Cuento de Sabiduría: ‘El Hombre más pobre’

Tomado de: cuentos de sabiduría del Arca del Amor

Un día un monje dejó su Ashram y fue a la calle principal de la ciudad, agitando unas cuantas monedas de cobre en la palma de su mano. Mientras los mendigos se aglomeraban a su alrededor, el monje anunció que él solo le daría las monedas al hombre más pobre de la ciudad. Mientras las manos demandantes lo presionaban desde todos los lados, él continuaba exclamando, “No, no es para ti, ni para ti, ni para ti”, y así caminaba.

De pronto, la fanfarria de las trompetas oscureció el ruido de la ciudad. Los guardias se apresuraron a lo largo de la calle lejos del ruido, y proclamaron que el Maharajá estaba saliendo de su palacio en su elefante real.

El pueblo se alineó a lo largo de las calles con gran anticipación para prestar obediencia a su Rey, pero el monje se paró frente al elefante, y, dirigiéndose al Rey en alta voz, dijo: “O, ¡Gran Maharajá! Yo tengo algo para usted”, mientras arrojaba las monedas de cobre hacia el Rey.

El Rey se mostró sorprendido y demandó una explicación acerca de la impertinente conducta del monje.

“Su Majestad, yo he hecho una promesa hoy que le daría estas monedas de cobre al hombre más pobre de la ciudad”

“¿Yo?” Gritó el Rey “!Yo adueño esta ciudad! ¡Yo soy dueño de todo el país! ¿Cómo puedes decir que yo soy el hombre más pobre?

“Porque usted tiene constante deseo de poseer mas.

Comentario

Este es el nudo de Maya, la ilusión cósmica: lo mas que nos sentimos separados de Dios, lo mas que tratamos de llenar nuestra vida con posesiones, lo cual incrementa nuestro vacío espiritual. Esta constante prisa para adquirir mas cosas, mas sensaciones, mas relaciones con personas, y más pensamientos nos desvía de ser hijos divinos a ser mendigos bestiales. “Pobreza”, como dijo Platón, “no consiste in el decrecer de las posesiones, pero en el incremento de la avaricia”.

La solución es abrazar la vida simple de renunciación interna. Sea contento con cualquier experiencia. Si la gracia de Dios se presenta con mucha abundancia y oportunidades – bien. Si Dios nos manda la Hermana Pobreza – bien.

Cuando hemos aprendido a mantener la mente igualmente libre de afección o aversión, hemos ganado la verdadera riqueza de este mundo.

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