Juan Gonzalo Rose

La oración sencilla

Amiga, 
ayúdame en la palabra de esperanza;
ayúdame 
en el incendio de la risa
y en la alegría muda,
cuando el corazón se arrodilla
doblado bajo el peso de las cosechas.

Ayúdame en el gesto que sostiene la espiga
y la desgrana.

Cuando vaya en misión hacia el suburbio
en busca de mi hermano,
duerme tu corazón en mi palabra ;
cuando abrace a mi amigo proletario
haz más grande mi abrazo con tu abrazo;
hagamos que él nos sienta como a la cara y al cuerpo de una misma moneda,
y ande en nuestro amor
como un huerto perfectamente suyo.

Si me quedo dormido trabajando ,
sobre el hombro
quiero sentir la diana de tu mano;
Y si tú durmieses 
hazlo como una estaca apuntalada
en la ternura izquierda del costado.

Al ausentarme,
enciende nuestra fé bajo el tejado;
Y si sientes mis pasos regresando,
aviva más su luz;
y si me tardo,
aviva más su luz;
y si no vuelvo,
aviva más su luz. 
(pero cantando).

Amiga,
cuando esté triste llora por los dos;
llorar me quita tiempo para el acto.

Y no me desampares 
ahora y en la hora suprema de la sangre.

(Pero si desfallezco en mi batalla, 
quiebra mi amor en tu rodilla santa,
Y llora un poco.
Pero después levanta la cabeza,
contempla a los demás , amiga, y canta.)


CARTA A MARIA TERESA

Para ti debo ser, pequeña hermana,
El hombre malo que hace llorar a mamá.

Yo me interrogo ahora
¿Por qué no he amado sólo
Las rosas repentinas,
Las mareas de junio,
Las lunas sobre el mar?

¿Por qué he debido amar
la rosa y la justicia,
El mar y la justicia,
La justicia y la luz?

Fui un niño como todos.
También mi infancia
La atravesaba un río
Y tenía una hora misteriosa
En la cual las palomas
A mi alma obedecían.

Pero me preguntaba
¿Por qué en mi calle
La alegría es un viento
Fugaz e inesperado?
¿Por qué no siembran trigo
También sobre mi pecho,
Si aquí en mi corazón,
Todas las noches,
Se desbordan los ríos?

Por eso fue una noche
El rostro de mi madre,
Astro de cera y llanto
En el cielo apagado de mi celda;
Por eso me negaron
El Perú en mi desvelo,
Y vanamente grito:
Devolvedme mi patria,
Devolvedme mi escuela de palomas,
Mi casa frente al mar,
Devolvedme su calle más pequeña,
Su lámpara más rota,
Su más ciego lugar.

A pesar de todo esto,
Para ti debo ser, pequeña hermana,
El fantasma que vuelca
La sal sobre la mesa,
El mal hado que rompe
Las puntas de los días:
Y es que a ti te hace daño
Ver llorar a mamá.

Mas una tarde, hermana,
Te han de herir en la calle
Los juguetes ajenos;
La risa de los pobres
Ceñirá tu cintura
Y andando de puntillas
Llegará tu perdón.

Cuando esa hora suene
Es que amarás las rosas,
Las mareas de junio,
El jardín de diciembre
Donde los niños van;
Es que amarás mis sueños
Y mis cosas,
¡Sabrás por qué se rompe
Fácilmente
Por la mitad el pan!

Cuando esa hora suene
Y se empadrine en padre mi orfandad,
Iremos de la mano
Por las calles de Lima,
En trinidad de gozo:
La risa de mamá.


MACHU PICCHU

Machu Picchu, dos veces
me senté en tu ladera
para mirar mi vida.
Para mirar mi vida
y no por contemplarte,
porque necesitamos
menos belleza, Padre,
y más sabiduría.


Natal 

Yo te perdono, Lima, el haberme parido
en un quieto verano
de abanicos y moscas.

Por varias veces fuime
lejos de tu pechuga y conocí avenidas
con el pelo rapado,
divanes consumidos por las pulgas
prendadas de mi cuero; pero también hamacas
colgadas de la luna.

Y en todas partes, Lima, te extrañaba.
Más que pasión
la mía, es tu mala costumbre de quererme
casi sin consultarme, de servirme en la cama
garrafas de agua viva
traídas por doncellas
y pajes malandrines.

Yo te perdono, antigua, tu chochera conmigo,
mi chochera contigo, nuestros ambos cariños
al pie de la mampara.

Tristes reliquias somos
de un hermoso país
que jamás conocimos.


GASTRONOMIA

Para comerse un hombre en el Perú
hay que sacarle antes las espinas,
las visceras heridas,
los residuos de llanto y de tabaco.
Purificarlo a fuego lento,
cortarlo a pedacitos
y servirlo en la mesa con los ojos cerrados,
mientras se va pensando
que nuestro buen gobierno nos protege.

Luego:
afirmar que los poetas exageran.

Y como buen final:
tomarse un trago.


Convalecencia

 

Querido cuerpo mio

continuemos viviendo

 

continuemos viviendo

porque cae una hoja

con holgada dulzura

porque un hombre

en el bosque

se enredó con un trino

porque un niño en la noche

dibujaba una rosa

y al sentirla en su frente             

se ha quedado dormido”


Tocata y fuga

Te busco, muerte. Te busco
y no te encuentro.
Entre la nada te busco
y te busco
entre la gente.
Y no te encuentro.
Peru cuando tú
me busques…
todo será diferente.

 


CADENA DE LUZ

No debiera hablarte de estas cosas.
Debería decirte:
La mañana es bella.
La tarde es bella.
La noche es bella.
Y al escucharme,
tú sonreirías;
y al verte sonreír,
mi propio corazón sonreiría.
Y al vernos sonreír,
acaso hasta la vida también sonreiría…


MARISEL

Yo recuerdo que tú eras
como la primavera trizada de las rosas,
o como las palabras que los niños musitan
sonriendo en sus sueños.

Yo recuerdo que tú eras
como el agua que beben silenciosos los ciegos,
o como la saliva de las aves
cuando el amor las tumba de gozo en los aleros.

En la última arena de la tarde tendías
agobiado de gracia tu cuerpo de gacela
y la noche arribaba a tu pecho desnudo
como aborda la luna los navíos de vela.

Y ahora, Marisel, la vida pasa
Sin que ningún instante nos traiga la alegría…

Ha debido morirse con nosotros el tiempo,
O has debido quererme como yo te quería.


GEOGRAFÍA IMPLACABLE 

Mi corazón limita con el mar,
por las noches; con tu amor,
por mi cuerpo.

Entre islas fragantes y tus manos pequeñas
mi distancia se extiende.

A veces en los vientos marineros me pierdo,
a veces en los actos de tu vida
me encuentro.

A veces yo confundo tus brazos en la sombra con un blanco archipiélago,
a veces en tus ojos diviso el mar abierto.

Si me ausento no vayan
a las altas montañas:
buscadme entre las algas de la mar más cercana,
o en los bosques de sombra que derrama su pelo.

Si me muero, buscadme en las altas montañas.
Cual un ave sombría me hallaréis en la nieve
largamente dormido,
sin saber si me han muerto de la mar las nostalgias,
o la gran marejada que desata su olvido.


YARAVÍ 

A solas con mi alma
me es tan fácil decirlo…
Pero puedo morirme sin decírtelo.
Y yo voy a morirme sin decírtelo.
Una tarde,
cuando mi mano busque entre la yedra
– búsqueda vana –
celestial rocío;
entre otras palabraas de mi vida,
encontrarás este poema extraño…
Y has de decir:
¿a quién amaba así? ¿a quién amaba?
Y si al errar en la respuesta sientes
ensangrentarte por cuantioso celo,
no lo digas, amor,
no, no lo digas,
que entre la yedra
moriré
de nuevo.


DE LA LITURGIA

Si ni tu piel, ni yo, existiéramos
lloverían bandadas de rosas en la placenta gris de la ciudad
Nosotros detenemos la fusión del milagro,sus aceites beatíficos.
en tanto
que te amo
y me amas
los asesinos ocupan sus asientos,
en el orden de los grandes banquetes.


CIRCULO 
(de Retorno a mi cuarto)

Estoy
tan suave
ahora
que si alguien reclinase su rostro sobre mi alma
bastante me amaría.

Contemplo
en el alto silencio de los cielos
la música del amor
y la antigua tertulia de sus leños.

Estoy
tan triste ahora
que si alguien se acercase
me amaría.
Primera noche en el Perú.

Y busco amor.
Como en todas las noches de mi vida.


AMOR SOBRE EL CADÁVER

Hoy me siento mejor.
Nuevamente mi cuerpo
se traga tu recuerdo sin morirse,
como si devorase su propio corazón …
Y otra vez musito las palabras del amor,
Y otra vez
he podido nombrarte sin cortarme los labios,
como quien recordara,
entre pardos sangrientos de infinita nostalgia,
la calle de una antigua, hermosísima siempre,
solitaria ciudad. ..


RECOMPENSA

El Estado no me ofrece
ni seguridad ni aventura:
estoy contra el Estado.
Tú tampoco me ofreces
ni seguridad ni aventura.
Pero si me acuesto
con el Estado
no amanezco con un jardín en la cabeza.


LUEGO DE LEER «EL CIERVO» DE LEÓN FELIPE

Te me has vuelto a morir,
y eso está malo; pero además
es cierto. Te me has vuelto a morir
mientras leía
a contrasangre aqueste testamento,
por donde pasa a paso de ternura,
entre dos brisas de pesar, El Ciervo.

Allí tú me preguntas, nos preguntas
¿hay alguien, o algo, en cuyos OJOS
haya
más inocencia que en los ojos bellos
y callados y tristes de los ciervos?

Y yo que te miré,
yo que te he visto,
te digo que tus ojos consumieron
más inocencia aún que la del ciervo …

Lo niegas. Me reprochas Me blasfemas.
Desde tu aguja quebrantada sales
a cuerpo entero, a sobra, alucinante,
para gritarme con tu luz en cuello
«Tú, Juan Gonzalo, no has mirado
nunca un Ciervo, un ciervo herido … »
Pero a ti te miré. Vi tu mirada.
Otra igual inocencia nunca ha sido.
Y aquí termina, a la española, el pleito.
Tu seguirás gritando: ¡El Ciervo! ¡El Ciervo!
Hasta ser con el ciervo confundido.


VERSUS

Si en tas noches
tengo un cuchillo al alcance de mi mano,
no es por cobardía:
significa mi deseo de luchar
hasta que la sangre
o el amor
decidan
si Capablanca o yo escupimos el tablero.


DERECHO A VOTO

Ahora
vivimos muy orondos porque alguien
de otro planeta;
o tal vez de una estrella lejanísima
donde el sol es apenas el recuerdo
de una encina quemada,
porque alguien, decía,
puede caer del cielo entre las muchedumbres y
revistando frentes, lunares, cicatrices,
dirigirse a nosotros, a uno de nosostros
los menguados
y decir simplemente:
eres Tu, eres Tu;
es a ti
a quien buscamos
a través de los siglos, remontando galaxias.
miríadas, teogonías,
eres Tú el final de nuestro viaje vertiginoso,
tan aterrador como inclemente;
sólo después de hallarte
conoceremos la delicia del sueño.
Sí yo soy elegido
¿qué hare con mí poder?
¿Implantaré la justicia en esta tierra
despiadada, o agotaré las posibilidades
del amor en un camastro
rodeado de abedules?
Si Tú eres el electo
– pues ha pasado el tiempo
de los usurpadores-
¿ qué harás con tu poder …
enano enorme?


A LEÓN FELIPE

Antes que la tierra nos grite que te has ido,
y el cielo dé un portazo sobre tu libro insomne,
yo, el nieto de tu furia preferido,
quiero escribir un canto en nombre de tu nombre.

Todos hemos de irnos, León, tarde o temprano.
si tú te vas primero,
enséñanos, Felipe, cómo se van los hombres,
por qué escalera suben,
por qué retama bajan,
con qué música caen sus huesos en la nada,
qué clase de bajeles se abrazan y se hunden
en su última mirada.

Muéstranos tú la puerta
y tras tu sombra iremos,
rescatando la luz no rescatada.

Si a cantar, cantador, nos enseñaste,
enséñanos varón cómo se calla.

Y hasta el silencio iremos a buscarte.
Y si no eres en sílencio hallado.
y si no estás tampoco, en la palabra,
si las alondras niegan conocerte,

s1 los vigías en el mar no vieron
pasar a un hombre con la barba airada:
nos iremos, seguros de encontrarte,
adonde sigue combatiendo España.

Abuelo musical, música escribo
antes que duermas.
o me vaya.

Si a cantar, cantador, nos enseñaste,
enséñame, León, como se calla.

Cómo se duerme un justo en cama ajena,
cómo se tiende un hombre en tierra extraña.
Poeta en verticales lontananzas,
bastón en floración y ojo de asfalto,
un día de estos nos iremos juntos
a capturar el cielo por asalto.


Discurso de la claridad

Fuego en el fuego.
Luz en el agua,
Amor en el corazón:
Jamáis me abandonéis.
Cisterna que la luna rebalsara,
Poderío extasiado de la nieve:
Resplandeced en mí.
Tonada de los bosques
Acompasad, por siempre,  mi alegría.
Y que sea mi muerte el espejo trizado
Donde sigan ardiendo las arenas del día.

(Informe al rey y otros libros secretos, Lima 1967)


Exacta dimensión

Me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas…

y más precisamente:
me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas
cuando llega el verano…

y más precisamente:
me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas en las tardes de enero
cuando llega el verano…

y más precisamente:
me gustas porque te amo.


LETANIA DEL SOLITARIO

Cada tarde te pierdo,
como se pierde el tiempo,
o la esperanza .
Cada tarde,
definitivamente,
te pierdo
como se pierde la paciencia.
Cada tarde
dices no.
Mueves la cabeza y dices no.
Mueves la tierra y dices no.
No mueves los labios y tu silencio dice no.
Infatigablemente,
cada tarde,
mi café solitario obscurece el planeta


ÉGLOGA TARDA

Me he acostumbrado a ti
como los ríos al color del cielo.

Odio lo que se pierde en cada paso;
el tiempo de mi espera, sin esperanzas lleno.
Me he acostumbrado a ti
como la luz del mundo a las ventanas.

Obscurece y no llegas.
Será para mañana.
Doblo amorosamente mi flor para mañana
pues las rosas ya saben esperarte conmigo.


CUARTA CANCIÓN

Yo me ahogo de cielo.

Mi corazón se inclina
y las islas no llegan.

Dame tu mano entonces:
quiero morir tocando
el extremo más dulce de la tierra…


ESTELA

DE AQUI a tres noches seguiré mi marcha. Ya sus manos sabían abrocharse en mi nuca; ya sus muslos empezaban a abrirse para mi: ramosas llamaradas atacándole. en rápidos ascensos, su frente obscurecida de imanes y de alisios.

En las paredes de la casa hay unas flores llamadas campanelas. Nunca. con ellas. el rincón de una tarde adornaremos.

Pero esto debes creerme, ceiba sonriente y torturada: por mucho tiempo aún, diré tu nombre en el instante del placer.


Escapar hacia el mar

Enciérrame. Protégeme. Y deténme. Deténme. Aquí, ahora, todo es oscuro y silencioso. La sombra ha borrado toda página. Apenas, doblegando los pétalos de vidrio, penetran los rumores apagados de una luz callejera y la halagadora sospecha del otoño. Aquí, solo nosotros. Nosotros dos, en nuestra alcoba, mientras Lima tirita bajo la neblina y un niño como yo, igual que yo, tal vez yo mismo, se echa al hombro sus versos y se escapa hacia el mar.


TU VOZ* Vals

Juan Gonzalo Rose – Víctor Merino

Está mi corazón
llorando su pasión, su pena
y la antigua condena
escrita por los dos

Afuera creo ver
tu sombra renacer serena
bajo aquel mismo sol
que un día te llevo tu voz

Tu voz, tu voz, tu voz
tu voz existe
Tu voz, tu larga voz
tu voz persiste

Anida en el jardín
de lo soñado
inútil es decir
que te he olvidado.

 


Si un amor nos quita
la luz de la vida
y en la despedida
nos llega el dolor.
La vida recoge
la luz de esa herida
y en la despedida
renace otro amor.

Así tu corazón dejó
nubes de invierno
en el cielo
doliente del adiós.

Mas, traerá el estío
su costumbre de rosas
y la más hermosa
me dará su amor.


♫♪ A tu ventana dormida viene a asomar mi lucero,
él ya conoce el camino que lo conduce a su anhelo,
te mira sin que lo mires, te quiere sin que lo quieras,
sombra pegada a tu sombra que te ilumina de veras.♪♫

 

 

 

 

Puntuación: 5 / Votos: 1

2 thoughts on “Juan Gonzalo Rose

  1. Hola, un favor
    hay un poema de jgr que son como 5 o 6 lineas, si mal no recuerdo dice algo como:
    …de pronto la noche, está en el libro que tienes
    porias publicarlo en tu blog por favor.

    Gracias!!

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