martes, 27 de abril 2010

Nadie ha sufrido como yo... Tensiones para procesar la memoria y la reconciliación

Reproducimos un texto escrito por Heeder Soto del EPAF-Ayacucho

Como sabemos, según la CVR, el norte de Ayacucho es la zona más afectadas por el “sasachakuy tiempo” (violencia política 1980 – 2000). Y, según Kimberly Theidon[1] (2004) esta parte de la región, tiene un proceso de reconstrucción relativamente más dinámico. Mientras que la parte sur de la región, es la menos afectada; sin embargo, tiene secuelas agudas del conflicto.

Estando en la parte sur de la región, encontramos diversos enfoques de cómo procesar y desarrollar la memoria y la reconciliación, del proceso de la violencia de 1980 al 2000. En primer caso, respondiendo a un ex compañero de trabajo, que me comentaba, su observación de trabajar los temas de memoria –por qué volver a reabrir heridas. Es mejor dejar de lado, ya no es tiempo– decía. Suena a discurso de un político; de políticos que, estuvieron comprometidos con el fenómeno de la violencia.

A diez años del fin de la violencia, todavía hay procesos inconclusos del cierre del duelo. Así lo comprobamos con una historia de una señora cercana a los 70 años. Que le pondremos de nombre “Maura” de Morcolla – Sucre. Nos invitó a su humilde casa, vivía con su nieto de nueve años. Sus hijos, la mayoría en Lima. Se fueron a buscar mejores oportunidades de trabajo. Ella resumía su historia, –nadie ha sufrido como yo–

En 1983, Maura cuidaba la casa del entonces alcalde de Morcolla. Sendero Luminoso (SL), decide asesinar al alcalde, como medida de ejemplo a un servidor del Estado. El alcalde se entera de la noticia y decide no volver más al pueblo. En otra fecha, manda a su hijo, al pueblo. Una persona menos sospechosa para vender sus animales. Pero los senderistas logran enterarse del hecho y captura al hijo del alcalde.

Maura ante la noticia, más las palabras de los vecinos que le decían: –pobrecito, que le harán, anda– decide interceder por la libertad del menor. Ambos, Maura y el menor se comprometen a que el alcalde regrese en menos de 8 días. Por lo que Maura, ingenuamente, queda comprometida para el cumplimiento de tal acuerdo; mientras que el menor, comisionado va en busca de su padre y darle la información que, “tiene que volver al pueblo”.

La fecha pactada se cumple y el alcalde no apareció. Maura y un ladrón (que había sido capturado por SL), son conducidos a la plaza. En la plaza, son puestos de rodillas por mucho tiempo; por lo que, Maura menciona tener todavía las huellas de aquel hecho, en sus rodillas. En eso, luego de juntar a la población del lugar; los senderistas preguntan, si vale el perdón para el ladrón. Por lo que dos pobladores responden, que la culpabilidad del ladrón no merece el perdón. Acto seguido, los senderistas cortan el cuello del ladrón. Maura menciona.

 

–estabamos casi juntos. Entonces, cuando le cortan el cuello. Suena como cuando se mata un carnero.

–su sangre burbujeaba y sale mucha sangre, me salpica en mi sien. Entonces… dentro de mi cabeza, siento un punzón como el de una aguja.

Después del hecho, no recuerda muchos detalles, –estaba como zonza–, reitera. En ello, los senderistas se disponen a matar a Maura. Porque el que, su “Claudio” grita y salta, abrazando a su madre –déjenla, ella no tiene nada de culpa. No pueden matarla por la culpa de otro–, exclama.

Mientras que los senderistas, –entonces, acompáñanos–. Así el hijo de Maura, a cambio de la vida de su madre, decide acompañar a los senderistas.

Entonces, para efectos de reparación, como lo señala la ley. Claudio, hijo de Maura ¿es senderista? ¿Cómo se debe de recordar a Claudio, como héroe o simplemente senderista? Estas tensiones existen, son procesos que se debe de deslindar, para un proceso libre y sano de reconciliación. El pueblo que estuvo en esos años, sabe quién es Claudio. Pero la nueva generación ¿lo sabrá? El Estado, los políticos ¿Cómo es que lo reconocerán?

 

Maura, todavía culpa del hecho al ex alcalde. Ahora éste regreso al pueblo de Morcolla. Se ven seguidamente con Maura. Y, el ex alcalde y Maura antes del hecho de la violencia habían formato rito del “compadrarasco”, por tanto son “compadres”. Pero, ciertamente la relación está trastocada.

Frente a este hecho trágico, Maura aún llora por la gran perdida. Para ella, aún las heridas no están cerradas, no ha concluido con su proceso de duelo. Ella pide encontrar el cuerpo de su hijo. Pues nunca más volvió a ver el cuerpo de su hijo.

Maura, después del hecho traumático, quedó con secuelas muy graves. –estaba como loca, siempre me desmayaba. Me tuvieron que llevar a Lima, para curarme. Con todo me he curado, con doctores y curanderos–, diciendo estas palabras, el rostro de Maura empezó a cambiar. Una tristeza inunda sus ojos. Con sus pequeñas manos arrugadas, cubre sus ojos, tratando de evitar y limpiando sus lágrimas. Pero una lágrima logra escapar y en medio de su mejilla, brilla. Como una tibia esperanza.

–aunque sea quisiera encontrar un pedacito de su hueso. Él me mantenía, me compraba ropas, lavaba mis ropas–

Heeder Soto

EPAF

Equipo de investigación

[1] Entre prójimos. Kimberly Theidon, 2004. IEP. Lima.

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