Semana Santa Post Audios de la Vergüenza y Lectura de las Tentaciones del Desierto (segunda parte) por David Quispe Salsavilca

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Semana santa post audios de la vergüenza (2 parte)

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La tentación de los panes no va dirigida a un hombre cualquiera sino al hijo del hombre que es al mismo tiempo hijo de Dios y del Altísimo. La necesidad del hambre es propia del hombre en cuanto ser con limitación natural corpórea. En ese sentido en extenso también comprende a las otras necesidades corpóreas como la sed, el frio, el calor, la pulsión sexual, pero hay necesidades más allá de lo corporal. Sentir hambre, sentir pulsión sexual es parte de la naturaleza humana, su satisfacción al mismo tiempo de proporcionar placer es una consecuencia alcanzable para un ser humano individual por mediación de su ser en el mundo, que se despliega en toda colectividad humana, en su sociedad histórica. Pero el propósito del retiro está más allá de estas necesidades corpóreas, está en despertar y en satisfacer esa necesidad no córporea propia de la existencia humana capaz de sentir el cosmos, en palabras de Heidegger de hacerse la pregunta por el ser, de abrirse hacia él, a la gracia. Por eso el misticismo cósmico inicial no es una fuga de su naturaleza humana sino la práctica y el desarrollo de un aspecto no corpóreo de su naturaleza humana: la identificación y compromiso con lo humano y lo creado, integración de su cuerpo a su destinación existencial.

En ese sentido en el Dios hecho hombre, en Jesús de Nazareth la tentación está en la satisfacción del hambre corporal por mediación del “milagro”, como actuación de su naturaleza divina. En la seductora propuesta demoniaca la actuación milagrosa de convertir las piedras en pan supera, excluye y olvida su otra naturaleza: la humana. Es decir la tentación demoniaca tiene dos dimensiones la negación de la necesidad satisfecha mediante la instrumentación de su naturaleza divina y la negación del estrecho y frágil espacio de la naturaleza humana que como experiencia del espíritu dignifica la integridad del ser humano que además de comprender la experiencia sensorial corpórea no se queda en ello sino ve más, permaneciendo en aquello que en palabras de Jesús es el amor del padre o el Reino de Dios y en palabras de un ateo es la simple y sagrada energía co-creadora del universo.

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