Avenidas al óleo dibujadas. Sola a tientas, entre la sonora madrugada, las calles solitarias buscan la razón de tu existencia. El camino serpenteado a mil leguas llevó tus sueños prolongados. Cantos desesperados por unos de licor helado, cuajadas las horas en el transcurrir de un olvido. Solitario amanecer entre las sombras de cada rincón. Maltrecha ensució el confín de su memoria, ahora manchada y sucia. Gotas de licor salpicados en el pantalón, testigo mujer de tu indeseable inmadurez. Perros ladrando a media noche persiguen tu dolor. Cuelgan de tus manos la razón sombría, melancólica…dañada. Extensos cabellos ya no existen, fueron regados en los muros afligidos, yacen sobre el gris pavimento de tu confundida decisión. Cortaste también tus oídos para evitar el agobiante ruido de tu ciudad perdida. Fueron minutos en los que la verdad cubrió la razón de tu partida. Cada puente imaginado entre el río y el cemento ya carcomido dejó enmarcado tu confusión.
Verdades abrumaron la conciencia afligida. Estás frente a la razón de tu apesadumbrada existencia como utopías creadas que desbordan de una dolorosa vida. Es el cielo que deslumbra con su presencia en un instante. Inagotable marginación ante la vida en soledad. Tu mirada en el asfalto cubre todos los agujeros. Sensación indescriptible entre las roídas vías y tú. Bailan tus ojos en historias embarradas de tus cavilaciones. Adoras cada luna descrita entre sucias veredas. Callas con un suspiro, es el éxtasis de la admiración relegada. Mujer ilusa, onírica ante la realidad confusa. Lo tienes en tu crédula adoración. Un personaje más de su versado intelecto. Una oscura voz suplicante en el presente. Cuerpo ajeno a tus caricias sin fin. Deja ya tu desvarío que se vislumbre una nueva noche donde a tiento de reposada y pensada vida renazca en tu mente vívida y profusa una fecunda sed de meditación y cordura.
Micaela.