Tras la nebulosa neblina que opacaba la vereda de octubre espera impaciente: el adiós. Orgulloso y soberbio entre las sombras raudo camina hacia el engaño, deja atrás la infantil visión de la niña que llevó a la ilusión. Su voz en una mesa, no le importó sentir la tristeza oculta bajo una sonrisa. Abandonando caricias de hombre sobre su recuerdo. Deja cabellos cortados con sus propias manos, arrojados al pavimento. Frías palabras como trozos de hielo puso sobre ella. En la colina de asfalto una llovizna cubría sus palabras. Inútil fue el tiempo derramado bajo las hojas secas. Sin horas ni minutos que contar ahora, cada día una línea olvidada, cada caricia despreciada; la lejanía fue sentenciada. No más voces, no más versos, no imágenes en el espacio virtual. Ya nada existe en este seco e impredecible llano que a pesar del olvido renacerá.

Micaela.

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La noche tiende sobre flores lilas un cuerpo neófito de caricias,
cada horizonte de piel se pierde entre verdes pupilas.
Apresurados latidos ensordecen paredes teñidas del deseo,
susurros entre almohadas húmedas y tibias acogen el pensamiento.
Se ahogan las horas entre el ruido silencioso de un lejano lecho
donde envuelves mis tobillos con el purpúreo pañuelo escrito de mil versos,
asoman lentamente mis rodillas sobre la falda
y los muslos se estremecen al roce de metáforas evocadas.
Aterrizan tus manos en mi cintura hasta perderse
entre dos inmensidades que esperan sosegadas bajo tu pecho candente.
Llega el estruendoso beso que despierta en mi boca el placer,
ansias de sumergirlo en tu agitada y madura piel.
Ningún espacio de los cuerpos atados en la oscuridad
tan sólo cabellos extasiados en el azul armonioso de tu beldad.
………………………
Poeta, ¿ves como invades mis sueños cada vez que en ti pienso?
Haz de tu poesía mi vida para terminar con este aislamiento.

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