El cerebro no busca la verdad sino sobrevivir

El cerebro sustenta sus decisiones en factores como el amor propio y el placer. Además tiene una condición frágil y su comportamiento, mas no su funcionamiento es influenciable e inconsciente.

Esta inconciencia es subyacente, imprecisa y creadora activa de prejuicios, dado que el consiente colapsaría con las multitareas por agobio. Es natural entender que la intensidad del estrés pueda ser tolerada solo en el corto plazo.
El cerebro decide sobre la base de voluntad y convicciones altamente persistentes.
La percepción de la realidad es dual, es decir, objetiva y subjetiva. En ese sentido, la neurobiología nos ayuda a entender que el origen de los conflictos sociales tiene una raíz biológica.
El cerebro, científica y fisiológicamente, está preparado y diseñado para elaborar prejuicios, crear grupos y definir miedos como medio de supervivencia. Esta característica en la antigüedad nos fue muy útil. En un mundo moderno, lleno de diferencias nos muestra que somos aun incapaces de luchar contra nuestro diseño.

Pero la siguiente pregunta es necesaria: ¿Cómo a pesar de ser seres racionales y entender que nuestro diseño nos crea una serie de elementos que no necesitamos actualmente y que son éticamente inmorales, aun cometemos excesos contra minorías y grupos aparentemente diferentes?
La respuesta es sencilla, el hombre debe deshumanizar al hombre para cometer atrocidades dado que nuestro cerebro de otra forma nos inhibiría de realizar acciones perversas. Es aquí cuando debemos entender nuevamente que el cerebro es altamente emocional y social y que los sentimientos del asco, miedo y celo despiertan nuestro lado límbico que bloquea los procesos mentales, haciéndonos más instintivos.
Finalmente este breve resumen nos recuerda que, la deshumanización es una herramienta que han usado en las sociedades para posibilitar la lucha del hombre contra sí mismo.