A inicios de la semana pasada, Sabina Alkire junto con otros investigadores de la Oxford Poverty and Human Development Initiative (OPHI) publicaron un boletín alertando sobre el riesgo que puede implicar el Covid-19 para un significativo grupo de personas a nivel mundial que, de acuerdo al Índice de Pobreza Multidimensional Global (IPM-G), sufren carencias en varias dimensiones de su bienestar. En el boletín, se pone énfasis en 3 indicadores que componen el IPM-G y que son particularmente relevantes en el contexto del Covid-19: la desnutrición, la falta de acceso a agua, y la utilización de combustibles contaminantes para cocinar que pueden afectar la salud pulmonar. Uno de los principales hallazgos de este estudio es que alrededor de 472 millones de personas a nivel global sufren privaciones en estos 3 indicadores a la vez. Además, 355 millones de personas que son identificadas como pobres multidimensionales de acuerdo al IPM-G sufren carencias simultáneas en los 3 indicadores antes mencionados.

Tomando como referencia la iniciativa de OPHI, el IDHAL realizó un ejercicio similar enfocado en el Perú, pero utilizando un conjunto más amplio de indicadores que son relevantes para la realidad del país. Tomamos en cuenta los siguientes 6 indicadores: falta de acceso a agua, falta de acceso a saneamiento, utilización de combustibles contaminantes para cocinar, hacinamiento, falta de acceso a refrigerador, y presencia de personas con enfermedades crónicas en el hogar.

El padecimiento conjunto de privaciones en estos seis indicadores claramente constituye una situación de alto riesgo en relación al Covid-19. Un hogar sin acceso a agua no puede, evidentemente, seguir la necesaria y omnipresente recomendación de lavarse las manos frecuentemente. En tanto parece existir evidencia de que el Covid-19 también se transmite por vía fecal, no tener acceso a estándares mínimos de saneamiento también constituye un factor de riesgo. Tal como OPHI señala, el uso de combustibles contaminantes en los hogares tiene efectos nocivos sobre la salud respiratoria, lo cuál podría hacer más vulnerables a sus miembros al Covid-19. Luego, una familia sin acceso a refrigeración difícilmente podrá respetar rígidamente la cuarentena social puesto que, incluso si recibe ayuda monetaria, podría verse obligada a salir de casa regularmente en busca de alimentos (aun cuando esto depende también de los hábitos de consumo de los diferentes hogares). Asimismo, un hogar hacinado tampoco será capaz de guardar el distanciamiento entre los miembros de la familia en caso uno de ellos presente síntomas. Finalmente, en tanto la tasa de letalidad por Covid-19 es más alta entre personas con enfermedades crónicas preexistentes, hogares con personas que padecen este tipo de enfermedades pueden estar expuestas no solo al fallecimiento de familiares en la propia vivienda, sino también al contagio de todos sus miembros en un escenario de colapso de los servicios funerarios.

Utilizando información de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) de 2018, nuestros resultados muestran que el 29.3% de personas en el Perú viven en hogares que padecen carencias en por lo menos 3 de los 6 indicadores antes mencionados. Si desagregamos esta información se observa que dominios como la selva urbana presentan una incidencia del 34.2% (recordemos que Loreto es la cuarta región con el mayor número de contagiados por Covid-19 en Perú). Sin embargo, es el medio rural el que indudablemente presenta la incidencia más alta (73.7%), la cual se eleva hasta el 77.3% en el caso específico de la selva rural (lugar de residencia de un significativo grupo de personas pertenecientes a pueblos originarios entre quienes ya han aparecido los primeros casos de Covid-19).

 

Incidencia de personas en situación de potencial riesgo frente al Covid-19 (padecen carencias en 3 o más de los 6 indicadores de privación), Perú 2018

Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática – ENAHO 2018.

Elaboración propia.

 

Adicionalmente, exploramos cuál es la asociación entre el padecimiento de carencias en estos 6 indicadores y la pobreza monetaria (medida oficial de pobreza en el Perú). Los resultados muestran que, tanto en la costa, como en la sierra y la selva rurales, el porcentaje de personas que padecen al menos 3 de las 6 carencias y que no son identificadas como pobres monetarios es, en todos los casos, mayor al 37%. Esto refleja un patrón que ya conocemos bien: las medidas de pobreza monetaria son muy útiles, pero necesitan ser complementadas con otras medidas no monetarias porque no siempre identifican a la misma población.

 

Distribución de la población según potencial riesgo frente al Covid-19 (padecen carencias en 3 o más de los 6 indicadores de privación) y pobreza monetaria, Perú 2018

Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática – ENAHO 2018.

Elaboración propia.

 

Una rápida revisión de estas cifras revela 3 puntos relevantes a tomar en cuenta. Lo primero es que hay un porcentaje significativo de peruanos que vive en condiciones que los colocan en situaciones que pueden implicar un riesgo mayor de contagio de Covid-19, o que pueden hacer que su capacidad para superar el Covid-19 se vea limitada. Lo segundo es que el medio rural es particularmente vulnerable en relación a este tipo de carencias y, además, está altamente sobrerrepresentado en el grupo que enfrenta este tipo de privaciones. Es por ello que urge evitar a toda costa que la expansión del Covid-19 alcance de manera significativa a las poblaciones rurales. Tercero, si bien las medidas basadas en el otorgamiento de bonos de dinero y entrega de alimentos son fundamentales, debemos recordar la existencia de una serie de privaciones no monetarias que no han sido atendidas y que, dado su naturaleza, difícilmente puedan ser resueltas en el plazo más inmediato a pesar de su importancia crucial. El contexto actual parece dejar claro que sufrir privaciones en varios de estos aspectos “es” vivir en pobreza, tanto como lo es no tener ingresos para cubrir una canasta básica de bienes.

“Se vienen tiempos difíciles” me decía con preocupación hace unas semanas una querida colega. Por supuesto, tiene razón. No obstante, a diferencia de lo que algunos han repetido en los medios, el Covid-19 no es “democrático”, sino que, como en casi todas las crisis, lo más probable es que distribuya sus efectos de manera enormemente desigual entre los miembros de la sociedad. ¿Cuánta de esa desigualdad estamos dispuestos a seguir tolerando como sociedad? Una vez pasada la peor etapa de la crisis sanitaria, será fundamental plantear explícitamente una agenda de mínimos de bienestar que todos y cada uno de los peruanos deberían ser verdaderamente capaces de alcanzar, un mínimo que al menos permita preservar aquella capacidad sin la cuál ninguna otra es posible: la capacidad de vivir.

 

Autor:

Jhonatan Clausen, profesor del departamento de economía de la PUCP, director (e) de investigaciones del IDHAL.

Las opiniones presentadas en este artículo no necesariamente reflejan la posición institucional del IDHAL ni de la PUCP.

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Covid-19 y Pobreza multidimensional en el Perú

4 thoughts on “Covid-19 y Pobreza multidimensional en el Perú

  • 20 abril, 2020 a las 8:52 am
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    Excelente análisis que refleja la importancia de invertir allí donde no sea solo el ingreso un indicador de pobreza, sino también es fundamental invertir allí donde las carencias de agua, desagüe, vivienda digna y desnutrición son también indicadores de pobreza. Es necesaria una reforma que apunte a equiparar estos indicadores al margen de su nivel de ingresos.

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  • 20 abril, 2020 a las 10:25 am
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    Es muy interesante el análisis que se tiene. Sin embargo hay puntos que aún es importante manejar como por ejemplo porque las personas quieren entonces en esta pandemia irse al sector rural, porque los que estamos en el sector rural somos los que estamos enviando encomiendas a nuestros familiares que están en la capital, y que en muchos casos no están considerados como pobres. El beneficio social (realmente las personas que lo recibieron lo gastaron para comprarse una canasta familiar?) los que vivimos aquí nos damos cuenta que las buenas intenciones no tienen el impacto que quieres porque no se puede medir a todos por igual.
    El tema de la refrigeradora en la sierra no resulta siendo como un bien muy esencial por que hace frío y nuestra cocina ya es refrigeradora. Son ejemplos qué tal vez tenemos que empezar a estudiar más focalizadamente. Saludos

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  • 21 abril, 2020 a las 9:43 am
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    Muy interesante el artículo.
    El suscrito publica por internet la revista CHASQUI, desde Comas, para Lima Norte. LLega especialmente a líderes y dirigencias de las organizaciones sociales y políticas.
    ¿Es reproducir el artículo?.
    Gracias anticipadas por su atención.

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  • 29 junio, 2021 a las 11:03 am
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    Hablar de la pobreza es hablar de un tema muy amplio que implica no solo la falta de servicios básicos, alimentos, seguridad, la buena higiene y de otras carencias que se podría venir.

    Para que estas consecuencias no sucedan o se incrementen lo importante es saber formar de ya a los las pequeños o nuestros hijos por nacer, en darles una educación con calidad, con valores y principios en donde ellos se puedan formarse con clase y enseñándole la importancia que es el estudio, ya que con ellos se puede salir no del todo de la pobreza pero si al menos darle la importancia de tener una buena calidad de vida y con ello reducir las mínimas amenazas que puedan ocasionar para cada persona o población. 

    Las consecuencias no creo que haya mas bien cada uno lo genera si no tenemos los conocimientos y una buena base en la educación. 

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