EL IMAGINARIO INDIGENA GORRÓN
Nací, en un pueblo minúsculo, que no llega ni a cuarto millón de habitantes, cada día que caminas por las calles te ves casi con la misma gente, todos te conocen aunque no te hablen, saben qué haces cada día y que piensas de la realidad exacerbada por la desigualdad, la pobreza, la envidia y la corrupción. Una tarde me había propuesto a postular a un trabajo en aquel pueblo lejano, imprimí algunos CV, mientras que algunos los adulteré, la hora del examen de selección fue programada para la una de la tarde, fui a esa hora me sorprendí que había sido aplazada para las tres de la tarde, llegue de nuevo tampoco iniciaba el examen, esperamos más de una hora mientras que un crespito alto nos decía esperen, en un rato ya empezamos, pero seguíamos esperando.
Por fin creo que ya llegó el individuo que esperábamos, nos hicieron sentar, en los banquillos del salón frio, el gerente subió también nos decía esperen un rato, me preguntaba quién era el especialista, el jefe máximo de tomar evaluaciones sobre el asunto, pensé que sería la autoridad local, no lo fue, solo apareció un tal nativo del pueblo, que se auto declara originario de aquel etnia, pero no tenía nada característico de aquel lugar, ni sabía hablar el idioma de los indígenas de aquel pueblo, había sido un parasito emputecido por la corrupción, que hace sus fechorías con la plata de aquel pueblo paupérrimo, como dicen en tierra de ciegos el tuerto es el rey.
Estamos sentados todos, empezó a revisar los CV, y cuando pasó a unos metros me preguntó: ¿tú vas a dar el examen?, su rostro aburrido de una culebra venenosa mostraba cierta desconfianza de que yo tenía formación superior, hasta llegó a imaginar que yo conformaba el grupo etario de los denominado NINI (jóvenes de 15 a 24 años que no trabajan ni estudian), pues se equivocó, luego siguió revisando los CVs, nos recalcó que estaban requiriendo profesionales titulados, y no bachilleres ni estudiantes de ingeniería civil, y paulatinamente nos despidió a todos los bachilleres, solo se quedaron los titulados.
No quedaba otra idea que largarse de aquel lugar donde nací, tomé el coaster verde que recorre por la pista que llega hasta el atlántico por Brasil y me puse a escribir esta nota pensando que el sujeto que acababa de seleccionar personal no es una persona de malas intenciones, sino alguien bastante infantil en su raciocinio, sin preparación ni experiencia, idealista y absolutamente influenciable por el curul de la corrupción, clientelismo político y por su trampita callejuela que en concursos como esta, que sin dar un examen chapa un empleo del más alto nivel del concurso gracias a aquel gallo rojo como lo dicen los periodistas locales.