Luego de casi 50 días en cuarentena, la crisis sanitaria causada por el Covid-19 parece habernos despertado del “sueño del Perú de ingreso medio” para devolvernos con crudeza a la realidad de un país atravesado por la precariedad. Uno de los muchos ejemplos en los que esta precariedad se materializa corresponde a las condiciones de vida de la población penitenciara. El temor al contagio del Covid-19 sumado a las profundas carencias del sistema penitenciario peruano han dado lugar en las últimas semanas a amotinamientos en al menos 15 penales, uno de los cuáles ha dejado ya 9 fallecidos y más de 60 heridos. A la fecha, alrededor de 645 internos y 265 trabajadores penitenciarios ya han sido identificados como casos positivos de Covid-19, mientras que 5 trabajadores penitenciarios ya han fallecido a causa del virus.
La precariedad de las condiciones de vida en las cárceles del Perú no es una noticia nueva en lo absoluto. De hecho, nos atreveríamos a afirmar que la existencia de penales severamente hacinados e insalubres es una imagen bastante presente en el imaginario colectivo. Además, se trata de una imagen que, siendo impactante, parecemos habernos “acostumbrado” a tolerar o, peor aún, es aceptada como parte del “castigo justo” por los delitos cometidos por los internos.
Utilizando información del Censo Nacional Penitenciario llevado a cabo por el INEI junto al INPE y al MINJUS, el IDHAL realizó un diagnóstico acerca del padecimiento de privaciones en la población penitenciaria tomando en cuenta 8 indicadores agrupados en 4 dimensiones: (i) salud física y mental, (ii) servicios básicos, (iii) actividades formativas y laborales, y (iv) conectividad social. Nuestro interés no se centró únicamente en explorar la magnitud de estas carencias por separado, sino que buscó identificar a la población penitenciaria que enfrenta varias de estas privaciones de manera simultánea.
Dimensión | Indicador | Padece privación si… | Ponderación | |
Salud física y mental | Enfermedad crónica o infecto contagiosa | Reporta padecer enfermedad pulmonar crónica, hipertensión, diabetes, tuberculosis, infección de transmisión sexual, SIDA, heptatitis o cáncer. | 1/8 | 1/4 |
Problemas de salud mental | Reporta padecer depresión, ansiedad o adicción a sustancias psicoactivas. | 1/8 | ||
Servicios básicos | Servicios higiénicos | Reporta que los servicios higiénicos se encuentran nada limpios. | 1/8 | 1/4 |
Servicios alimentarios | Reporta que la calidad de los alimentos que recibe es muy mala. | 1/8 | ||
Actividades formativas y laborales | Actividades formativas | No participa en ningún tipo de programa educativos ni taller laboral. | 1/8 | 1/4 |
Actividades laborales | No participa ningún tipo de actividade laboral reconocida por el INPE. | 1/8 | ||
Conectividad social | Visitas familiares | Nunca recibe visitas de su familia | 1/8 | 1/4 |
Discriminación | Reporta sufrir discriminación en el centro penitenciario. | 1/8 |
Como todo recojo de información estadística, el Censo Penitenciario tiene limitaciones y está expuesto a potencial subreporte por parte de los internos. Además, nuestro cálculo es muy conservador en tanto considera las peores categorías posibles en cada indicador. Tal es el caso de la evaluación de las condiciones de los servicios higiénicos en donde se considera como una privación sólo cuando se menciona que se encuentran “nada limpios” más no cuando la valoración es “poco limpios”, o el caso del indicador de visitas familiares que identifica a un interno en privación solo cuando manifiesta que “nunca” recibe visitas. A pesar de estas limitaciones, estos indicadores son información valiosa que proporciona al menos una cota inferior del nivel de privaciones que los internos enfrentan.
Los resultados de la incidencia de privaciones por indicador muestran que las carencias relativas a la realización de actividades formativas y laborales son las áreas en las que la información del Censo permite identificar mayores carencias (más de 50%). En segundo lugar, se encuentran las privaciones referidas a los servicios alimentarios y al padecimiento de enfermedades crónicas o infecto contagiosas (entre el 20% y 25%). En tercer lugar, destacan el padecimiento de discriminación al interior de los penales y la presencia de problemas de salud mental (entre 15% y 20%), mientras que las privaciones en las condiciones de los servicios higiénicos y la falta de visitas familiares se encuentran en cuarto lugar de acuerdo la magnitud de su incidencia (entre 10% y 15%).
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática – Censo Nacional Penitenciario 2016. Elaboración propia.
El análisis del porcentaje de internos que experimentan varias de las anteriores privaciones a la vez muestra que el 71.9% de internos sufre carencias en al menos 2 de los 8 indicadores (es decir en el 25% de privaciones posibles), mientras que un 39.7% padece privaciones en al menos 3 de los 8 indicadores y el 18% en por lo menos 4 de los 8 indicadores (el 50% de privaciones posibles). ¿Quiénes constituyen este grupo? Por ejemplo, personas que simultáneamente padecen tuberculosis, tienen acceso a servicios higiénicos insalubres, no participan en ningún tipo de actividad formativa y son discriminados al interior del penal. Otro de los varios perfiles que podrían encajar en este grupo es el de un interno que no participa en ningún tipo de actividad laboral, padece de depresión, accede a servicios de alimentación deficientes y, además, nunca recibe visitas de su familia.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática – Censo Nacional Penitenciario 2016. Elaboración propia.
Incluso dentro del grupo de internos que padecen al menos 4 de 8 privaciones se puede observar patrones de desigualdad territorial. Así, por ejemplo, mientras que este grupo constituye el 10.5% de los penales que pertenecen a la Oficina Regional Nor Oriente del INPE, este porcentaje se eleva hasta el 27.3% en el caso de los penales de la Oficina Regional Norte.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática – Censo Nacional Penitenciario 2016. Elaboración propia.
¿Qué es lo mínimo que podríamos pedirle a un sistema penitenciario en un país de “ingreso medio” en el año 2020? Por lo menos 3 cosas: (i) garantizar que la sociedad esté protegida frente a personas cuyas acciones constituyen graves amenazas, (ii) proporcionar condiciones de vida a los internos que respeten su dignidad humana (y aquí el “argumento” de que ellos no respetaron la dignidad humana de sus víctimas al momento de delinquir es irrelevante), y (iii) lograr que los internos puedan reinsertarse en la sociedad una vez culminadas sus condenas. Las cifras del Censo Penitenciario hacen muy difícil afirmar que estamos siendo capaces de, por lo menos, lograr los objetivos (ii) y (iii). Mas aún, los sucesos recientes no parecen dar argumentos a favor de la idea de que estas condiciones no han empeorado desde el año 2016 en el que se recogió la información de este censo.
La problemática del sistema penitenciario en el Perú (y en general en América Latina) no es nueva y, ciertamente, requiere un abordaje integral que ponga énfasis en acciones preventivas, agilización de procesos judiciales y promoción de la reinserción social. No obstante, es imposible pensar en un abordaje exitoso que no pase por garantizar condiciones de vida mínimamente dignas para la población penitenciaria, por más “impopular” que este tema pueda resultar. En medio del crudo golpe de realidad que el Covid-19 implica, es importante recordar que el reconocer a los internos como seres humanos, y actuar en consecuencia, es también un reflejo de la humanidad de toda nuestra sociedad.
Autores:
Jhonatan Clausen, profesor del Departamento de Economía de la PUCP, director (e) de investigaciones del IDHAL.
Nicolas Barrantes, profesor del Departamento de Economía de la PUCP, investigador del IDHAL.
Las opiniones presentadas en este artículo no necesariamente reflejan la posición institucional del IDHAL ni de la PUCP.
Gracias por el artículo, muy bueno. Incorpora en el análisis, las noticias que sobre el tema se han venido dando en las última semanas. Tema antiguo es cierto, considerado marginal, lugares donde personas concretas viven su existencia en condiciones deplorables. Dónde está la rehabilitación que deberían ofrecer las “cárceles”, centros penitenciarios, espacios de reclutamiento a veces por años de personas no sentenciadas, que podrían ser declarados inocentes, y que no cumplen los objetivos para los que fueron creados. Una pregunta para quien corresponda es: ¿existirá algún plan que diga aunque sea en el papel algo así como: “Acciones encaminadas a la mejora de las condiciones de vida en las cárceles, de las personas que se encuentran viviendo en ellas, cualquiera sea su condiciónen el marco de los convenios de respeto a los derechos humanos celebrados por el Estado peruano. Coordinadas y presupuestadas intersectorialmente”. Período xxxx al 2021. Balance de lo avanzado.
Se podría al menos conocer cuánto falta por hacer y cuánto costaría. Se puede soñar.
Sin duda que el problema de los penales en el Perú es un dolor de cabeza para el ejecutivo , dado que con la pandemia del covid 19 se han desnudado muchas falencias pero cual es la prioridad en estos momentos si hay gente esperando atención y ayuda del gobierno entonces Vizcarra debe poner por encima de todo la vida .