Compartimos con ustedes un texto elaborado por Gonzalo Rivera Talavera, alumno de la primera promoción, que compartió con los asistentes al primer “Diálogo Comunitario” organizado por la Maestría en Psicología Comunitaria de la PUC.
Reflexión personal acerca del proceso de Investigación Acción Participativa (IAP) en el centro poblado Canoa (El Carmen – Chincha)
Quisiera poder expresar en estos minutos aquello que ha tenido un mayor impacto en mi vida como psicólogo en este proceso de IAP.
Sé que es un espacio abierto pero mi intervención no tiene como objetivo realizar una sistematización de la experiencia vivida ni realizar una exposición conceptual. De antemano mis disculpas a quienes esperaban una exposición con estas características. Lo que pueden esperar es la presentación de algunos momentos y reflexiones personales en torno a la IAP que me atrevo a compartir entre amigos y amigas.
Antes quiero comentar, como antecedente, que en el 2004 me obsequiaron un texto llamado psicología de la liberación editado por Amalio Blanco, en el cual se presentaba el pensamiento y propuestas de Ignacio Martín Baró. En ese texto por primera vez encontré la propuesta de investigar con la población procesos que sean de su interés y elección como un camino liberador. En ese texto se hablaba de la población como co-investigadora. Sin embargo, no fue hasta el 2009, año que inicié esta maestría, que nuevamente escuché esta propuesta. Ahora con un nombre específico: Investigación Acción Participativa. Esta es sin duda la propuesta principal e ideal de aquello que nos ofrece el presente programa de maestría porque condensa los conceptos y los objetivos de la psicología comunitaria, es decir, la participación, el empoderamiento y la transformación social.
En este marco, como parte del curso de IAP, me aproxime a Canoa. Con entusiasmo y con muchos nervios también. Entusiasmo por finalmente tener la experiencia anhelada y materializar las trasformación y cambios que uno busca. Nervios porque significaba empezar algo desconocido, un “hacerte amigo” “hacerte parte”, perder poder y control, ser simplemente tú encontrándose con la población.
En fin, el proceso se ha ido dando con distintos aprendizajes. Por ejemplo, nos dimos cuenta de inmediato que el tiempo sería muy corto para conocernos y consolidar un grupo. A este primer “malestar” se sumó el saber que la propuesta desconcierta a todos y todas, “¿qué significa co-investigadores? ¿no habrán charlas? ¿no nos darán nada?”. Es decir, no sólo es un tema para el facilitador psicólogo sino también para la comunidad que legítimamente no encuentra “utilidad” al espacio que se les propone desde la IAP. Ellos se preguntan: ”¿dar mi tiempo, comprometerme, investigar? ¿para qué?”.
En Canoa comenzamos cerca de 15 personas, luego fuimos 6 y ahora estamos Rosa, Pablo, Concho, Maga, Giovanna y yo. De la comunidad todos son dirigentes, todos miembros de una familia extendida y todos miembros de la comunidad cristiana Bodas de Cana. Maga es la abuela, siempre sonriente y con mucho ánimo para participar y decir lo que piensa. Rosa y Concho son hermanas, Rosa la responsable de la catequesis y ambas organizadoras del Vaso de Leche y la cara de la comunidad para la mayoría de actividades. Pablo es esposo de Concho, delegado de la comunidad y ciertamente un hombre muy optimista que piensa siempre en lo que quiere dejarles a sus hijos, hijas y numerosos nietos y nietas. En Canoa las que mandan son las mujeres.
Sin embargo, esto último ya estaba antes que nosotros llegáramos, ellos ya habían desarrollado todas las capacidades que ahora tienen. Por eso cabe la pregunta en este punto acerca de si la experiencia realmente contribuye a una trasformación social. Ciertamente yo no me atrevo a decir que este ha sido un proceso de profundos cambios sociales. Creo que lo que puedo afirmar es que nos conocemos más, que nos hacemos preguntas personales con mucha naturalidad, que creemos todos que podemos aprender unos de otros, que nos empezamos a querer y extrañar, que nos costará despedirnos este sábado y que finalmente nos vamos encontrando y que vamos empezando a vivir esta utopía en la que nos enmarca la psicología comunitaria y la IAP.
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