Arctic Ice Project: Una iniciativa para salvar el Ártico

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Fuente: Arctic Ice Project

Autora: Mariel Alejandra Gonzales Flores

Edición: Joel Andre Visurraga Rodil


El derretimiento del hielo ártico se plantea como una problemática que acarrea consigo consecuencias alarmantes; sin embargo ¿realmente se entiende por qué es tan importante preservar este ecosistema?

El Ártico funciona como un sistema de aire acondicionado para el planeta y tiene el rol de velar por un clima estable y seguro. Esto se da debido a que el hielo que forma parte del Ártico funciona como un reflectante de luz solar; es decir, los rayos que entran al planeta son reflejados de manera segura al espacio y, de este modo, se protege al ambiente de elevadas temperaturas.

En el ecosistema se encuentran dos tipos de hielo: el hielo joven o estacional que se forma durante la estación invernal y desaparece en el verano y el hielo viejo o permanente que permanece durante todo el año. En la actualidad, se ha perdido un 95% del hielo permanente (Field et al., 2018), dejando al territorio ártico solo con el hielo estacional, el cual se va formando cada vez en menor medida. Por consiguiente, se proyecta un verano sin hielo ártico para el 2030; además, el mar ártico al absorber el doble de calor ocasionaría que las temperaturas se incrementen aún más, agravando la crisis climática.

Aunque el panorama es desalentador, se han venido desarrollando numerosas investigaciones que buscan mitigar las consecuencias de dicha problemática. Una de ellas viene siendo efectuada por Arctic Ice Project, organización sin fines de lucro fundada en el año 2008, que tiene como eje principal la búsqueda de una alternativa que pueda restaurar el hielo ártico.

El ambicioso proyecto para suplir la reflectividad del ártico

Para entender cómo funciona la reflectividad del hielo es importante conocer el efecto albedo. Este indica la cantidad de radiación solar que refleja un material. Dicho valor comprende entre 0 a 1 y entre más cercano sea a 1 significa que el material tiene mayor capacidad reflectiva. Asimismo, el albedo se incrementa en temporadas frías al haber mayor presencia de hielo y nieve, cuyo albedo fluctúa entre 0.8 a 0.9; por ende, hay una mayor reflexión solar y la temperatura disminuye. No obstante, a causa del calentamiento global, los climas son cada vez más cálidos y el albedo ha disminuido; en consecuencia, las temperaturas aumentan aún más y se genera un desequilibrio climático.

Por ese motivo, Arctic Ice Project se ha dedicado a investigar materiales que tengan un porcentaje de albedo similar al de la nieve y el hielo; y así poder suplir el rol que cumple el ártico mientras este se restaura. Como resultado de dicha investigación, nació la creación de las microesferas huecas de vidrio, similares en aspecto a la arena blanca, el cual cumple con las propiedades de reflexión buscadas.

Las microesferas de vidrio están compuestas principalmente por dióxido de silicio, o también conocido como sílice. Arctic Ice Project realizó pruebas ecotoxicológicas para comprobar la seguridad del compuesto si este llegara a ingerirse o inhalarse. Los resultados establecieron que los humanos, aves y peces ingieren la sílice con una mayor frecuencia de lo que se estimaba. Los peces nadan a través de este compuesto al estar 2.800 millones de toneladas de sílice disuelto en los océanos; a su vez, las aves seleccionan granos con sílice para su proceso digestivo; y, al ser un compuesto que ha evolucionado en conjunto con numerosas especies, incluyendo la humana, no se concentra dentro de los cuerpos de los seres vivos. Asimismo, se sabe que el tracto respiratorio atrapa partículas que superen los 10 micrómetros, entonces si se inhalan las esferas de vidrio, de 35 a 65 micrómetros de diámetro, éstas serían eliminadas. Por ende, la sílice no sería un peligro; por el contrario, el material podría alimentar el ciclo natural de sílice del que dependen muchos organismos. 

Otra de las propiedades que caracterizan a las microesferas de vidrio es que son hidrófilas, no atrae contaminantes a base de aceite; son mojables, se adhiere al hielo y al agua al instante; no es propenso a reacciones químicas; son perfectamente esféricas; y son flotantes, pues al ser huecas por dentro les permite llenarse de aire y a medida que se derrita el hielo, flotando hacia la parte superior, lo que permite una reflexión continua.

Fuente: Arctic Ice Project

El objetivo principal del proyecto es proteger el hielo joven y delgado que queda en el Ártico. Mientras las microesferas reflejan la radiación, el hielo absorberá menos calor y se derretirá de manera más lenta, de este modo, podrá aumentar su volumen y conservarse. No obstante, el proyecto aún sigue a prueba y se ha venido realizando a pequeña escala. 

Por ejemplo, se han realizado pruebas en lagos de Alaska y Minnesota desde el 2017 y, gracias a ello, se han podido efectuar mejoras en la composición química de las microesferas, en los instrumentos de distribución y en las tecnologías de monitorean. Sin embargo, los resultados aún siguen en evaluación y, aunque las proyecciones son prometedoras todavía no son concretas. Por el momento, se planea distribuirlos por lugares estratégicos, limitados y selectivos, donde sea sostenible económicamente y sea fácil obtener los permisos necesarios: el estrecho de Fram para reducir la exportación de hielo ártico y el Giro de Beaufort para reconstruir el hielo en circulación.

Las motivaciones del proyecto van en pos de detener una catástrofe global que viene siendo anunciada hace ya muchos años; pero, al ser el Ártico una zona de disputa tanto por intereses económicos y políticos, no se vela por su preservación sino todo lo contrario. A pesar de ello, se espera que iniciativas como el Arctic Ice Project se prioricen para promover el cuidado de este ecosistema tan desprotegido.


 

 

 

REFERENCIAS

Arctic Ice Project (s/f.). Evaluaciones de Tecnología. Recuperado de https://www.arcticiceproject.org/beads

Arctic Ice Project (s/f.). Pruebas de Ecotoxicología. Recuperado de https://www.arcticiceproject.org/safety-testing

Centro Mario Molina. (2016). Bloque I. El funcionamiento del clima, Tema 4: El efecto albedo. Programa de Educación en Cambio Climático (1ra ed., pp. 44). Recuperado de https://centromariomolina.org/libro/libros/LibrodeFisica/44/#zoom=z

Field, L., Ivanova, D., Bhattacharyya, S., Mlaker, V., Sholtz, A., Decca, R., et al. (2018). Increasing Arctic sea ice albedo using localized reversible geoengineering. Earth’s Future, 6, 882–901. Recuperado de https://cutt.ly/Vg2S2Qb

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