana, provocando un desfile de visitas en el último año, mostrando al final de cada una de ellas una fotografía de un Fidel Castro vital en el ocaso de su vida. Precisando: No existe consenso latinoamericano en la forma en que Cuba debe regresar al seno de la OEA; existe consenso regional en que Cuba debe hacerlo. En abril pasado, José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, se mostró partidario de buscar la fórmula para levantar la suspensión impuesta en 1962 a Cuba, desterrada desde entonces de la “oficialidad regional”.
Insulza quiere corregir la historia, y para ello ordenó la creación de una comisión especial que busca amarrar los consensos de cara a la cita de Honduras. Además de la propuesta de Honduras y Nicaragua, existe otra presentada por Estados Unidos, donde afirma su deseo de que la isla vuelva al sistema interamericano, siempre y cuando muestre apertura democrática. Por su parte, Perú presentará en las próximas horas otra propuesta. Para Insulza la cláusula que se utilizó para excluir a Cuba es “obsoleta”. Caracas, sin embargo, considera a la OEA como un organismo anacrónico e incapaz de reflejar la “nueva realidad” de América Latina.
Desde hace mucho tiempo recorre en la región el rumor que Venezuela anunciará en Honduras su retiro de la OEA, considerándola un organismo “esclavo” de los intereses de Washington. El detonante del anuncio de Venezuela se producirá, según versiones extraoficiales, en el momento en que se reconozca que no hay consenso regional en la forma en que Cuba regrese a la OEA. Porque para Estados Unidos y otros gobiernos de la región, debe producirse una apertura democrática en la Isla antes que Cuba regrese a la OEA; para el otro grueso de países, no deben de imponerse “condiciones previas”. Es la postura de Uruguay, por ejemplo, que apoya el levantamiento de la suspensión de la participación de Cuba en la Organización de Estados Americanos sin una familia de peros.
LA OEA
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