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El término creatividad es tan confuso que hace referencia, al menos, a cuatro o cinco fenómenos diferentes. Hay cerca de 400 definiciones de creatividad: una capacidad…. una habilidad…. una característica sobresaliente en algunas personas especiales…. un nombre…. una disciplina…. un proceso…Es un término tan resbaladizo que los propios psicólogos advierten de que la creatividad es mucho más fácil de detectar que de definir. Podemos describir la creatividad como una capacidad con una base innata que se desarrolla en mayor o menor medida en función de la aparición y expresión de múltiples factores, algunos de los cuales están identificados y definidos. En este sentido, la creatividad es la capacidad de encontrar, imaginar y definir lo nuevo; una capacidad que se fundamenta en procesos mentales divergentes, que implican formas de pensar donde el alejamiento de lo conocido y la suspensión del juicio -la valoración diferida- son elementos centrales.
La creatividad no tiene nada que ver con musas, con inspiraciones, ni -por lo que se conoce- con extrañas características de la personalidad. Si hubiera algo determinante, serían la constancia, la motivación y la voluntad. Venimos con el programa instalado. Hay que activarlo.
En enfoque pragmático
Con intención eminentemente operativa, podemos acordar la siguiente definición: “Creatividad es la capacidad de producir resultados mentales -ideas- nuevos y útiles, orientados a la consecución de un objetivo en un campo determinado”. Asimismo, el pensamiento divergente del que depende la creatividad fue descrito por Guilford como “la forma de pensar que utilizamos para plantear y resolver problemas cuya solución desconocemos”.
• Crear es pensar, producir ideas, resultados mentales, desconocidas hasta el momento.
• La creación es un acto finalista, dentro de un campo determinado. El proceso -el acto de creación, mas concretamente- es una actividad intencional, voluntaria. Es un acto que realiza quien quiere cuando quiere.
Estas afirmaciones nos permiten analizar y hacer operativo y útil el conocimiento sobre la creatividad y el fenómeno creativo. Son dos premisas que propician el enfoque pragmático en el acercamiento a la creatividad.
Pensar en la creatividad desde una perspectiva pragmática supone localizar la visión hacia lo que podemos hacer para que esa capacidad se desarrolle y se manifieste, pero, sobre todo, supone concentrar la atención en cómo podemos utilizar lo que conocemos sobre la creatividad, para lograr los objetivos de innovación y cambio que nos propongamos.
Crear es hacer
El desarrollo real de la capacidad creativa en las organizaciones, en las personas y en los grupos se consigue con la práctica. Y practicando, si es posible, en el área de trabajo en la que después esa capacidad entrenada se aplicará de forma cotidiana.
Por supuesto, el conocimiento de los principios básicos sobre la creatividad ayudará al desarrollo de la capacidad de crear en las organizaciones. No cabe duda de que cualquier acercamiento que se haga con seriedad ayudará al desarrollo de la creatividad -de la capacidad de crear- de las organizaciones.
Sin embargo, lo evidente es que la creatividad sólo se manifiesta cuando se crea, y crear es hacer. Hacer pensamiento. Hacer ideas. Plantear problemas. Y encontrar soluciones. La forma de integrar mecanismos, técnicas y habilidades es ponerlos en práctica, aplicarlos. Ésa es la mejor forma de aprender, entrenar y desarrollar la creatividad, practicando con la capacidad de crear.
Ciertamente, son determinantes las características personales o grupales de quien va a crear, como los conocimientos del campo en que se desarrollará la creación o las influencias positivas o negativas del ambiente o del entorno en el que la creación se produce.
No obstante, esas dimensiones determinantes de la creatividad ofrecen poco margen para la intervención a corto y medio plazo en el desarrollo de la creatividad.
El proceso creativo
De las cuatro dimensiones propuestas por Mel Rhodes en 1961 para el estudio y comprensión de la creatividad -proceso, persona, producto y ambiente-, es el proceso el que ofrece mayores y mejores posibilidades de actuación.
El proceso creativo es reproducible a voluntad. Podemos ensayarlo. Podemos practicarlo. Y podemos hacerlo sin necesidad de largos períodos de aprendizaje o dificiles cambios de criterios, actitudes y valores personales o corporativos.
En el proceso, en la práctica con las operaciones, los métodos y las técnicas disponibles para la creación, tenemos el elemento de palanca capaz de iniciar y propiciar los cambios y de actuar sobre el ambiente y el entorno próximo de forma inmediata. Además, nos ofrece un instrumento de medida más eficaz que los tests disponibles para medir la fluidez, la originalidad, la flexibilidad, la capacidad de elaboración o la sensibilidad y orientación al objetivo.
Sabemos que hemos aprendido algo cuando somos capaces de hacer algo que no éramos capaces de hacer antes de aprender lo que aprendimos. 0 cuando lo hacemos mejor. Y en la realización, en la ejecución del saber y del poder, en el acto creativo, tendremos la demostración y la medida del aprendizaje.
Si creamos, si somos capaces de desarrollar procesos creativos eficaces y productivos, tendremos la demostración del aprendizaje realizado. Y tendremos, al mismo tiempo, el mejor instrumento para la eliminación de bloqueos, el cambio de mentalidades y el cambio de las personas.
Una experiencia transformadora
La experiencia de la creación es una experiencia transformadora. Quien la vive nunca más vuelve a ver la realidad como algo inamovible y dado, porque comprende que somos nosotros quienes controlamos la producción de la realidad en que vivimos.
Si queremos crear, incluso si queremos empresas más creativas, tenernos que ponernos a ello. Tenemos que ponernos a crear. Tenemos que propiciar y facilitar los medios y los momentos para la ejecución de actos de creación reconociendo el carácter intencional del acto creativo, propiciándolo intencionalmente.
Técnicas creativas
Al servicio de estos procesos de creación hay disponibles métodos y técnicas de probada eficacia y de ejecución accesible para cualquier persona y para cualquier grupo de profesionales previamente entrenado y cohesionado.
Asimismo, existe suficiente material para el entrenamiento y desarrollo de las capacidades, factores y habilidades que propician la creación: desde el entrenamiento de la percepción hasta la realización de conexiones inusuales o infrecuentes.
Las técnicas son sistematizaciones de los procesos y habilidades mentales que entran en la creación. Utilizándolas entrenaremos y desarrollaremos esa facultad, esa capacidad que todos tenemos para transformar la realidad, con la incorporación de lo que nunca había sido pensado, de lo que nunca había sido dicho y de lo que nunca había sido propuesto ni descubierto.
Por supuesto, serán los cambios culturales los que hagan permanentes y estables los valores y los hábitos propiciadores para el desarrollo de la creatividad de las personas, de las organizaciones y de los países y las regiones. No obstante, en los procesos de formación y entrenamiento encontraremos también elementos aceleradores para ese cambio cultural.
El reto está delante de todos nosotros. Podemos ver cómo los cambios nos alcanzan y nos adelantan, haciéndonos correr sin parar para no quedarnos demasiado atrás. 0 podemos convertirnos en propiciadores y generadores de cambio y de novedad, haciendo que la realidad se ajuste a nuestros deseos y objetivos. La decisión es nuestra. Como lo es la de propiciar y fomentar la capacidad creativa de las personas y de las organizaciones. Con algo más que palabras.
Artículo tomado de: http://www.rpte.net/euskotek/numero_10/Pagina_16.htm

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