– Abren dentro de media hora – menciona una muchacha delgada y con gafas – nuevo, no?
– Sí, lamentablemente
– Lamentablemente?
– Aham, se supone que yo era una promesa, un talento innato y que no necesitaba de la academia, pero mi último examen de admisión dijo lo contrario
– Uhmm, ok, de dónde eres?
– Soy de Comas, tú?
– De aquí, Jesús María, bueno yo ya voy a pasar, pasas?
– Tengo otra opción?
Entro, el lugar es algo amplio, saco un papel del bolsillo, Salón Inés, pone en el papel, camino un poco – 5to piso, es en el 5to piso – menciona la muchacha, tomamos el ascensor, cómo te llamas? Carmela, tú?, Yo? Ernesto, mismo salón no?, sí.
La miro atentamente, su rostro me parece conocido, me recuerda un poco a Kasandra, mi primera enamorada, sus gafas – mira tus zapatillas, se han destrozado – otra vez las visiones, mi rostro se refleja en sus gafas, el sol, la laguna, la honda, caigo al suelo, ella se arrodilla y me mira, sí, es ella, cierro los ojos.