Pureza extinta en grises sueños,
urbana soledad,
invadida por frías noches.
Cuando el dolor fue callado
entre sábanas revueltas
el recuerdo de cuerpos ajenos
sobre piel canela agitada
rasgos sobre la espalda al viento
mojada exhala su primer gemido.
Tras la madrugada vagan los sonidos
inconmensurable a sus latidos
ansiedad sofocada
sin el éxtasis compartido
frías paredes que reflejan pasiones,
en pocas horas del tibio pecho
marcados en el apresurado tiempo.
Guardan los secretos entre habitaciones,
corren y persiguen en su conteo,
apresuran huellas en inventadas calles
cuerpos sigilosos que llegan a callar verdades.
Labios escondidos de los otros ajenos
exhaustos apagan su sonrisa en cruel y sucia noche.
La madrugada los arroja del húmedo y rojo lecho
nadie los reconoce;
peregrinos solitarios en cada luna que renace,
él no vive en su realidad
ni ella existe en el recuerdo.
Micaela Sigue leyendo