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Problemática de los Residuos Sólidos en el Perú -II

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Una vez más observamos que el problema de la basura es un problema de cultura. La carencia de una cultura medioambiental o una educación que promueva valores medioambientales en la población es una tarea que se basa en que tomemos acción a partir de la información con la que contamos para seguir evitando tanta ignorancia. Han pasado ya varios años desde que los tachos de segregación se han vuelto muy “populares” también en nuestro país sin embargo seguimos observando imágenes como éstas.

Es el problema de la apropiada educación medioambiental de un pueblo que precisamente carece de ella, lo cual es ya en sí mismo un problema que nos debe concernir a todos y no solo a quienes estamos comprometidos con las causas medioambientalistas. Aquí adquiere gran importancia (aunque no de manera eficiente) los medios de comunicación que cumplen un rol complementario (o tal vez suplementario) para con la educación en todos sus alcances. Varias iniciativas las vemos ya con mucho gusto también en el canal de televisión nacional; sin embargo los resultados no vienen siendo tan efectivos o eficientes como quisiéramos.

Luego de la Navidad, merecido descanso para muchos trabajadores incluyendo a los de limpieza pública y a los abnegados “recicladores”; nos damos cuenta una vez más que el problema de la basura es un problema que nosotros mismos generamos y agravamos pese a los esfuerzos de muchas autoridades e instituciones. Toneladas de “basura” en las calles. Nosotros mismos somos quienes generamos montañas de basura apiñadas donde se quiera o en las esquinas esperando a que alguien o en el mejor de los casos el camión de la “basura” se las lleve. Habiendo adquirido todo lo que nuestro bolsillo nos ha permitido, de igual modo todos los subproductos, residuos, desperdicios y lo que comúnmente llamamos basura han quedado en todas partes menos donde deberían estar. Y si a esto consideramos los muñecos que son quemados en las calles durante las celebraciones de año nuevo?

Cada cuántos minutos se ven en las calles gente arrojando las envolturas de golosinas a la vía pública o arrojando una botella plástica a través de la ventana de un vehículo o el clásico “boletito” que no le hace daño a “nadie”.

Nos hemos acostumbrado a ver gente que se gana la vida, arriesgando su salud, al hurgar entre cúmulos de “desperdicios” malolientes y en muchos casos peligrosos. Creemos que eso está bien o correcto y, en muchos casos somos indiferentes ante las difíciles y hasta a veces indignantes condiciones en que seres humanos como nosotros buscan sustento. Cuantos de nosotros pensamos que escudriñar entre la basura sea un trabajo apropiado? Cuantos estaríamos de acuerdo en realizar labores bajo esas condiciones como medio de subsistencia?

Alguien ha visto alguna vez a cualquier fumador apagando apropiadamente su cigarrillo y desecharlo en un tacho de basura o dispensador apropiado, de esos que abundan en las salas de juego y muchas oficinas? Acaso no sigue siendo una costumbre urbana fuertemente arraigada en los fumadores, aquella en que se bota el “pucho” impulsándolo con los dedos hacia cualquier lugar con tal que el “usuario con derecho a fumar” pueda deshacerse de ello. -No genero animadversión u ojeriza alguna sobre los fumadores, pero mientras estén fumando alejados de quien suscribe todo estará en orden-

Actitudes como esas son las que tienen y deben ser erradicadas de raíz y no se solucionan apropiadamente con campañas de limpieza o inversiones en equipamiento de punta para barrer las calles, pues al cabo de un tiempo se repite el círculo vicioso.

La actividad compulsiva de comprar sin criterio alguno, sin considerar la carga energética que contienen los artículos que compramos, además de la procedencia y de la cantidad de subproductos que generan (muchos de los cuales no son reciclables como los que contienen diversos tipos de polímeros o poliestirenos expandidos –teknopor-) pensando además en los miles de juguetes que han sido comercializados por Navidad y que necesitan pilas para su funcionamiento. Cuantos de ellos habrán sido adquiridos tomando cuidado en utilizarlos con pilas recargables? Cuantas familias tienen la conciencia de encapsular o segregar las pilas o baterías en contenedores apropiados cuando éstas ya no tienen un solo voltio de energía?

Continuaremos realizando todos los esfuerzos que sean necesarios para seguir exhortando a las personas, para lograr cambios de actitudes que generen un positivo efecto multiplicador, en beneficio de nuestro entorno y nuestra salud. Es necesario hacerlo cada vez mejor, cada vez más rápido. El planeta no espera.

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