Érase una vez … Coherencia!
O mejor, permítaseme poder registrar en estas líneas aquel texto que quedo grabado en mi memoria cuando preparaba el material de clase para un curso de programación de proyectos PERT-CPM que impartía allá por los años 90 en un instituto de educación superior que operaba en San Isidro.
En aquella oportunidad pude acceder a un ejemplar del suplemento El Dominical del diario El Comercio. Y hallé un artículo de un filósofo cuyo nombre no retuve, quien, a manera de ensayo y verso, evidenció una gran capacidad de síntesis para explicar aquello que todos vemos, incluso hasta reconocemos, pero soslayamos su importancia para comprender quienes somos realmente.
En un ejercicio desde la mirada de cómo nos reconocemos en el contexto latinoamericano, el pensador magistralmente asigna a cada nacionalidad el adjetivo que mejor representa a todo el conjunto. El ADN que en esencia mejor identifica a cada uno según el territorio que ocupa o procede.
Y asi, cada cierto tiempo, volvía a mi memoria y lo divulgaba, entre mis alumnos y amigos, pues siempre me invitaba a la reflexión y análisis en la búsqueda de las tareas pendientes para la construcción de una identidad con sentido de progreso, desarrollo y libertad. Dicho texto versaba así:
Payasada chilena
Pedantería argentina
Alegría brasilera
Machismo mexicano
Chabacanería venezolana
Maldad colombiana
Lamento boliviano
Hipocresía peruana
…
Me cayó como pedrada en ojo de tuerto, y de cosecha propia resumo
No eres
Ni lo que piensas
Ni dices ser
Eres lo que haces
y omites ser
Poderoso instrumento
Si las cuerdas exactas
conectan la armonía
De tu interior al estelar