“Everybody’s talkin’ about hard times/Like it just started yesterday/People eye know they’ve been strugglin’/At least it seems that way/Fat cats on Wall Street/They got a bailout/While somebody else got to wait/Seven hundred billion but my old neighborhood/Ain’t nothing changed but the date” (Prince, “Ol’ Skool Company”).
Es difícil escribir unas líneas para la última pieza maestra de Bong Joon Ho, Parasite. Ganadora de la Palme d’Or de este año pues su estructura, técnica y mensaje son igual de increíbles e impactantes, Parasite presenta a la audiencia un thriller con unas gotas de sátira que merece ser experimentado sin ningún tipo de información previa puesto que el film se destaca por la sorpresa y los giros argumentales. El empleo de luces, escenografía y la maestría del director en narrar la trama con el enfoque y movimiento de la cámara hace de Parasite una fuerte opción a película del año. Sin embargo, es el mensaje que introduce esta película la que resona después de las 2 horas y 12 minutos del film.
Parasite presenta la historia de dos familias, dos realidades distintas y una brecha de desigualdad a la que estamos ya lamentablemente acostumbrados y que día a día parece ensancharse más. La obra de Bong Joon Ho es una película que invita a reflexionar sobre estas barreras sin la necesidad de establecer héroes o antagonistas. Es más, este film puede ser descrito, simplificando su mensaje en extremo, como un constante contraste social entre el estilo de vida que la mayor parte de los ciudadanos poseen contra los privilegios que solo un sector goza.
Para Parasite es el dinero (o la falta de este) el motor y motivo de esta película. Y, como en la vida misma, las diferencias económicas entre los protagonistas terminan por definir aspectos centrales de su carácter, sus creencias, motivaciones y accionar. De esta forma, el film se centra en un desarrollo de la trama basado en la evolución de los personajes la cual entra en natural ebullición estallando en los últimos 20 minutos. Parasite evoca esa lucha de clases que Marx y sus contemporáneos teorizaban.
Así, Parasite se convierte entonces en una experiencia cinematográfica de primer nivel por los recursos técnicos que emplea, pero también en una crítica social profunda a la brecha económica que día a día parece estirarse más. La pregunta es si esta obra quedará solo como un film más o si llevará a cambios políticos y sociales. Aunque tal vez lo último es más un deseo personal que una posibilidad real.
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