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Las mentes mas brillantes del management desde Drucker, Porter, Christensen, Hamel, entre otros, son los que vienen impulsando el concepto de innovación moderno desde el mundo de los negocios.

Mientras que los sistemas de innovación de algunos paises pretenden, al menos esa es mi percepción, empujar la innovación como un apéndice de la ciencia y la tecnología acuñando el término I+D+I, palabrita a la que se suben científicos e ingenieros que tienen la buena voluntad de empujar la investigación en ciencia y tecnología como estrategia para el desarrollo de sus respectivos paises.

El asunto de fondo es Innovación desde la oferta (desarrollo de ciencia y tecnología propios) o innovación desde la demanda (desarrollo desde el mercado y los negocios), ambos esquemas parecen ser buenos, pero a cada uno hay que darle su debido lugar y su tiempo.

Desde mi punto de vista el desarrollo sostenible, requiere crear sinergias, requiere de casos de exito a corto plazo de manera que se vaya formando una cultura de innovación y competitividad empresarial. Y desde este punto de vista los sistemas de innovación deberían ser empujados desde el mundo empresarial, desde las escuelas de negocios, emprendimientos, PYMES y logicamente desde el estado apoyando estas iniciativas.

Se puede hacer mucha innovación, sin ciencia y sin tecnología, se puede generar cultura a corto plazo, emulando y apoyando los casos de exito. Entender esto es crucial para una adecuada politica de I+D+I en nuestros paises.

Sin embargo la sostenibilidad a futuro de los paises, esta demostrado, solo será posible, en gran medida, con el desarrollo de nuestra propia tecnología, aprovechando nuestros recursos naturales y potenciando al maximo nuestras capacidades humanas.

El Blog de Manuel Gross, siempre esta descubriendo y publicando artículos muy interesantes sobre creatividad e innovación, en español, bajo un enfoque empresarial, aqui copio una de sus últimas publicaciones, una traducción de un artículo de Tony Schwartz aparecido en la Harvard Business Review.

El autor considera que las seis acciones que se enumeran en el artículo son fundamentales para crear un clima innovador y sin embargo dice no haberlas visto nunca jamás juntas en una sola empresa.

La empresa IBM realizó recientemente una encuesta a 1500 directores generales en 60 países. Ante la pregunta de cuál es la capacidad de liderazgo más importante, la creatividad fue la opción más destacada. El 80% de los directores generales encuestados afirmó que el ambiente de negocios está creciendo de forma tan compleja que exige nuevas formas de pensar. Menos del 50 % declaró pensar que sus organizaciones sí estaban preparadas para hacer frente a esta creciente complejidad.

A continuación se exponen las seis acciones fundamentales que, en opinión de Tony Schwart, Director General de The Energy Project (redactor original de este artículo en The Harvard Business Review) se deben poner en marchar y que, según palabras del propio autor, ?no ha llegado a identificar de forma completa ni en una sola empresa?.

Satisfacer las necesidades de la gente.
Cuestionar la ortodoxia es una de las claves de la creatividad y debería comenzar por cuestionar las propias bases del sistema de trabajo. En la medida en que las necesidades básicas (físicas, mentales, emocionales, mentales o espirituales) no estén debidamente cubiertas en el entorno laboral, más preocupado estará el personal por ellas y menos por el propio trabajo. Hay que empezar por preguntar a los trabajadores, a cada uno por separado, qué necesitan para trabajar de la mejor forma posible. Lo siguiente será definir las metas, unos objetivos medibles y unas responsabilidades concretas a asumir, pero, a partir de ahí, lo mejor será dejar que cada miembro de la empresa diseñe como mejor le parezca el esquema de trabajo para lograr dichos resultados.

Capacitar en creatividad de forma sistemática.
La creatividad no es magia y puede ser entrenada. Hay cinco etapas del pensamiento creativo bien definidas y aceptadas: aproximación inicial, saturación, incubación, iluminación y verificación. No es que se desarrollen siempre de forma precisa y previsible pero proporcionan un camino a seguir para el cerebro, yendo y viniendo entre el análisis, el pensamiento deductivo que reside en el hemisferio izquierdo, y el pensamiento basado en el panorama general y generador de patrones, residente en el hemisferio derecho.

Alimentar la pasión.
El modo más rápido de matar la creatividad es poner a la gente en puestos que no despierten su imaginación. Esto comienza a edades muy tempranas, los niños que son animados a seguir su pasión desarrollan mejor disciplina, conocimientos más profundos y además resultan más perseverantes y resistentes frente a los contratiempos. Hay que buscar la manera de proporcionar a los empleados, cualquiera que sea su nivel, la oportunidad y el estímulo para seguir sus intereses y expresar sus talentos únicos.

Dar importancia al trabajo.
Las personas buscamos significados a las cosas. El dinero paga las cuentas pero no proporciona mucho más significado a lo que hacemos. Nos sentimos mejor con nosotros mismos cuando estamos haciendo una contribución positiva a algo más allá de nosotros mismos. Para sentirse realmente motivado, tenemos que creer lo que estamos haciendo realmente importa. Cuando los líderes pueden definir una misión de peso que va más allá de cada individuo su propio interés, es una fuente de combustible no sólo para aumentar sus resultados, sino también para pensar más creativamente sobre la manera de superar obstáculos y generar nuevas soluciones.

Proporcionar el tiempo.
El pensamiento creativo requiere unos plazos sin final definido con cierta libertad y sin una presión acuciante por obtener respuestas inmediatas y soluciones instantáneas. Pero el tiempo es un bien escaso y más en las organizaciones que viven por la ética de “más, más grande, más rápido”, por lo que, irónicamente, la mejor manera de prestar la atención debida a la innovación es programar y calendarizar un tiempo exclusivo para la misma.

Dar valor a la renovación.
Los seres humanos no estamos programados para operar de forma continua, como las máquinas o las computadoras. Estamos diseñados para gastar energía durante períodos relativamente cortos de tiempo – no más de 90 minutos – y recuperar a continuación. La tercera etapa del proceso creativo, la incubación, se produce cuando nos alejamos de un problema que estamos tratando de resolver y dejamos que nuestro inconsciente trabaje en ello. Es eficaz caminar, escuchar música, o calmar la mente mediante la meditación, o incluso salir de fiesta. El movimiento, en particular los ejercicios que aumentan la frecuencia cardiaca, es otra buena forma para inducir el tipo de cambio de conciencia en que los avances creativos surgen espontáneamente. Estas actividades sólo son posibles en un lugar de trabajo que no sobrevalorar tiempo en el que ?damos la cara? y no subestime el valor de la renovación.

Traducción de Eduardo Albalá
Six Secrets to Creating a Culture of Innovation http://blogs.hbr.org/cs/2010/08/six_invisible_secrets_to_a_cul.html
10:26 AM Tuesday August 10, 2010, by Tony Schwartz

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